miércoles, 6 de febrero de 2019

Tema 2. Marginalidad Urbana

Sesión 9. "Cultura de la Pobreza" o "Redes de solidaridad"

 Resultado de imagen para los hijos de sanchez

El trabajo de de Oscar Lewis "Los hijos de Sáchez" llegó al cine en 1978 a través de la película dirigida por Hall Barlett con un reparto de las celebridades de la época. Esta novedad cinematográfica resondió a éxito de la publicación del texto etnográfico en ingles en 1961. Sin embargo en México la publicación en español de la etnografía de Lewis llegó a recibir una demanda de la Procuraduría del Estado por considerarla difamatoria de los valores de la nación. Más allá de la polémica acerca de la práctica del impacto público del trabajo etnográfico, el debate que generó la obra de Lewis sentó las bases de las formas de mirar la marginalidad en América Latina. El objetivo de las sesión es hacer un ejercicio de reflexividad acerca de la mitificación de la marginalidad en la región, tanto desde la mirada miserabilista como desde las propuestas apologéticas de las dinámicas populares.

18 comentarios:

  1. Tanto Lewis (2009) como Lomnitz (1975) estudian a familias pertenecientes a poblaciones que enfrentar duras condiciones de vida. En los trabajos de ambos aparecen historias de personas, sus vínculos con sus familias y otras personas cercanas. Sin embargo, cada uno de ellos analiza de distinta manera las realidades de estas poblaciones.
    Tomando como punto de partida al concepto de pobreza, Lewis sostiene que en este sector poblacional se pueden identificar ciertos comportamientos y modos de vida particulares. A través del caso de la familia Sánchez, por ejemplo, Lewis trata de mostrar el fenómeno de la procreación que no toma en cuenta las condiciones sociales y económica. Jesús Sánchez ha procreado con varias mujeres, las cuales, a su vez, han tenido hijos de matrimonios previos.
    Lomnitz, por su parte, retoma la categoría de marginalidad. En su introducción, Lomnitz justifica esta elección conceptual: A diferencia del concepto de pobreza, que solamente toma en consideración los ingresos económicos, el concepto de marginalidad revela la falta de integración funcional al esquema de producción predominante. Lomnitz también cuestiona el acercamiento de Lewis y señala que la pobreza no es el resultado de ciertos elementos culturales, sino que dichos elementos son mecanismos de defensa desarrollados para hacer frente a situaciones materiales difíciles.
    Según Lomnitz, los marginados aseguran su sobrevivencia a través de la reciprocidad. En la ciudad hay un nicho ecológico que permite a los migrantes recién llegados adaptarse a un medio hostil. A través de varios casos, Lomnitz identifica varios tipos de redes sociales basadas en el intercambio recíproco de bienes y servicio. Criterios como la confianza y la cercanía son claves en el funcionamiento de estas redes.
    Una interrogante que surge al respecto es: ¿el criterio de reciprocidad que Lomnitz retoma de Polany está siempre presente entre las poblaciones denominadas marginales? Asimismo, si las situaciones de pobreza no son originadas por la cultura de pobreza como señala Lewis, entonces, ¿cómo surgen y se forman aquellos elementos identificados con la “cultura de la pobreza?

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    2. Lomnitz (1975) hace referencia en su trabajo a los apuntes de Lewis referentes a esta “cultura de la pobreza”. Con él discrepa en el siguiente punto: mientras Lewis teoriza que esta se debe al “diseño existencial” o la cultura intrínseca del individuo, Lomnitz cree que el factor que determina la existencia de estos marginados es la de inseguridad crónica de empleo y de ingresos, consecuencia de su poca integración al sistema de producción industrial. Considera que si la cultura debe tener una definición, esta debe realizarse sobre la base de estos tres niveles: el económico, el social y el ideológico (P.24)
      En este plano, arguye que, siendo el caso de que los pobres se mueven en un estrato social, económico e ideológico que no pueden controlar, se enfrentan a realidades que ponen de manifiesto comportamientos “aberrantes” desde el punto de vista de la sociedad dominante, pero que no son más que el reflejo de desarrollarse en un estilo de vida incompatible con su plena realización del patrón cultural (P.24)
      Lewis -según Lomnitz- muy lejos de su intención inicial, termina juzgando a los pobres como los causantes de su propia pobreza al acusar sus valores y posesiones materiales como las causas primarias de su estado, cuando la realidad, es que esta “cultura de pobreza” es un fiel reflejo de un grupo social al que se le ha negado el derecho de desarrollar su propia cultura e incluso a olvidarla, porque debe ajustarse a patrones inalcanzables. Patrones frente a los cuales debe hacer uso de toda su capacidad escamoteadora para sobrevivir (P. 25).

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  2. Tanto en Lomnitz (1975) como en Lewis (2009), la confianza “…sirve para describir las relaciones sociales más fluidas que predominan en la situación urbana.” (Lomnitz 1975, 28) De allí que el relato etnográfico de Lewis y la reflexión sobre la marginalidad de la autora buscan identificar las redes de intercambio recíproco que se crean para enfrentar la cotidianidad. Redes que no podrían tejerse en ausencia de la confianza que posibilita la familiaridad mutua. Una vez sentada esta voluntad de cumplir con las obligaciones de esta relación, podemos encontrar que la reciprocidad responde a una de las tres categorías generales en la transacción para el intercambio de bienes y servicios. En ella, se establecen los intercambios de favores y/o regalos y, a través de ella la marginalidad asegura su supervivencia. (Lomnitz 1975, 25) Ahora, el problema radica en la apología a una cultura de la pobreza donde sí sobrevivirían las relaciones sociales duraderas y donde, aunque no se produzca mercancía, se llega a conocer y establecer un vínculo quizá afectivo, con quien intercambia un favor. Sin embargo, Lomnitz señala que, pensar que el intercambio recíproco es consecuencia de la confianza inherente a la igualdad de carencias sería un error al considerar que “(…) tal cosa ocurre solamente entre los marginados. Al contrario, se observan mecanismos muy similares entre la clase media y probablemente en todos los estratos de las sociedades urbanas latinoamericanas.” (Citado en 1975, 167) De igual forma, entender el campo social como “…un conjunto de individuos relacionados por alguna variable subyacente al campo.” (1975, 140) nos llevaría a entender que los grupos humanos que lo conforman también están sujetos a la confianza que “(…) implica familiaridad (cercanía social), oportunidad (cercanía física) y conocimiento de las mutuas necesidades y carencias (cercanía económica).” (1975, 142-143) Por lo cual propongo discutir ¿de qué manera, la lectura de Lomnitz nos permitiría cuestionar cómo se ha utilizado el eufemismo de “redes de solidaridad” en lugar de “abandono estatal”?

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    1. Si bien la lectura de Lomntiz puede pensarse como una apología a las redes de intercambio (y por tanto una manera de disfrazar el abandono del Estado), sí es posible identificar ciertos matices que nos permiten pensar una mirada más comprometida con las situaciones de vulnerabilidad de “los marginales”. No es directa, no denuncia, pero por ejemplo hace la diferencia entre pensar la marginalidad como un problema estructural y no solamente como un problema de bajos ingresos. En este sentido, pensar de manera estructural implica entender que las situaciones de alta vulnerabilidad de estas personas no se resuelven con soluciones de tipo espacial/urbanístico ni tampoco son situaciones transitorias hacia un modo de vida mejor. La manera en que estas personas se insertan en la economía urbana sostiene sistemáticamente su posición de vulnerabilidad. Ahora bien, según el capítulo donde nos introduce en sus ideas principales se destacan dos miradas acerca de cuál es la participación de la marginalidad en la economía: por un lado la mirada de Adams donde entiende que la marginalidad no es un problema de dependencia (Sunkel y Quijano) sino que radica en la imposibilidad de tener control sobre la economía industrial; y por otro lado la mirada de Lomnitz donde ubica la marginalidad como “condición de inseguridad crónica de empleo y de ingresos”... “falta de integración al sistema de producción industrial y no de una determinada cultura o diseño existencial como define lewis” (24).
      Una crítica contundente que se ha hecho a los estudios de marginalidad es pensar que no forman parte del sistema, que se encuentran no-integrados al sistema, cuando en realidad conforman los intersticios informales del sistema económico dominante, del sistema Estatal incluso.
      Quisiera rescatar de ambos trabajos, tanto del de Lewis como de Lomnitz la presentación de dos formas de abordar la misma problemática: por un lado una etnografía exhaustiva que, a pesar de las conclusiones de Lewis, nos permite revisar diversos aspectos importantes de la vida de este grupo en particular y llegar a distintos análisis (por ejemplo pensar la división sexual del trabajo, la apropiación del trabajo de las mujeres, cómo se pensaban y conformaban las parejas, las alianzas femeninas por debajo de la óptica patriarcal, etc.). Y por otro lado, el trabajo de Lomnitz representa un inicio de lo que luego serán los análisis de redes y los resultados a los cuales pueden llegar. Lamentablemente este tipo de trabajos, por ser análisis de sistemas, caen en una mirada biologicista que a mi parecer restringen las posibilidades de pensar las relaciones sociales desde su especificidad, y no desde analogías con ecosistemas y funciones.

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    2. Es muy importante el debate que suscita Eliana, en consonancia con las miradas que históricamente se han construido sobre la “marginalidad” en América Latina, para lo cual, los planteamientos de Lariza Lomnitz (1975) y Oscar Lewis (2009) desde sus diferentes perspectivas inducen a diferentes respuestas sobre “¿cómo se ha utilizado el eufemismo de “redes de solidaridad” en lugar de “abandono estatal?”. Lewis con los hijos de Sanchez le mostraron al mundo del México moderno, próspero y optimista de aquellos tiempos, el llamado milagro mexicano, era sólo una cara de la situación, y que el México habitado por la familia Sánchez era otra, aspectos como la pobreza, la violencia doméstica, el abuso contra la mujer, el rudo mundo masculino y la vecindad como espacio de identidad son presentados claramente. Pero la cuestión que incomodó a los portadores del relato de la nación moderna es que los Sánchez eran inteligentes, elocuentes y muy explícitos, en unas condiciones deficientes, según Lewis vivían en “una colonia proletaria, sin agua, drenaje ni electrici­dad y la mayor parte de sus casas estaban habitadas por los propietarios, aunque algunas de ellas eran verdaderas chozas. Había un solo camino sin pavimentar, una capilla sin terminar y dos pequeñas tiendas”(Lewis 191). Las condiciones de habitabilidad de los Sánchez remite al concepto marginalidad expuesto por Lomnitz, tiene que ver con estar en el margen, en el borde, en la periferia, tiene que ver con un vector de centro/periferia, directamente relacionada con la pobreza, con la miseria, con la exclusión social. La marginalidad como “ausencia de un rol económico articulado con el sistema de producción industrial” (Lomnitz 17) lo cual en un momento de transición como dice la autora, se origina el intercambio de favores y de regalos que es consecuencia y parte integral de una relación social (…) la marginalidad, asegura su supervivencia mediante el uso de la reciprocidad”(25). Para decir que las “redes de solidaridad” entre parientes y vecinos radica en que representan el mecanismo socioeconómico que suple la falta de SEGURIDAD SOCIAL, como mecanismo de emergencia, basado en la reciprocidad (26), aquello como bien se expresa es transitorio, como medida temporal y no definitiva en las comunidades, lo cual, termina corriendo el foco del “abandono estatal” como fuente intencionada de producción de marginalidad y discursos de limpieza criminal modernas como lado ocultos de la democracia.

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    3. Lomnitz nos ilustra sobre una forma de cooperación, que me parece, por sobre todo, muy propia de las sociedades agrícolas en las que muy difícilmente una sola persona es capaz de plantar, cuidar, cosechar y negociar, por tanto necesita de otros. Esa forma de cooperación parece estar muy absorbida por estos migrantes del campo que reconocen en las situaciones de necesidad, la necesidad del otro, en las que una sola persona no es capaz de solventar la solución a los diferentes problemas que se presentan en la exclusión (especialmente de servicios básicos y los equipamientos), solo la cooperación parece ser el mecanismo de supervivencia.
      En la etnografía de Oscar Lewis, se ve muy marcada esta necesidad de cooperar y coexistir en las necesidades. Cuando todas estas mujeres con todos esos descendientes de varios padres pero bajo el patriarcado de “Jesús”, cooperan y coexisten en un hogar, a pesar de las diferentes Intensidades de Intercambios (como ilustra Lomnitz), sustentan un hogar y tienen esta Red egocéntrica que les permite a pesar de la escasez de recursos sobrellevar las peripecias de la vida cotidiana, así asienta esta idea.
      Pero, ¿son un eufemismo las redes de solidaridad?. Me parecen que son son mecanismos de supervivencia, mecanismos que no solo se ven en las “sociedades marginales”, el tema de los favores, por ejemplo, está en la espalda de todos los políticos.
      Por otro lado, los mecanismos que sí me parecen que están relacionados con el abandono estatal, están relacionados con la limitada o nula posibilidad de acceder a los servicios y equipamientos de los que dispone la “la clase acomodada”.
      La formación como mano de obra calificada es una aspiración a la que con dificultad acceden unos pocos. Y los que pueden acceder a estos beneficios, han ampliado de algún modo su percepción del entorno”, visión que parece desencajar en el medio original. Esto se ejemplifica en el relato de Lewis cuando “Consuelo”, quién tuvo formación, es de algún modo rechazada o minimizada por quienes no pudieron acceder a ella (y este desentendimiento se ve reflejado hasta en su padre). Pero claramente, no es una situación generalizada. Sucede también que el orgullo de la familia pasa por aquellos que van llegando cada vez más a eso que los primeros migrantes ven como lejanos.
      Pero cómo el actuar del estado puede agenciar como en el caso de Consuelo. Ahí está la necesidad de la intervención antropólogo con el reconocimiento de estas particularidades.

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    4. Responder a esta pregunta requiere un análisis más profundo sobre las obligaciones del estado con los sujetos que habitan las ciudades, y las relaciones de estos con el estado y el nivel de desarrollo económico que posee el mismo.
      Considero tanto que Adler, como Lewis nos llevan a una lectura reflexiva sobre la situación de los grupos que han sido excluidos, sociales y espacialmente en las urbes y los procesos a los cuales se ven sometidos para su subsistencia.
      En el Primer texto, Lewis nos lleva a una etnografía donde el relato de la familia Fernández, nos lleva a entender como la sistematicidad de las acciones y el acceso a los servicios, educación, empleo y su integración o no integración al sistema capitalista configura los comportamientos y relaciones de esta familia. Gran parte de la etnografía nos habla de la cotidianidad y los efectos que produce la exclusión o el estar fuera del sistema a una familia en un territorio especifico.
      Dentro de este panorama es evidente el abandono por parte del estado, pero queda dudas sobre cuál es el papel del estado en estos escenarios donde la constante migración y crecimiento de las urbes, convierten a territorio en una mancha de aceite que no deja de expandirse.
      Las redes de solidaridad por otro lado, son a mi parecer y apoyándome en el texto de Lewis, unas formas de sobrevivencia de los grupos que han sido marginados, para crear un colchón que les den la asistencia social que el estado no les ofrece al estar fuera del sistema capitalista productor, no creo que un término busque ser un forma de tapar el otro, ya que estas redes que nacen como una forma de estabilidad de los individuos que la forman dados por mecanismos de cercanía y confianza, ya que: “a mayor vecindad, mayor interacción social y mayores oportunidades de intercambio”

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  3. La mirada que Lewis propone tiende a ubicar el fenómeno de la pobreza en el campo de los imaginarios (miserabilistas o apologéticos), al hacer énfasis en sus aspectos culturales. Sin embargo la marginalidad es un asunto de mayor complejidad. Como lo señala Lomnitz:

    “Posiblemente, la falla de Lewis consiste en el excesivo énfasis que pone en el sistema de normas y valores, y en las posesiones materiales de los pobres, que representan al fin y al cabo sólo una manifestación de su realidad económica (…). Los pobres ocupan un determinado estrato socioeconómico en esa sociedad y sus patrones de comportamiento económico, social e ideológico se derivan de una estructura social que ellos son los últimos en controlar” (p. 24).

    Reducir la pobreza a la discusión sobre los imaginarios, frecuentemente nos lleva a pensar en los pobres como sujetos carentes de ingresos, únicos responsables de su situación y por tanto a calificar su “imposibilidad de valerse por sí mismos” o a romantizar sus condiciones y esfuerzos. En últimas, nos vemos en la necesidad de hacer valer un prejuicio.

    En este sentido considero que la discusión sobre los imaginarios debe ser un capítulo de una discusión más compleja, como lo propuso Lomnitz, quien aborda la problemática no como pobreza sino como marginalidad, la cual define como “ausencia de un rol económico articulado con el sistema de producción industrial” (p. 17) y sobre la cual señala posibles causas, entre ellas el proceso mismo de industrialización, la dependencia económica de las economías del tercer mundo como proveedoras de materias primas y en especial procesos sociales como la migración, que se acompaña de la brecha entre la mano de obra cualificada y la mano de obra rural.

    En otras palabras, la mirada estructural evidencia que la marginalidad no solo se expresa en la disparidad respecto al ingreso, sino también respecto a la participación en la producción, el consumo y las decisiones económicas. Por supuesto la cultura no desaparece en esta perspectiva, pero se inscribe en un campo más denso de relaciones sociales y económicas y no en lo mítico. Las relaciones parentales, la confianza y el trabajo artesanal, por ejemplo puede verse en el marco de construcciones culturales importantes para la sobrevivencia de los marginados. El crecimiento sostenido del fenómeno migratorio en América Latina puede dar cuenta de la funcionalidad de estos elementos.

    Actualmente, es posible identificar ésta complejidad de los imaginarios respecto a la marginalidad o la pobreza, por ejemplo cuando se habla de economía popular, economía solidaria, incluso en el discurso del apoyo al emprendimiento o en las manifestaciones para incidir en las políticas de libre comercio. Diversos actores como el Estado, movimientos sociales y organizaciones no gubernamentales trazan propuestas en estas múltiples direcciones.

    Si es cierto que la discusión sobre la “cultura de la pobreza” se ha complejizado y que la mitificación de la marginalidad es solo un aspecto a considerar en el marco de procesos estructurales más complejos ¿cuál es el valor agregado de abordar la problemática de la marginalidad, desde los imaginarios? ¿qué alternativas pueden surgir a partir de las propuestas o inquietudes expresadas por los autores? ¿cuál sería el aporte de la antropología para mediar en la problemática de la marginalidad?

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    1. Creo que es bastante oportuno relacionar la noción de imaginario con la de pobreza o marginalidad como hace el Felipe. Voy a hablar más que desde los textos desde mi experiencia personal (aunque si mencionaré a Lomnizt). Debo admitir que a penas si empezado el texto de Lewis y no se si quiera seguir con él.

      Como estudiante de arquitectura me involucré como voluntario en una fundación compuesta por estudiantes de arquitectura, sociología, antropología y gestión social que se dedicaba a la construcción de vivienda de emergencia y que luego ampliamos a la construcción de infraestructuras comunitarias. Puede que les suene, sí algo tuvo que ver al inicio con esa organización que hace colectas una vez al año en la calle, donde te dan una coca cola, pero la relación fue corta y al final nosotros, como otro par de núcleos de esa organización en Latinoamérica, nos independizamos de los de la colecta. En fin.

      Creo que el texto de Lomnitz es ya un gran aporte para mediar con la pobreza desde la antropología, es un contraste a la descripción etnográfica más miserabilista que transforma a la pobreza y marginalidad urbana en una ‘otredad peligrosa’, si cabe. Además, esta visión de la marginalidad es reforzada por los medios para generar imaginarios que muchas veces no muestran el tejido de solidaridades que ocurre en esos espacios marginales de la ciudad. No niego las descripciones de Lewis, cuando trabajé como voluntario en la Santa Marta en Santo Domingo (en esa época) de los Colorados la presencia de problemáticas sociales era innegable, como innegable la ayuda a la vecina que no podía asistir a los voluntarios en la construcción de su casa por parte de alguna otra vecina.

      Cuando las ong’s (la organización de la yo formé parte era una ong en proceso que no llegó a concretarse), a veces también el estado, utilizan los términos economía popular, economía solidaria, apoyo al emprendimiento creo que obtienen el valor agregado de posicionarse como agentes de una mirada y un operar aséptico frente al problema, eso les da cierta legitimidad social, ahí el valor agregado.

      Vuelvo a la pregunta sobre que puede hacer la antropología. Por fácil que pueda parecer la respuesta mostrar los dos lados de la historia, de la etnografía. El texto de Lomnitz me remite un poco al trabajo de Lucía Duran “La Ronda: olvidar el barrio, recordar la calle” (https://biblio.flacsoandes.edu.ec/libros/digital/56210.pdf). La Ronda fue un espacio que a partir de la construcción por parte de los medios de un imaginario que aplanaba y simplificaba la realidad de las relaciones sociales en el barrio de la Ronda, “sitio solo de ladrones, prostitutas y microtraficantes”. Esto sirvió al poder municipal para especular sobre el valor del lugar, sacar los vecinos (en algunos casos familias que tenían relaciones cordiales con las trabajadoras sexuales) en nombre del patrimonio y el turismo. Quizás no solo hace falta contar los dos lados de la etnografías, sino también ponerlas a circular y que sean más digeribles y lleguen a más gente.

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    2. Es interesante hacer una mirada sobre las formas en que en las barriadas se constituyen redes de intercambio, cómo lo menciona Larissa Lomnitz, redes que pueden ser familiares, vecinales o mixtas y como estas son dinámicas y fluctuantes en el tiempo.
      Sin embargo, y por otro lado Oscar Lewis hace una descripción a través de las peripecias de vínculos familiares y laborales que vive la familia Sánchez, descripciones de tipo económico, sobre lo que poseen y lo que no, como se relacionan y organizan entre ellos “posiblemente, la falta de Lewis consiste en el excesivo énfasis que pone en el sistema de normas y valores, y en las posesiones materiales de los pobres, que representan al fin y al cabo solo una manifestación de su realidad económica” (Lomnitz 2006, 24).
      Partiendo desde estas dos posturas conceptuales respecto a la marginalidad, quiero responder a la pregunta ¿Cuál sería el aporte de la antropología para mediar en la problemática de la marginalidad? Así como Lewis hace una descripción detallada de la vida de la familia Sánchez, también hay un cuidado con las minucias de la cotidianidad de este núcleo familiar, intenta a través de las palabras escritas mostrar algunos rasgos y ocupaciones de los integrantes, sin embargo me parece que también se debe partir de aquello que Foucault llama la “voluntad de saber”, ¿qué es lo que hay ahí que me interesa? ¿Para qué? ¿Por qué es necesario la descripción de las situaciones marginales?, es así que planteo que lo veo desde una posición ética de quien investiga, de poder tener dispuestos los sentidos sobre el contexto, el tiempo y el espacio, pues así como Lewis se interna en las minucias familiares y Lomnitz describe redes de intercambio como una consecuencia de agrupaciones de familias, vecinos que traen consigo la migración, también se puede hacer otro tipo de acercamientos a quien quiere contar algo de sí, de su vida, de exponerse frente al otro.
      Hay retos a los cuales se enfrenta la antropología por medio de la visualidad, me parece que esta herramienta nos puede acercar a otro tipo de percepciones y sensibilidades de lo humano, la imagen y sobre todo la imagen en movimiento permite que queden captadas rasgos, miradas, movimientos de fondo que también hablan, cosas que no pueden ser dichas a través de palabras y menos ser traducidas o convertidas en textos.

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    3. Para la primera pregunta, es útil retomar el aporte de Angela Giglia (que leímos para la sesión de hace ocho días). Angela reflexiona sobre la saturación de definiciones sobre los objetos de estudio de la ciudad. Esta amplía producción de representaciones, en este caso sobre grupos y sujetos marginalizados, es producida por la academia, medios de comunicación y actores con “derecho de voz y poder para ser escuchados” (Giglia 2012, 67), enmarcados en en procesos transnacionales y globales. Para la autora, estas representaciones, ideas preconcebidas e incluso prejuicios, deben ser tomadas “como parte de lo que hay que investigar, sin confundirlos con nuestra definición -posiblemente original- del objeto y del problema de estudio. [...] Se trata de tomar distancia del sentido común producido sobre el objeto para no contribuir a reproducirlo” (67).
      Entonces, lo potente de abordar ‘la marginalidad desde los imaginarios’ es que nos permite contribuir, eventualmente, a su re definición y comprensión y no a “amplificar discursos estereotipados”. Aunque no es poco frecuente, como ya se ha mencionado aquí, que la producción de conocimiento antropológico contribuya a amplificar y profundizar discursos estereotipados, ‘miserabilistas y apologéticos’.

      Siguiendo a Lomnitz, este abordaje desde los imaginarios no puede ignorar las estructuras sociales y económicas, como lo hizo Lewis. Además, tendría que tener en cuenta una mirada interseccional, que incluya en su análisis las estructuras coloniales, sexistas, raciales, heterosexistas y cisgeneristas.

      En relación a la segunda pregunta, es útil la reflexión que plantea Philippe Bourgois en su libro ‘En busca de respeto, vendiendo Crack en el Harlem’. Philippe plantea un posicionamiento claro en relación a “la política de representación” y las posibles consecuencias de su trabajo a propósito de los puertorriqueños vendedores de crack en el Harlem de Nueva York. En este sentido afirma:

      “concuerdo con los científicos sociales críticos del tono paternalista con que los tratados académicos y la literatura periodística estadounidenses acostumbran tratar el tema de la pobreza. Sin embargo, el combate contra los prejuicios moralistas y la hostilidad de la clase media hacia los pobres no debe acometerse al costo de “desinfectar” las calles de la inner city y presentarlas como si la destrucción y el sufrimiento no existiesen. Me niego a omitir o minimizar la miseria social de la que he sido testigo por temor a que una imagen desfavorable de los pobres se perciba como injusta o “políticamente incómoda”, pues eso me haría cómplice de la opresión.” (42)

      En concordancia con esto, presenta un análisis en el que se subraya “la relación entre las restricciones estructurales y las acciones individuales” (42). Para este caso, el proceso de desindustrialización de los Estados Unidos y su giro hacía la economía de servicios; las prácticas imperialistas de los EE.UU hacía la isla de Puerto Rico, que tuvo como una de sus consecuencias la migración masiva de sus habitantes durante las décadas del cincuenta al ochenta; y finalmente los efectos de las políticas de ‘guerra contra las drogas’.

      Es decir, una posibilidad es la que acoge Bourgois de presentar un análisis que se aleja de las posiciones paternalistas, miserabilistas o apologistas, sin “desinfectar” u omitir el sufrimiento, subrayando al tiempo las causas estructurales de la marginación.

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  4. La mitificación de la marginalidad...

    Lewis narra la vida de los Sánchez y entendemos que los inserta en una “cultura de pobreza”. Resalta en su relato el valor, la gracia y el humor con el que sobrellevan su cotidianeidad. Lomnitz dice que no han escogido estar ahí, que es una falencia del sistema y que están inmersos en un sistema del cual difícilmente pueden salirse.

    Lomnitz en el primer capítulo de la lectura define la terminología y crítica el modelo de Lewis. Sostiene que no es que exista una cultura de la pobreza per se. De hecho separa marginalidad de pobreza. Dice que la marginalidad se debe a la “incapacidad de las actividades modernas de la más alta productividad para absorber toda la mano de obra y la incapacidad del sistema educativo de transformar con mayor rapidez la estructura de calificaciones de la misma”.

    Mientras Lewis sostiene que los pobres son pobres por que así lo quieren, Lomnitz dice “No debemos olvidar que los pobres son miembros de una sociedad más amplia y que su cultura, o “diseño existencial”, no difiere esencialmente del que tiene la sociedad en su conjunto. Los pobres ocupan un determinado estrato socioeconómico en esa sociedad y sus patrones de comportamiento económico, social e ideológico se derivan de una estructura social que ellos son los últimos en controlar”

    Ambos autores describen como estas personas sobrellevan sus vidas, Lewis la narra y Lomnitz teoriza sobre la red de Intercambios, “la red es un concepto abstracto que se basa en la intensidad de intercambio, variable que fluctúa en el tiempo.” que se sostiene por la cercanía física y por la confianza.

    Lomnitz dice que esta migración genera un desequilibrio en el ecosistema de la ciudad, generando presiones económicas que desvían los recursos de las ciudades. Hablará de la migración en términos de ecología y concluirá con la idea de que estos ecosistemas son interdependientes, así como la ciudad necesita de los marginales, ellos de ella. El círculo es infinito.

    Menciona que quien migra a la ciudad es por que tiene un familiar o conocido a donde llegar. Que este éxodo está dictado por varios factores entre ellos la falta de inversión en la agricultura así como la concentración de servicios en las ciudades. Que el pensar en que las barriadas son un lugar de paso transitorio, es ilusorio...


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  5. ahora, sobre las miradas en esta mitificación de la marginalidad, es curiosa la sinópsis de la película hecha a partir del trabajo Lewis por que la resume así: The Sanchez clan has seen the worst of times living in impoverished Mexico but they have survived by sticking together.

    El "quedarse juntos" visto como un valor. Mas que como una necesidad para la subsistencia que es lo que aparece en la mirada mas crítica de Lomnitz.

    Ya que estamos, les comparto el trailer de Los Olvidades de Buñuel hecha en el 50 y que transcurre en México, retrata algo similar a lo narrado en ambos textos. La peli completa también está colgada en youtube. https://www.youtube.com/watch?v=DxmJ5Su5nGM

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  6. Las desigualdades sociales han sido investigadas convencionalmente como procesos sincrónicos dentro del marco de lo económico, fronteras nacionales, la clase. La forma de abordaje de la marginalidad no ha considerado adecuadamente las dimensiones históricas y los entrelazamientos globales, las interconexiones entre clase, etnia, migración etc. Entender la desigualdad, no puede ser a partir de una unidad de análisis preferida. Lo relacional debe ser el eje analítico para entender la estructura de la marginalidad “la marginalidad reviste formas mas agudas” (Lomnitz, 1975) La marginalidad se puede definir como una asimetría entre las posiciones de ciertos individuos o grupos sociales. Las posiciones económicas, políticas, legales influyen en el tema; separarse de la subjetivación de Lewis de que la condición de inseguridad, la falta de integración al sistema de producción o cultura de la pobreza produce el diseño existencial a modo de predeterminación natural. Lomnitz desarrolla un conjunto de características e interrelaciones entre los niveles: económico, social e ideológico desde los cuales se puede abordar a la marginalidad.

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  7. Daniel dice:

    En ambas lecturas, me es imposible no advertir una sensación de total familiaridad con los descrito por los autores. En muchos hogares latinoamericanos, se vive precisamente esta forma redes de reciprocidad.

    La posible ayuda por parte de los miembros de una familia, la red de reciprocidad con todos los códigos que se describen, desde un mito de origen familiar, que puede tener su origen en el abuel@ de la familia hasta la estratificación de los miembros; como por ejemplo: enviar a los más pequeños, indistintamente de la familia a la que pertenezcan a comprar algo a la tienda para los adultos. Producen una sensación de nostalgia que emana de cada una de las descripciones.

    Es una situación muy practicada en las familias de Latinoamérica, aunque al final de la lectura de Lomnitz se habla de cómo la precariedad de los miembros y las necesidades son vías en las que estas redes funcionan; creo que estas redes tienen una difusión más extensa y no sólo centralizadas en las marginalidades.

    Y quizás esa crítica o exotización que parten de las redes de cooperación que los miembros de las familias descritas sea una de las rupturas más grandes que podemos tener en relación a la estructura social de otras latitudes. Recordando el origen angloprotestante que tienen la sociedad estadounidense y cómo una intranquilidad e incluso verguenza se despierta en la psique de las comunidades que tienen un problema de marginalidad, ghetos o barrios "marginales", la manera en que los barrios en poblaciones como las descritas sobrellevan la precariedad;serían impensables.

    A los 18 años, los jóvenes en las ciudades de Estados Unidos, son motivados culturalmente a independizarse o compartir espacios en las Universidades dentro de fraternidades y espacios en los que comparten vivienda, pero de ningún modo podrían vivir después de este límite temporal con su familia. En cambio los miembros de una familia latinoamericana comparten el espacio de vivienda mucho después de este límite (especialmente si realizas una maestría y debes ahorrar gastos) de tiempo, generando casi armónicamente estas redes de solidaridad, incluso es importante que exista una familia central que irradie, desde una fuente común a sus hijos con sus respectivas familias. En algunas zonas del país, viene a mi memoria el barrio "La Victoria" de la ciudad de Ambato; todos los miembros son familiares, primos, tios abuelos, y demás que engendraron una descendencia que saben de sus orígenes comunes pero se resguardan en sus familias más cercanas, sin embargo este aroma a comunidad familiar es muy importante para conservar esa armonía comunal.
    Si bien existen asociaciones en los ghettos, estos responden a un origen en común, sea este racial o comunal. Sin embargo, en latinoamérica el origen y el pegamento indiscutible es familiar.

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    1. Daniel dice:
      Creo que todos conocemos bien eso y refranes como: la sangre pesa más que el agua, son poéticas que se desprenden de estas redes de solidaridad. Las comunidades entonces se tornan familiares, pero partiendo del hecho de que, antiguamente, una familia podía procrear hasta nueve niños y estos a su vez igual o menor descendencia, las familias funcionan como una gran comunidad de extensión continua.
      Es muy curioso ver que todas esas reglas, acerca de las prestaciones; consideradas como robo después de cierto tiempo y sobre el dinero, que muchas veces tranzamos con familiares, a veces de mala gana, sean reglas que se entienden casi naturalmente en nuestro entorno.

      Siento que en muchos párrafos nos describen cosas casi obvias dentro de nuestra cultura. En especial, la táctica del padrinazgo, no hay mejor manera de casar al mejor amigo del padre o a la prima de la madre con la familia que usando este medio. Los compadres y las comadres acuerdan una red de solidaridad basadas en la crianza de la siguiente generación.

      Creo que los autores centran la visión de estas redes en la precariedad de ciertos miembros, si bien la eficacia de los intercambios sean económicos y simbólicos, no sólo se limitan al entorno de las necesidades, sino a la sensación de pertenencia que las familias tienen en estas latitudes del planeta.

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  8. En la descripción del caso de la familia Sánchez, escrita por Lewis (2009), se despliegan elementos de carácter material, cultural y social. El espacio en el que se desarrolla la vida cotidiana, las relaciones familiares, la relación con los animales, los conflictos y memorias de una familia extendida que habita un suburbio en la ciudad de México.
    Lomnitz (1975) señala que es importante distinguir la categoría de marginalidad de la categoría de pobreza, e introduce una nueva categoría: “marginalidad de pobreza”, para referirse a la ausencia de empleo y escasos ingresos producidos en un contexto de modernización urbana e industrial que usualmente, margina al sector agrario e industrial de la economía en países subdesarrollados. Además, estudia redes sociales definidas por relaciones de intercambio recíproco de bienes y servicios, que son de importancia social y económica fluida y adaptativa a distintas situaciones urbanas, que no necesariamente se restringen a la marginalidad.

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