Sesión 10. América Latina: marginalidad planificada vs marginalidad informal.
Las ciudades de la región se caracterizan por la imbricación de dos lógicas de producción de espaios segregados: el primero corresponde a los programas de "vivienda social" impulsados por los Estados generalmente bajo el modelo de "subsidio a la oferta" pero encubierto como subsidio a al demanda. Los límites de estos programas han fortalecido el proceso de producción de barrios informales que data desde varias décadas atás. En ambos casos la producción se vivienda de bajo costo es pensada únicamente posible en suelo de bajo costo, por ende lejos del equipamiento urbano. La "vivienda sin ciudad" es la características de la actual marginalidad urbana en la región.
Foto: "Conjunto residencial 23 de enero" Caracars: Gerardo Rojas.
Los textos de Cravino, Carman y Cardoso dan cuenta de las distintas intervenciones estatales, ya sea para hacer frente a las demandas de la población que se encuentra dentro de la marginalidad planificada, o bien para detener fenómenos de criminalidad característicos de la marginalidad informal. Por lo que cabe preguntar:
ResponderEliminar- ¿De verdad existe carencia de planificación dentro de las marginalidades informales, con respecto al papel del Estado, las organizaciones internacionales y empresas constructoras, en lo que se refiere al precio del suelo? Y por otro lado, ¿De qué planificación se habla cuando existe intervención estatal mediante allanamientos y desalojos, después de haber dejado que por años los asentamientos o slums y sus dinámicas sociales se hayan consolidado, o cuando los planes y programas de vivienda se enfocan en las periferias de la ciudad?
- Con respecto al texto de Cravino, se ha construido un imaginario social en el que los barrios marginales y su población son estigmatizados, por lo que es preciso preguntar: ¿dentro de la marginalidad se reproducen dinámicas de exclusión que lo que hacen únicamente es reforzar el estigma de los barrios y su gente?
- Y relacionado con la pregunta anterior: ¿Si existe la estigmatización de la marginalidad, se puede pensar también en una estigmatización de las diferentes formas de intervención estatal? Esto, relacionado específicamente con el principio de “máxima intrusión socialmente aceptable” planteado en el texto de Carman, y el rol policial narrado en el texto de Cardoso.
La aceptación de un problema social lo vuelve legítimo, visible y con derecho a soluciones, así lo que se considera legal o ilegal no es un conflicto de cumplimiento de la ley establecida sino de reconocimiento de un problema político de responsabilidad Estatal: la primacía de la propiedad privada frente al derecho a la vivienda. No es pertinente para los actores “legítimos” desde su capital cultural, económico y social, las clases altas, que exista un reconocimiento de este conflicto, esto implicaría legitimar un fenómeno como la ocupación de viviendas. Lo que sí es conveniente para garantizar el equilibrio injusto de la repartición de los espacios físicos según espacios sociales (Bourdieu) es la estigmatización de la pobreza desde las políticas estatales como voz de la legalidad.
EliminarEs así que sólo es posible y legítimo el diálogo con aquellos actores marginados que han aceptan su posición “de no merecedores de vivir en la ciudad”, dialogar sin poner en riesgo estructuras políticas y sociales que establecen “el orden” que ha de ser conservado. En todo caso cuando se hace imposible culpar “al pobre” de su pobreza son implementados desde el Estado conceptos como “multiculturalismo” para garantizar un reconocimiento del “diferente”. Son entonces las políticas estatales protagonistas y diseñadoras de esta conveniente estigmatización. No son simplemente procesos sociales resultados de las interacciones entre actores de diferentes estatus que luchan por ascender en la jerarquía o conservar su posición. El Estado (la clase social que lo conforma) busca su propia estabilidad y permanencia de las estructuras que sostienen su lógica.
Las soluciones a la necesidad habitacional, se han contemplado desde diferentes perspectivas, que social y espacialmente han determinado marcadas diferencias entre lo formal e informal, el centro y la periferia, lo urbano y rural, y en sí la perspectiva de la marginalidad y la miseria. La planificación, en sí, como forma de coordinación, organización, no representa necesariamente el problema. Lo que se requeriría cuestionar es la forma en la que los actores, Estado, el mercado, o los actores sociales directamente involucrados (Abramo, 2011), aplican sus lógicas e interesen en función de atender el tema de la vivienda.
EliminarEn cuanto al Estado, la planificación urbana, muchas veces se ve influenciada por una comprensión del espacio, desde su perspectiva material y física, a partir de lo cual se definen los distintos límites “políticos” y con ello las respectivas responsabilidades sociales. El mercado, especialmente el inmobiliario, generalmente aliado a las nociones de planificación economicista, nuevamente se suma la lista de actores que intervienen en la construcción de las diferencias sociales en cuanto a las posibilidades de acceso a las viviendas, tipos de vivienda y localización de las mismas.
La planificación desde los actores “marginados”, tiene igualmente sus propias formas de programar el espacio, sus viviendas y sus vidas, que requieren quizá mayor ingenio en cuanto a las limitadas alternativas que les brindan los espacios físicos “asignados” por un Gobierno, adquiridos a empresas no gubernamentales, o auto-construidas en los sobrantes de la ciudad.
En los textos de Cardoso, Carman y Carvino se busca abordar la situación de los espacios urbanos segregados (plan de vivienda pública, favelas y ocupantes) desde la construccion social del espacio y las percepciones de la población enmarcada en una estructura jerárquica atravesada por tensiones y disputas. ¿Qué actores aparecen en la disputa por el espacio urbano? ¿Qué intereses y recursos se encuentran en juego? ¿Con que recursos cuentan los habitantes de estos espacios marginales para entrar en esta disputa?
ResponderEliminarEn este escenario ¿Cómo se presenta la percepción de ciudadanía, derechos y participación política por parte de los grupos subalternos? ¿Cuál es la relación entre las disputas por el espacio urbano, segregación y estas percepciones y prácticas políticas?
Las lecturas de Cravino y Carman nos plantean que existen tres forman de conformación de viviendas:
ResponderEliminara) La planificada, desde el Estado.
b) Las villas, con características de permanencia y cierto reconocimiento legal.
c) Las ocupaciones en construcciones abandonadas, que son transitorias y consideradas ilegales.
La primera (a) evidentemente es impulsada por el gobierno, mientras que las dos siguientes (b y c) son propiciadas por los moradores generalmente inmigrantes.
En los planes de vivienda gubernamentales, los vecinos sienten que sus barrios son marginales, incluso sienten que los barrios recién construidos van a traer una serie de problemas; esto junto con el hecho de que los nuevos barrios (periféricos) no cuentan con infraestructura importante en salud y educación.
Las ocupaciones, muchas veces en barrios de plusvalía alta, están sancionados socialmente bajo el principio de intrusión social máxima (principios puertas adentro, no develado públicamente por funcionarios), en virtud del cual se considera que las personas pobres deben permanecer en barrios pobres, sin tener el derecho a ocupar barrios de clases altas. De ahí que el aparato legal se encarga de desalojar a las personas ocupantes.
Las villas, por su parte, están toleradas, porque se encuentran en el Gran Buenos Aires, sin afectar directamente a los barrios porteños, cuyos habitantes, por cierto, tienen imaginarios (muchas veces equivocados) respecto de las personas que viven en las villas. Me parece además que las villas han logrado cierto reconocimiento, porque los curas villeros, adherentes a la teología del pueblo (teología de la liberación en clave argentina), han logrado, al menos en algo, cambiar las percepciones sociales respecto de las villas.
El texto de Cardoso nos hace ver que la ley funciona de una manera distinta en los barrios marginales: ahí es posible que los agentes puedan cometer abusos y violaciones a los derechos humanos de una manera totalmente impune.
En los textos se destaca la importancia del espacio vivido como elemento fundamental para la construcción del espacio urbano, y de esta manera generar una relación entre los actores, dejando atrás la hipótesis de la planificación racionalista que afirmaba que el diseño sería la base que moldearía a los comportamientos sociales, pues como se mostró en el texto de María Cravino, los actores no se delimitan a un cierto espacio y momento, sino su vida ronda entre las escalas de vivienda, barrio y el entorno urbano enlazadas entre sí, y teniendo cada uno características propias que son construidas por los habitantes, y de ésta manera se critica a las implantaciones simplistas que no tienen participación activa de los futuros usuario ni espacios que promuevan la inclusión e interacción.
ResponderEliminarLos actores que juegan los papeles fundamentales de los espacios en disputa sin duda son los marginados y el estado, pero adicionalmente se suman quienes han adquirido el derecho a vivir en la ciudad y ven vulnerados de cierta forma sus atribuciones cuando los primeros se introducen a ésta, pues por definición los marginados deberían habitar al margen de la ciudad, por lo tanto una vez más se observa a la ciudad como un espacio de privilegio para quienes se les permite habitar en ella.
Inclusive entre los marginados existen limitaciones en los recursos que poseen para reclamar un espacio de inclusión, pues como se observa en la diferencia entre villeros y ocupantes, existe para los segundos un mayor estigma social por incumplir el principio de máxima intrusión socialmente aceptable que se ve afectado mayormente por su dispersión y transitoriedad.
Marcela Caicedo
En los textos se puede advertir que el interés que guia a las personas que forman parte de un asentamiento está ligado a la necesidad fundamental de tener una vivienda, lo cual está directamente relacionado con el conjunto de derechos humanos sociales.
ResponderEliminarEl Estado como garante de los derechos humanos es el encargado de crear políticas públicas que permitan a las personas contar con un lugar en el cual habitar. Los asentamientos son la ventana que permite mirar el incumplimiento de las obligaciones del Estado, así como su falta de interés en los temas de vivienda, y la ausencia de planificación e inversión de fondos públicos para estos casos.
Ante los asentamientos el Estado opera o bien a través de la violencia con el afan de "disciplinar y moralizar sobre los usos idebidos del espacio urbano " (Carman) o bien a través de mesas de concertación en donde supuestamente se da las personas necesitadas el espacio necesario para resolver sus problemáticas. Sin embargo hay que preguntarse si realmente este espacio se convierte en un mecanismo de participación ciudadana real donde se escucha la voz de todos y no solo de algunos o si se trata mas bien de una estrategia para "afrontar la irresoluta cuestión social urbana" (Hurtado).
En definitiva lo que se consigue con la disputa son políticas públicas clientelares que no resuelven los problemas de raíz y funcionan como una cortina para tapar la ventana del desinterés del Estado frente a las personas consideradas "marginales".
Las distintas modalidades precarias de habitar en la ciudad (desde las villas hasta las ocupaciones ilegales de baldíos e inmuebles) han construido en el imaginario social distintas formas de “alteridad histórica” (Carman), alteridades que son encarnadas en los habitantes de estos espacios precarios, es decir, en la estigmatización social del “ilegal” “marginal” que habita estos espacios.
ResponderEliminarLo que nos lleva a plantearnos ¿Cómo estos procesos de ocupación del espacio, van develando una serie de procesos conflictivos, que manifiestan las tensiones de los agentes y la lucha por el espacio urbano? En palabras de Cravino esta conflictividad se manifiesta en las tensiones circundantes de los procesos de construcción social del espacio. Donde no solo interviene el Estado, como propulsor de una serie de políticas habitacionales; los municipios, como la institución encargada de conciliar las políticas habitacionales y urbanas; la empresa privada encargada de construir los planes de vivienda que produce el Estado y Municipio; sino los directamente implicados, es decir, los usuarios y habitantes de estos espacios (que casi nunca son tomados en cuenta para la construcción de sus espacios).
En este contexto, ¿Qué tipo de políticas públicas deben aplicar el Gobierno y los Municipios, para frenar la estigmatización social de los grupos sociales que viven en condiciones precarias de habitar? A la vez ¿Qué tipo de mediaciones deben desarrollarse entre los diferentes actores que ocupan el espacio físico y social?
El problema de la informalidad en América Latina ha tenido respuestas estatales dentro de la lógica del mercado, evidenciando la falta de comprensión del fenómeno en toda su extensión. Abramo nos habla de una lógica distinta, la de la necesidad, que es la que define la marginalidad en las ciudades de América Latina. El problema de la vivienda también es enfocado desde la perspectiva de la “propiedad”, reduciéndolo a eso – es decir que si un segmento de población puede a través de cualquier forma de financiamiento, adquirir una vivienda, entonces se ha solucionado el problema-, cuando se trata del acceso a la ciudad, a la vida urbana lo que está en juego. La periferia de las ciudades de Latinoamericana está social y espacialmente aislada de la ciudad y todos sus beneficios. Esto genera una gran inequidad en el territorio y en la sociedad.
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