Sesión 6. "No hables con extraños" La crisis de la socoabilidad urbana.
Un fenómeno que resulta sintomático de los cambios contemporáneos en la viva urbana es la "agorafobia", entendida como el miedo al contacto y a la vida pública, y el consecuente confinamiento en la vida privada-doméstica. Bajo el principio de "seguridad" la desconfianza y recelo frente a "los extraños" se ha vuelto una forma de convivencia problemática en tanto recupera un sentido de "comunidad" capaz de negar derechos como forma de mantener una asociación basada en el miedo. El proyecto residencial "Isla MucolÃ" en Guayaquil refelja las tendencias segregativas del urbanismo contemporáneo.
Celia González / Preguntas
ResponderEliminarEn “Ciudad de muros” Teresa Pires do Rio Caldeira hace un análisis de los condominios como un nuevo tipo de residencia en la ciudad de Sao Paulo desde los códigos del encierro. Plantea las diferencias en los modos de crear estos códigos entre clases, épocas, paÃses y sus consecuencias para las interrelaciones entre los residentes de la ciudad.
Si definimos lo urbano como modo de vida ¿Cuáles son las variaciones que sufre este “modo de vida” en ciudades que han convertido la seguridad en centro del diseño de espacios públicos y privados? ¿Cómo estos nuevos espacios transforman las interrelaciones entre los individuos?
En estas áreas de la ciudad pensadas desde el miedo la presencia del cuerpo fÃsico en el espacio público es entendida bajo nuevos códigos ¿Cómo influye este “modo de vida” en la dimensión polÃtica de los ciudadanos de la urbe?
La estética del encierro propone una reorganización de los sensible en el espacio urbano ¿Es que estos nuevos códigos condicionan las relaciones sociales entre clases? ¿Son leÃdos y vividos por igual por todos los sujetos?
Los condominios en su búsqueda de distancia de la urbe como estatus social que aboga por la seguridad, acude nuevamente al pequeño formato donde se reúnen varias viviendas que pudieran recordar villas rurales. ¿En las posturas ideológicas de los condominios hay una propuesta de regreso a lo comunitario?
En el texto "Ciudad de muros", Teresa Pires do Rio Caldeira explica que el nuevo modelo de vivienda de condominios articula cinco elementos básicos: seguridad, aislamiento, homogeneidad social, equipamientos y servicios. Los enclaves, que cumplen con todas estas caracterÃsticas, se constituyen en espacios opuestos a la ciudad, en la que predomina la heterogeneidad.
EliminarUno de los temas claves a los que hace diferencia la autora a lo largo del texto es la seguridad. En su investigación plantea dos tipos de seguridad: la interna y la que se da fuera de los muros. Quienes residen en los conjuntos afirman que el problema del peligro fuera de los condominios está resuelto. Sin embargo, puertas adentro, se da un fenómeno contrario. Los adolescentes y jóvenes son quienes rompen las reglas internas, a través de actos de vandalismo y del consumo de drogas. En el texto, se hace referencia a que entre 1989 y 1991 se registraron 646 accidentes de automóvil, 925 heridos y 6 muertos en Alphaville, uno de los primeros condominios construidos en Brasil en la década de los 70.
En cuanto a la última pregunta, no creo que haya una apuesta por el regreso a lo comunitario. En el libro, se hace explÃcito que existe una especie de aversión por la sociabilidad. Vemos que aún en estos conjuntos existe poca ocupación de los servicios en común. Además, uno de los problemas que enfrentan al interior de los enclaves es la dificultad de llegar a regulaciones consensuales y a cumplir las reglas. Pienso que es más por el tema de homogeneización, que causa exclusión y segregación, que la gente opta por los condominios. También por el status y por la percepción de seguridad.
Manuel Delgado, "Sociedades movedizas".
ResponderEliminarSe relaciona el “derecho al anonimato” como un logro social donde prima la sensación de libertad: “desconocido que no necesita dar explicaciones”. En cambio el denominado “inmigrante” o simplemente diferente, no goza de este “derecho”, porque al ser auténtico, provoca la mirada juzgadora de la sociedad. Éste “inmigrante” además también es presa de torpezas de juzgamientos de dos extremos: para el Estado en su investidura policial, es un sospechoso delincuente, o mÃnimo, altera el espacio público; y a su vez, es un “exótico” o “excéntrico” que llama la atención a sociólogos, antropólogos que buscan “comprenderle” para luego nuevamente ser clasificado bajo otra taxonomÃa (que no deja de ser menos racista), para exhibirlo como curiosidad cultural.
Manuel Delgado da por sentado que lo que el inmigrante quiere es “ser clasificado” como los demás, no por lo que es, sino por lo que hace; mientras que el ser urbano –emparentado con la denominación de ciudadano- goza de la indiferencia urbana, porque asà se reconocen como libres e iguales (ojo! Sin negar la diferencia y la singularidad ¡¿?!) regidos por los valores de la publicidad, ya que todos tienen accesibilidad y movilidad.
Entonces…
Preguntas…
Con respecto al “ser urbano”: Realmente acuartelar quienes somos, para no ser juzgados, y el derecho al anonimato, ¿nos conduce a la construcción de una plena ciudadanÃa democrática?, y la desatención cortés y las situaciones de tránsito donde cada uno elabora una teorÃa práctica que puede incluir hasta el engaño, y donde se pone en uso la competencia comunicativa: ¿cómo se explica que se logre la mutua inteligibilidad entre los interactuantes en estas condiciones?
Con respecto al denominado “inmigrante”: según el autor, éste siente que su vida en la ciudad ¿lo aliena o lo libera?, ¿Ã‰ste se siente realmente “discriminado” por no ser indiferente ante los ojos de los demás?
¿cómo se representa el conflicto entre ambos grupos?
Con respecto al rol de la antropologÃa y su estudio de supuestas minorÃas étnicas. Según Manuel Delgado, “el antropólogo ha podido contribuir a su estigmatización, (de los inmigrantes) subrayando la condición culturalmente extraña que se supone que les afecta”; entonces, teniendo en cuenta los aspectos relacionales y dinámicos de ambos grupos: ¿Con qué enfoque la antropologÃa contribuirÃa a la no estigmatización de los inmigrantes y a la conservación de su identidad étnica, su singularidad?
Con respecto al espacio público: En un espacio público, donde reina lo impersonal
y el alejamiento mutuo, que en verdad es una quimera y “no existe” como tal, según Delgado: ¿Qué tipo de humanismo queda?
La cuestión del anonimato tiene un engaño, primero se plantea como la manera de acceder al ejercicio de la libertad en la medida en que se respeta la privacidad de las personas y con ello su intimidad, sin embargo no posibilita la creación de relaciones más duraderas que generen cohesión social. En este sentido el anonimato contribuye al re-producir el orden y generar la sensación de vivir en una democracia “individual” o “fragmentada”, una democracia limitada. Por otra parte tenemos que el anonimato no integra a toda la ciudadanÃa plena pues existe una lógica de inclusión y exclusión, es decir hay una suerte de identificación de aquellos que pueden ser “beneficiados” del anonimato y de quienes se requiere inspeccionar a profundidad su identidad para reconocer y confirmar que no son iguales, que no pertenecen al común citadino. Esto sin duda ha contribuido históricamente a la conformación de ideologÃas discriminatorias, hecho contradictorio en una visión exacta de lo que es ciudadanÃa y lo que significa ser ciudadano en un paÃs democrático.
EliminarAhora bien, uno de los aportes importantes que realiza Delgado en esta sección del anonimato es considerar que tiene una funcionalidad, es decir el anonimato contribuye a que la dinámica en el espacio público fluya, en la medida en que a través de él existe una suerte de reconocimiento del otro. Lo anterior significa que la interacción social en lo urbano no es un asunto simple sino que requiere un esfuerzo entre quienes interactúan, un esfuerzo de socialización para anticipar la acción del otro y orientar la acción de uno mismo. En este sentido la dinámica que se suscita en la urbe no es netamente caótica sino que existen ciertas normas tacitas que median y ordenan la interacción.
En relación a la segunda pregunta, Delgado sostiene que la interacción en el espacio público es inteligible porque existe de por medio un consenso basado en la reserva, la indiferencia por lo tanto genera una sensación de confianza por el hecho de no intervenir en la privacidad de la gente asà mismo se alude a interacciones que están tan arraigadas a la práctica cotidiana debido al alto nivel de repetición en la que suelen darse, por ello encontramos interacciones automáticas, que no se reflexionan o que en sà mismas no son producto de una proceso consiente, sin embargo se incluyen a una lógica: la del respeto a la privacidad y el anonimato.
Ahora bien cuando Delgado menciona el quebranto del anonimato que enfrenta el “inmigrante” al incluirse a la vida citadina, está haciendo alusión a un persona foránea cuya identidad no coincide con los parámetros identitarios de una ciudad, en este sentido el inmigrante (la minorÃa) viene a ser una suerte de “intruso” que puede ser objeto de sospecha, cuya presencia puede ser factor de alteración de la normalidad, por ello existen muchos formatos para poder identificarlo, para poder nombrarlo e incluso separarlo, acciones que sin duda no logran una integración automática a la ciudad y quebrantan la posibilidad de que su anonimato fluya adecuadamente, lo que sucede por tanto es un constante cuestionamiento de su anonimato: ¿quién es? ¿De dónde viene? ¿Por qué está aquÃ? En este sentido encontramos una de las bondades del derecho a la indiferencia en la vida pública sin embargo este derecho solo es asequible para los “nativos” de la ciudad, para aquellos que representan una minorÃa se les excluyen del anonimato.
Para finalizar Manuel Delgado realiza una crÃtica a los estudios de inmigrantes que se ponen al servicio de la exclusión por el hecho de re-producir estereotipos que legitiman la marginalidad. Para salir de esta desacierto antropológico Delgado propone identificar y analizar las maneras y formas en las que socialmente se han construido aquellos grupos a los que se les ha denominado “marginales”, propuesta que orilla a no dar por sentado una serie de condiciones sociales y culturales, y no dar por hecho que las clases populares existen de por sà y para sÃ.
Teresa Pires nos hace pensar que los barrios, condominios o urbanizaciones cerradas son formas paradójicas de segregación. Se trata de un apartheid en el cual: por una parte, ciertos pobres (empleadas domésticas, guardias, trabajadores de varios servicios) pueden ingresar provisionalmente mientras sirvan a quienes viven en estos conjuntos habitacionales; y, por otro lado, otros pobres (extraños, anónimos o desconocidos) que, por ser tales, son objeto de sospecha: son culpables de algo mientras no demuestren lo contrario.
ResponderEliminarA partir de ahÃ, tenemos distintas soluciones habitacionales desde la clase media hasta la alta que filtran la presencia de extraños (quiero decir, extraños-culpables). Es como que el mundo de lo conocido (el barrio cerrado) ha criminalizado al mundo de lo desconocido (lo que viene de la calle). Ese es el urbanismo que se vive al interior del barrio o conjunto cerrado.
Mientras que en el espacio público se da la situación contraria: ese mismo extraño (que es filtrado en las garitas de seguridad de los barrios cerrados) goza, siguiendo la terminologÃa de Delgado, del legÃtimo derecho al anonimato y a la desatención cortés; derecho que es negado tajantemente a los distintos, a los diferentes, sobre todo los inmigrantes. Estos no gozan de este derecho, al contrario tienen obligación de explicar sus antecedentes, puesto que ellos están señalados con la presunción de culpabilidad de ser distintos, mientras no demuestren lo contrario.
Entonces, desde mi punto de vista, el modo de vida urbano, se vive de una manera distinta dentro del barrio y fuera de él (en la calle).En el espacio público, los que gozan del estatuto del anónimo criminalizan al distinto mientras este no dé explicaciones y hasta que se disculpe por desentonar en la monotonÃa urbana. Al interior del conjunto habitacional cerrado (que el mundo de lo conocido, aunque no todos sus habitantes se conozcan), son precisamente los anónimos quienes son criminalizados hasta que cumplan el ritual de paso: entregar la cédula de ciudadanÃa o cualquier documento de identidad al guardia de la garita.
El derecho al anonimato del que habla Delgado no es, a mi juicio una voluntad de engañar, sino más bien un principio básico de las prácticas urbanas, puesto que, según el autor, es el que permite condiciones de representación, habilidades comunicativas y de argumentación igualitarias para acceder al espacio público. Un transeúnte anónimo decide dónde y cómo definirse, descubre y reinventa sus espacios de manera “libre”.
ResponderEliminarNo debemos confundir el derecho de hacerse anónimo en el espacio público con la aceptación de diversas formas de discriminación y exclusión que operan en la vida social. Más bien lo que pretende evitar este derecho es la sobreexposición de las minorÃas que se ven obligadas a reivindicar, hasta la saciedad, su condición de “otros”. En sociedades como las nuestras las prácticas de trivialización de los otros, se acentúan, pues las formas de discriminación también se manifiestan desde el discurso de la tolerancia, es decir, construyen al “otro” sobreexponiendo sus diferencias, asà sea con intenciones benévolas, como para reivindicar su existencia, y su efecto es contraproducente, pues la discriminación termina consolidándose y vuelve a estas minorÃas más vulnerables.
Respecto al argumento de Delgado opino que el anonimato se refiere al carácter difuso que adquiere el otro generalizado con el que se relaciona el sujeto en la ciudad, las reservas que éste mantiene con respecto al otro resultan indispensables para la presentación de una máscara en la cotidianidad ya que el establecimiento de relaciones de confianza y cara a cara con todo con quien se interactué es imposible, lo cual no creo que niegue la posibilidad de establecerlas en el ámbito de lo público. El carácter anónimo como mecanismo de acceso a un contrato social basado en la distancia y a la desatención cortes es una expresión de que una ética de lo urbano dirigida a lo público, es decir a un sujeto colectivo y general en lugar de uno especifico o particular por lo cual el anonimato se ubica como derecho a recibir un trato general, lo cual es negado con la discriminación, en este punto es necesario plantear una distinción entre tipificación y estereotipo ya que la interacción social siempre está orientada de acuerdo a la tipificación que un sujeto realice sobre otro, mientras el estereotipo refiere directamente a una posición de discriminación o a una posición de subordinación.
ResponderEliminarCon respecto al texto Ciudad de Muros, la premisa ubica a la seguridad como un elemento de distinción que ha incrementado su importancia en las últimas décadas, a pesar de esto la noción de seguridad no se expresa de forma homogénea, mientras en los barrios de clase media y baja se mantiene un aprecio por la ciudad y lo público los espacios son intervenidos para dotarles de seguridad, otros segmentos de clases medias y las clases altas buscan encontrar la seguridad mediante el acceso a conjuntos residenciales alejados y aislados de la ciudad y lo publico donde la seguridad se consigue mediante el aislamiento, el levantamiento de muros y el servicio de agentes de seguridad, mas el alejamiento de la ciudad resulta ambiguo y conlleva nuevas problemáticas: por un lado el alejamiento de la ciudad solo es fÃsico pues la necesidad de servicios generales y especÃficos hace que personas de diferentes clases sociales transiten estos espacios cotidianamente, estos a su vez son controlados y vigilados de forma intensa y constante, además el manejo de lo público y lo privado resulta conflictivo pues no se considera este espacio como un espacio común, es decir no promueve la articulación de una comunidad con valores compartidos, el espacio público se concibe como una extensión del espacio privado por lo cual la normatividad no se socializa como para lo general lo cual suscita conflictos no solo con las normas internas sino con la ley. Adicionalmente es posible encontrar una noción compartida en la población de las diferentes clases sociales, me refiero al rechazo a la homogenización de las viviendas ya que se lee como un elemento de distinción negativa.
Guillermo