Tema 4: Marginalidad Urbana
Sesión 12. Desempleo crónico, economías ilegales y tejido social
A
partir de los años 90's "la violencia" se ha convertido en el
principal discurso en torno a las ciudades latinoamericanas. Indicadores
como el crecimiento de las tasas de homicidios, el aumento de la
población carcelaria, y el despunte de la sensación de idenfensión se
han convertido en las supuestas evidencias de las permanentes "crisis de
inseguridad". En respuesta la vida urbana
se ha "seguritizado", los ejemplos más sintomáticos son el incremento de la violencia poilcial como las acciones de "gatillo fácil" en
Argentina en dónde
el uso desmedido de la fuerza reproduce las vulnerabilidades sociales, o
la implementación de la "policía de pacificación" en Río de Janeiro. Como trasfondo estructural está el incremento de las desigualdades, la intensificación de la pobreza urbana (distinta de la pobreza alsoluta) y también el hecho de que la frotetra entre la economía ilegal y la economía
informal se ha vuelto cada vez más porosa. El objetivo de la sesión es identificar las particularidades de la relación entre marginalidad y vida urbana fuera de los estereotipos comunes sobre la violencia urbana.
Perea y Giglia nos muestran una subcultura de la violencia que nace de un abandono de cierto sector social periférico por parte del gobierno central de países como el de Colombia, Brasil y México. Abandono que ha sido aprovechado por agentes violentos que basan su hegemonía en un poder económico y paramilitar adquirido en base a economías ilegales como las del narcotráfico y la coacción violenta de sometimiento so pena de muerte.
ResponderEliminarPerea nos muestra que si bien estos agentes violentos tienen incidencia en la conformación social de los lugareños, “los actores violentos no son ni mucho menos una especie de promotores comunitarios interesados en la suerte de la gente con quienes comparten el territorio; su cometido es la ganancia en el propósito de aumentarla. No tienen el menor reparo en hacer estallar una cruenta violencia, incluso sobre los habitantes de localidad”. (Pp. 50)
Siendo así, observamos cómo el tejido social se ve afectado de forma negativa por estos actores, generando una política en paralelo que resulta en la segregación y desplazamiento de los más desposeídos del resto de la sociedad, debido a este estigma que hacen pesar sobre ellos el pertenecer a territorios controlados por estos agentes. Giglia identifica tres elementos a tomar en cuenta cuando deseamos identificar las razones de la actual marginalidad urbana: el aumento de la desigualdad socio-espacial entre el centro y la periferia, la flexibilización de las relaciones laborales y la pérdida acelerada del poder de compra del salario (Pp. 62). Si nos remitimos a Perea, él considera que la solución a estos puntos de quiebre está en una efectiva inserción social y una remuneración económica digna (Pp. 68). Por tanto, ambos autores identifican como posibles focos de soluciones una intervención en el tejido social para tratar las desigualdades existentes dentro del país y que impiden una efectiva inserción social de los grupos marginados y una remuneración acorde con sus necesidades que evite el encantamiento de la juventud ante la promesa de “dinero fácil” de estas organizaciones. ¿Es esta una propuesta eficaz en vista del problema de la violencia? ¿Cómo plantear otras soluciones, tomando en cuenta el problema central, a saber, la violencia generada por el narcotráfico y el sometimiento de los valores éticos a los grupos de terror?
Es una pregunta compleja. El texto de Perea nos muestras varias condiciones que mantienen vivo el uso de la violencia en las barridas. Los actores violentos han sabido manipular con éxito la relación con los pobladores a través del surtimiento de beneficios.
EliminarLa expectativa de poder acumular riqueza que tienes los jóvenes en los relatos de Medellín y Río, pues a la perspectiva de limitadas posibilidades representa fuerte motivaciones para ser parte de esos actores vientos.
Perea nos relata un sistema de colaboración instituido sobre el miedo a la muerte, del que difícilmente se puede escapar. Sin embargo vienen a mi mente dos historias que se complementan. La primera es un acto de violencia sufrido por alguien cercano, que vivió en el acto de violencia a su hogar, respeto por su edad y por su género. Y también se me viene a la mente el ejemplo de Francisco Sabatini en Medellín también, que relata como pusieron a las madres a tomar cursos en los espacios públicos, donde los jóvenes de estas barriadas socializaban. El hecho de tener a las madres presentes, hacía que los actos delictivos se redujeran sustancialmente. El espacio pasó de ser un lugar de reunión de bandas a un espacio de juegos para niños. Este ejemplo, demuestra que hay una parte de la configuración familiar y social que cuenta con un poder silencioso capaz de generar transformaciones.
La policía y el estado han sido incapaces de solucionar los problemas de las barridas, el ejemplo anterior demuestra que el camino es otro.
En este sentido, me parece que la solución pasa por trabajar en las redes de solidaridad de estos agentes (las madres por ejemplo) que tienen ese poder silencioso de alto impacto.
Las particularidades de la marginalidad quedan ocultas por fenómenos tan mediáticos como la violencia, el miedo, el terror, la muerte. Que termina por satanizar a sectores extensos de población desconociendo sus dinámicas en la vida urbana y problemáticas estructurales de abandono estatal y apoyo integral. Las soluciones para estas problemáticas no son claras, ni hay una única fórmula, lo que sí está claro es que a través de medidas como la operación Orión que sólo incluyen la fuerza legal e ilegal del Estado, los problemas terminan por profundizar más, las salidas están en ver las dificultades como un entramado más complejo que requiere de soluciones integrales, donde lo social, lo económico y la comunidad puedan ser vistas de cara a la ciudad y no como un molesto anexo que debe ser “limpiado”. Así que el discurso del establecimiento debe reformularse al igual que la visión que en general tiene la ciudad de estos sectores marginados con sus particularidades.
EliminarMuy de acuerdo a Martin. En el texto de Perea, las fuentes de violencia se multiplican disparando experiencia violenta, el hecho de que colocar un enfrentamiento mediando un Estado legal e ilegal, solo generaría mayor violencia, incluso. Hay que considerar, que uno de los ejes principales es lo económico.
EliminarPerea dice, “Lo económico, en su mana, pasa por unos procederes que facilitan
la concertación y el buen trato de los moradores. La violencia disminuye.” E igual, lo hace el trato integral de la policía con ambas ciudades. En Medallín, “el trato cruel e inhumano hacia las gentes de los sectores populares hace parte de una larga historia de la policía de la ciudad”. Dicha intervención en Rio, ha generado granes enfrentamientos violentos, donde el domino de territorio es una de las piezas más importantes.
Es difícil buscar una solución a una estructura tan bien planteada en base del miedo, la violencia y el dominio económico en un territorio. Las soluciones integrales pueden ser una vía de mínimo impacto comparado con la fuera radical que ha tratado varias veces el Estado generar dicha limpieza en los territorios, incluso el avance de la urbe, tampoco ayuda mucho.
Pero como vemos las redes de solidaridad funcionan en el contexto en el que se estudia el propinismo en México, sin embargo; entiendo yo, que cuando un sector ha sido descuidado y esas mismas redes que permiten a sectores sociales mantenerse a flote son ellos mismos los que promueven prácticas ilícitas. Al tener en cuenta esta situación, la violencia se presenta como respuesta lógica ante la falta de ayuda social. Vemos que en México una persona que tiene una práctica informal tiene o gana un mejor salario que una persona que gana el salario mínimo además de que al no ser trabajos fijos o respaldados por el Gobierno y la economía del país no podemos sino pensar en que es una vía para la sobrevivir ante la precariedad del trabajo.
EliminarPerea (2016) compara las situaciones de violencia y poder en dos ciudades de América Latina: Río de Janeiro y Medellín, violencia desplegada en medio de la vida local pública y privada. El intercambio entre formas sociales propias de la barriada está presidio por la violencia según el autor. Ambas ciudades remontan el inicio de su conflicto a los años ochenta y al desarrollo del narcotráfico, y en el mundo contemporáneo, han alcanzado los primeros puestos en violencia urbana. “La administración de la muerte” es un mecanismo obligado en estas ciudades, y es capaz de dictaminar sobre muchos aspectos de la vida. Los agentes violentos hacen uso de varios recursos para cuidar sus intereses: armas, determinación de matar, negociación con los pobladores, etc. pero ofrecen protección comunitaria y seguridad a cambio de silencio. También se ofrecen servicios comunitarios y celebraciones a cambio del control sobre las prácticas locales. En ambas ciudades, se ha intentado erradicar el problema de la violencia, pero no se han conseguido los resultados deseados. El autor propone que frente a la inserción social y la remuneración económica que ejercen los agentes violentos se deberían incorporar a los sectores desposeídos a la economía legal, y generar espacios donde la inclusión se convierta en una realidad. ¿Existe una disputa en el control de las prácticas locales entre la mafia y el Estado? ¿Se puede, desde la planificación urbana contribuir a la disminución del índice de violencia?
ResponderEliminarDando respuesta a la primera pregunta, creería que sí existe una disputa por el control de la vida urbana por parte de la mafia y del Estado, porque según Perea, aquí radica el éxito del narcotráfico tanto en Medellín como en Rio, y es la “socialización” de este negocio, es un negocio ilegal que impregna el “tejido social”, se volvió una forma de vida, se asume como normal vivir entre el pánico a la “muerte cercana” y las prácticas cotidianas, entonces para poder combatir el narcotráfico no se puede poner solo la mirada en éste sino que se debe entender que está inmerso en la cotidianidad de los habitantes de estas zonas afectadas por el dominio territorial violento, cambiar las dinámicas del narcotráfico es cambiar las dinámicas de la vida misma. Intentando relacionar el texto de Perea con el de Giglia, creo que a esto se refiere esta última cuando habla del “enfoque holístico”, es ver que estos problemas de marginalidad y precariato, no se pueden solucionar desde una mirada exclusiva de lo laboral, sino que debe incluir la mirada hacia lo socio-espacial, haciendo referencia a las dinámicas de la cotidianidad, específicamente las redes de apoyo y los desplazamientos entre la vivienda y el trabajo; por lo tanto, dando respuesta a la segunda pregunta y tomando de base la propuesta holística de Giglia, desde la planificación urbana sí se puede contribuir a la disminución de la marginalidad (que no siempre implica violencia), por ejemplo, el hecho de construir sistemas eficaces de transporte para los trabajadores precarios, hará que inviertan menos tiempos de vida en los desplazamientos y se disminuirá la marginalidad vista como forma de vida.
EliminarGiglia (2016) revisa los conceptos de marginalidad de Lomnitz, precariado retomado por Standing y marginalidad avanzada de Wacquant. Para Lomnitz (1975) la marginalidad se entiende a partir de la “inseguridad económica” que se enfrenta con redes de solidaridad que garantizan la supervivencia y generan un tejido en la barriada basado en la confianza. Por su parte, el término precariado tiene distintos usos (tanto para comprender “…los fenómenos de precarización respecto al modelo del trabajo asalariado, [como en el] ámbito de las diferentes figuras del trabajo independiente y no subordinado,…” (2016, 64) Aunque ambos encuentran su elemento unificador en la transformación de la economía fordista en el marco del estado de bienestar prevaleciente en Europa hasta los años setenta, desde entonces el trabajo asalariado se ha flexibilizado. Para Standing (2011) el precariado “designa el conjunto de los trabajadores que no disfrutan de ese conjunto de seguridades…” (2016, 65) Mientras que Wacquant “plantea no separar el ámbito laboral del ámbito espacial [pues entiende] la posición de los sujetos con respecto al mercado del trabajo y su posición en el contexto socio-espacial del cual provienen” (2016, 65) Entre un conjunto de propiedades distintivas del precariado, Wacquant encuentra, como se cita en Giglia, a la “fijación y estigmatización territoriales” (2016, 66) lo cual marca a los habitantes de la barriada. En este punto se establece un diálogo con Perea (2016) quien nos habla del ordenamiento de la vida de moradores de un sector dominado violentamente. Al respecto, tanto Giglia (2016) como Perea (2016) identifican que la naturalización de la ‘desventaja’ hace que, por un lado, los pobladores manifiesten su disposición a vivir en las únicas condiciones laborales que les permite tener ‘mejores’ ingresos aunque no seguridades y, por el otro, resignarse a que no haya otra forma de vivir en un contexto de violencia más que, siendo parte de quienes la ejercen, pues tanto en Medellín como en Río de Janeiro “casi tres generaciones han sido socializadas en orden violento.” (2016, 66)
EliminarCon los conceptos revisados por Giglia, la autora encuentra que, en el sistema económico actual donde los servicios al consumidor son cada vez más comunes, los propineros responden a la tesis de marginalidad avanzada de Wacquant. Cuya “condición no es transitoria, sino estable y destinada a prolongarse a futuro.” (2016, 68) Del trabajo etnográfico realizado con despachadores, Giglia señala que los “perfiles de trabajadores que de por sí se prestan para ser más flexibles y vulnerables, es el caso de los jóvenes y especialmente de las mujeres madres solteras.” (2016, 70) Los despachadores, entonces, se encuentran precarizados pero, como señala Standing “concierne hoy en día a casi todos los niveles y sectores de la economía, no solo los poco calificados.” (2016, 76) Ya que, según Wacquant, la condición de marginalidad está dentro del sistema.
Me parece interesante e importante encontrar los puntos de diálogo entre los dos autores de la sesión de hoy, como lo ha hecho Eli. En este sentido, además de la naturalización de la marginalidad que documentan tanto Giglia como Perea, también dan cuenta de las relaciones porosas que se establecen entre la legalidad y la ilegalidad, así como entre la formalidad y la informalidad en el contexto de ‘la marginalidad’. Además, es posible entrever en los dos autores, mucho más claro en Giglia, la relación entre el espacio y la marginalidad
EliminarPerea, claramente situado en dos contextos de marginalidad donde la violencia armada es la constante, da cuenta de las relaciones entre la legalidad y la ilegalidad. En el caso de Medellín expone los vínculos entre la policía- ejército estatal y ejércitos privados ‘paramilitares’; la existencia de una especie de ‘para-Estado’ que brinda ‘seguridad’ local a cambio de impuestos, que a su vez son ‘tributados’ a la oficina central; el control sobre obras y servicios públicos de los agentes violentos, así como su unión con políticos que ‘buscan votos’.
En un escenario de marginalidad donde la violencia armada no es la protagonista (o al menos está mucho menos presente que en Medellín y Rio, y la autora no la menciona), Angela Giglia documenta las condiciones laborales de los despachadores de gasolina, quienes trabajan para grandes empresas, formalmente constituidas, quienes en muchas ocasiones les hace firmar un contrato de trabajo como si recibiera un salario que de hecho no reciben. Además, “pueden ser despedidos en cualquier momento sin previo aviso y sin ningún tipo de obstáculo para el patrón. Para que esto sea posible es común que, al momento de ser empleados, sean obligados a firmar unas cuantas hojas en blanco, que servirán al patrón para redactar su renuncia ya firmada en el momento en que decida deshacerse de ellos.” (70)
Es decir que de hecho sí hay una clara violación de las leyes laborales por parte de las empresas que explotan el trabajo de ‘lxs propinerxs’. Las esferas de lo formal e informal se desdibujan en estas relaciones laborales, así como los límites entre lo legal y lo ilegal. Obviamente, en dimensiones muy distintas a lo descrito por Perea, pero no por ello menos relevantes, sobretodo porque permiten comprender aspectos claves de ‘la marginalidad’ que se construye en la economía neoliberal.
Sobre la espacialidad, la tesis de Giglia es que “ la condición de marginalidad y de precariedad en la metrópoli tiene que ser analizada como el resultado de un conjunto de elementos, no únicamente laborales, sino también familiares y socio-espaciales, estos últimos especialmente relativos a la localización de la vivienda y su relación con el lugar de trabajo” (63). Esto lo muestra mediante el contraste entre Eduardo e Irene, quienes se encuentran en posiciones opuestas “respecto a la ubicación en la metrópoli y las distancias al lugar de trabajo” y esto condiciona diferencialmente sus condiciones de vida y de enfrentar el ‘precariado’ y la ‘marginalidad’.
En el caso de Perea, la relación entre el espacio y la ‘marginalidad’ está atravesada por el control violento de territorios claves para las rutas del narcotráfico.
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EliminarEn relación a la primera pregunta, indudablemente, desde el texto de Perea, se puede entender que hay un territorio en disputa por parte de los agentes violentos con el fin de mantener o sostener el negocio ilegal, por ello la necesidad de participar incluso en procesos políticos para colocar a aliados que estén en la misma línea de negocio de los agentes violentos. El caso de Rìo es muy concreto: las mafias definen cuando entra y cuando no la institucionalidad al barrio o a la fabela para la concreciòn de obras o servicios pùblicos.
EliminarRespecto a la planificaciòn urbana, si partimos del texto de Giglia, considerando que uno de los factores (o fenómenos, como ella llama) para la marginalidad, a parte de la precariedad laboral es la desigualdad socio-espacial. Si los gobiernos autónomos llegasen a planificar efectivamente sus territorios, sin duda habría un cambio en los contextos urbanos, que la propia Giglia menciona: asentamientos autoconstruidos, conjuntos urbanos de interès social y pueblos de origen colonial o prehispànico con conexiòn al territorio urbanizado. Pero ademàs, desde la planificación urbana, se puede dar solución al conflicto de la movilidad que es por donde pasan las actividades productivas de los trabajadores en condiciòn de precariedad.
Daniel dice:
EliminarEn su texto la autora compara los conceptos de la marginalidad urbana, el precariado y la marginalidad avanzada a fin de constatar si siguen siendo vigentes y en qué medida en un contexto socio espacial actual y socio económico en la actualidad
La marginalidad urbana planteada por larissa lomnit y nos habla sobre cómo sobreviven los marginales en los 60s y 70s de siglo XX ejemplificando en una barrio llamado cerrada del condor y la importancia que los lazos de solidaridad tienen en dicho lugar. En relación al libro de Loic wacquant y su tesis de la marginalidad avanzada y el concepto de Precariato que se estudió en Europa por Guy Standing “(...) refiriéndose al conjunto de trabajadores del sector de la educación pública desprovistos de una plaza estable, suplentes y otros tipos de trabajadores temporales, que debían (y deben) atenerse a las mismas exigencias y condiciones de trabajo, pero sin las prerrogativas de una relación laboral estable por tiempo indeterminado” (Standing, 2011, 35) y que deviene en una peligrosidad social provocada por una actitud individualista y competitiva, debido a su miedo y desconfianza con respecto al futuro. . Por su lado la marginalidad avanzada propuesta por Löic Wacquant (2007) “no separa el ámbito laboral del ámbito espacial del sujeto, sino que considera al mismo tiempo la posición de los sujetos con respecto al mercado del trabajo y su posición en el contexto socio-espacial del cual provienen"
La autora se pregunta si la marginalidad y el precariado avanzan juntos y si la precariedad laboral y la marginalidad urbana coinciden por su naturaleza. De ese modo nos presenta el panorama general de México en el que se registra un aumento de las desigualdades socio espaciales (ciudad central y periferias alejadas: asentamientos de autoconstrucción menos consolidados, los conjuntos urbanos de interés social construídos a grosso modo durante 2001 y 2012 y los pueblos de origen colonial o prehispánico con diferentes grados de conexión con la cidudad) además de falta de transporte, revalorización del suelo, expansión de las periferias que han aumentado la distancia física y social.
Flexibilidad en las relaciones laborales.
Legalización de la subcontratación, trabajo por día y por horas, falta de libertad sindical y de sindicatos que respalden a los trabajadores y un desamparo por parte de los empleadores.
El salario mínimo de México es el más bajo de la región generando un ejército de trabajadores precarios y comercio informal que lo único que remuneran en la propina de los consumidores que se manifiesta en un peso creciente de la economía informal e ilegal.
Con respecto a entender el fenómeno de violencia urbana en el contexto de una disputa entre Estado y mafia, es importante hacer referencia a varias de las dinámicas que describe Perea en su texto y en las cuales se puede observar que no siempre hay una confrontación directa entre estos actores y que por el contrario hay momentos en los que el poder estatal se adecua al orden establecido a nivel local por "los agentes" de la violencia. La operación Orión, en la Comuna 13 de Medellín 2002, (p. 44) es ejemplo de estos puntos de encuentro, cuando el ejército colombiano quiso aniquilar la presencia guerrillera y actuó en alianza con el paramilitarismo, entregando a este último agente el control territorial.
EliminarPero esta dinámica no es propia solamente de la relación Estado y mafia, pues en la dinámica de la informalidad el Estado también genera alianzas y es permisivo, lo cual claramente se vé en el caso de los despachadores de gasolina, en México, expuesto por Giglia.
La territorialidad en este sentido es un asunto más complejo que el solo paliativo de la cercanía a los lugares de trabajo, pues la espacialidad no solo encierra la posibilidad de flujos de transporte para los trabajadores, sino la viabilización de dinámicas económicas formales, informales o ilegales. Es Por esto que la planeación también contribuiría en cuanto sea vista desde un enfoque más holístico, considerando dinámicas más complejas como el control territorial, las diversas determinantes económicas y culturales.
Se puede al evitar esa naturalización de la violencia y se evitaría en cuanto las oportunidades de trabajo y la remuneración sean las adecuadas; sin embargo al ser culturizadas y sostenidad como naturales no podemos medir la verdadera dimesnsión del asunto en cuanto las diferencias laborales merman el espacio en el cual las personas pueden prosperar. Si las distancias existen entonces se generan espacios en los cuales las autoridades no pueden actuar de manera adecuada a la situaciones planteadas ya que existe un abandono zonal respecto a aquellas otredades.
EliminarEl artículo de Perea (2016) comienzo por constatar que, en Río de Janeiro y Medellín, hay agentes violentos imponiendo la voluntad de su ley. Lo que ocurre en esas ciudades es una negociación de la presencia de la violencia. Hay, en otras palabras, una tensión entre violencia y consenso.
ResponderEliminarRío de Janeiro y Medellín comparten rasgos comunes: desarrollo de la gestión del narcotráfico, la presencia de una dominación territorial violenta, intensos ciclos de violencia. Todo esto confluye en el establecimiento de un supuesto: la administración de la muerte. Los agentes violentos terminan por dictaminar “sobre los más granados aspectos de la vida por encima de la voluntad de los pobladores” (Perea 2016, 41).
A pesar de su poderío, la actividad criminal está en el espacio de la localidad y tiene que lidiar con explosiones diarias de violencia. Por todo esto, los agentes criminales tienen que negociar con la población. A cambio de silencio y complicidad de la población, los agentes violentos ofrecen bienes materiales y simbólicos: protección, mediación de conflictos, servicios comunitarios y celebraciones. Todos estos bienes se fundan en bases frágiles.
Medellín se ha orientado hacia la administración despótica de la violencia. La estructura criminal de esta ciudad se configura de manera centralizada, en forma de pirámide. Río, en cambio, tiene menos violencia. Allí hay una descentralización de bandas conectadas a comandos.
En ambas ciudades se han desarrollado inversiones para cerrar el paso a la violencia y a la ilegalidad. En Medellín ha primado la transformación de espacios; en Río, la acción policial. Sin embargo, estos esfuerzos no han dejado de ser precarios. “Los agentes violentos instauran un orden paralelo” (Perea 2016, 63). Esto orden no se aísla, sino que entabla conexiones con la sociedad. El principio sobre el que se basa este orden es el pánico ante la posibilidad de la muerte.
Este texto suscita una interrogante. Para empezar, podría retomarse lo que señala Giglia (2016): que, en las últimas décadas, se han producido transformaciones (aumento de la desigualdad, flexibilización laboral, pérdida de poder adquisitivo, crecimiento de la economía informal e ilegal) tales que obligan a revisar conceptos como la marginalidad. A partir de esto, resulta plausible interrogarse lo siguiente: ¿la dominación territorial en ciudades como Medellín y Río está vinculada con las transformaciones en la marginalidad y la precariedad que se han producido en las últimas décadas?
Desde los años 70s el termino precariado se empezó a usar para referirse a un grupo de trabajadores del sector educativo que tenían trabajos temporales, suplentes y otras variaciones que hacían que su trabajo no fuese estable (Giglia 64), sumado a esto, luego de la economía fordista dentro de la forma de gobierno de estado de bienestar durante la misma década de los 70s por “procesos globales de reestructuración de la economía, el trabajo asalariado ha ido perdiendo muchas de sus características anteriores y se ha flexibilizado y pulverizado con la aparición de figuras de contratos temporales, de medio tiempo, de aprendizaje, etc.,”. Así como para los autores me parece importante reconocer que la dominación territorial que se da en Medellin y en Rio de Janeiro está soportadas entre otras cosas por “una condición estructural de la sociedad contemporánea (66), como ya lo dice Wacquant sobre la marginalidad avanzada, me parece que por una parte esta reforzada por estas transformaciones dadas en la marginalidad, pues sin importar quienes son los “marginados” – ya que estos pueden tener diferentes grados de educación -, los agentes violentos se posicionan en el territorio manteniendo la relación de poder sobre la comunidad generando cambios en el tejido social , las reglas son impuestas por los agentes violentos y esto hace que los miembros de dicha comunidad deban aprender a guardar silencio, a ser “complices”, son obligados a participar de manera indirecta en el crimen o por el contrario a desplazarse, sin embargo lo que mantiene y reproduce esta dominación está sobre todo soportada en el narcotráfico, la nula presencia estatal, la corrupción y disputas de poder por parte del estado y los agentes violentos.
EliminarPara la clase de hoy: Desempleo crónico, economías legales y tejido social, lo abordamos desde el texto de Carlos Perea, Vislumbrar la paz. En la lectura se puede vislumbrar las luchas por el poder: económico, social y territorial. Es interesante ver que las dinámicas de violencia de las Ciudades de Medellín y de Rio de Janeiro, se presenta en las periferias y las Favelas, y como las dinámicas de los grupos violentos han logrado “penetrar la sociedad y habitar las corrientes profundas de la vida de los sectores desposeídos de la periferia” (Perea 2016, 70). En el texto se manifestó en accionar de los grupos que intervienen desde la violencia, desde pandillas, guerrillas, combos, hasta la misma milicia policial que se ha volcado al otro lado, teniendo como arma la violencia-dominación y el latente sentimiento de muerte en las poblaciones de las cuales nacen o se apropian. Las dinámicas que la violencia genera también vienen acompañadas de un silencio-aceptación, por parte de los habitantes que se ven afectados, inmersos y hasta insertados en este medio que gira en torno al dinero y las drogas.
ResponderEliminarA lo largo del texto, se puede ver como las actuaciones de estos grupos afectan, regulan y hasta legislan los territorios sobre los cuales se encuentran emplazados, modificando la vida de los habitantes, ya sea por conflictos armados, la imposición de “fronteras invisibles” y el control del mercado, el capital económico y social. Los Ejemplos de las actuaciones estatales y municipales en Medellín y Rio de Janeiro distan en cuanto a los niveles de actuación y a la afectación y efectos positivos que han producido. ¿Cuáles de los dos modelos frete a la violencia territorial, creen ustedes que han sido la mejor solución, frente al combate del narcotráfico y la guerrilla en la lectura? ¿de acuerdo a la lectura, porque los sectores como las favelas y las periferias donde el precariado es más notorio, se convierten en caldos de cultivo para el narcotráfico? ¿Creen que la pobreza Urbana es sinónimo de violencia y conflicto armado?
En su trabajo Perea se dispone a retratar las respuestas que dan los habitantes de Rio de Janeiro y Medellín a la violencia impuesta por los “agentes violentos”. La relación establecida entre estos habitantes y los denominados agentes violentos modelan el tejido social, a través del vaivén entre la fuerza y el consentimiento. El intercambio entre el silencio y bienes materiales y simbólicos, naturalizan la violencia y reemplazan o median la relación con el Estado. En todo caso la acción de los agentes violentos y su vinculación con los pobladores se enmarca en la inserción social y la remuneración económica. En ese sentido, “la pobreza de nuestras urbes pasó a ser un factor crucial en la reproducción de la dominación territorial violenta.” (69)
ResponderEliminarPor otro lado Giglia retoma el trabajo de Waqcuant y remarca que la marginalidad avanzada de la cual habla es “una condición estructural de la sociedad contemporánea” (66), las cuales no desaparecerán ni serán reabsorbidas por el Estado o el mercado.
A su vez retoma desde su trabajo de investigación las maneras de afrontar esa marginalidad impuesta, negociando una precarización laboral por mejores ingresos, y sobrellevando el día a día con la ayuda de redes informales de apoyo.
De alguna manera tanto los moradores de Medellin y Rio de Janeiro como los trabajadores de México encuentran soluciones al avance de la marginalidad estableciendo vínculos de ayuda mutua y estrategias de supervivencia que no se encuentran en las formas formales y legales de ganar dinero, estabilidad y seguridad, sino en los intersticios estatales, del mercado y los otros habitantes. Esta intersticialidad no implica que estén fuera del sistema sino al contrario, forman una parte importante, fugas mediante el cual el capitalismo neoliberal puede expresarse.
A mí lo que más me llama la atención del tema de hoy, es que en la actualidad la marginalidad se volvió prácticamente una forma de vida, que como dice Giglia respecto al precariato “está presente en casi todos los niveles y sectores de la economía”, la marginalidad y el precariato no hacen parte solamente de las personas que viven bajo la “dominación territorial violenta” como por ejemplo los habitantes de las favelas en Rio o de las comunas en Medellín; sino que realmente lo que Wacquant describe como “marginalidad avanzada” y que retoma Giglia para hablar de los “propineros” en México, no es algo temporal sino que hace parte de la estructura social y económica de la modernidad, no se trata de un asunto que solamente sucede en las favelas y las periferias, sino que es la dinámica económica actual. Entonces, ¿Cómo afecta la marginalidad laboral nuestra concepción de la vida misma? ¿Cuál es la propuesta que hacen Giglia y Perea respecto a aminorar estas situaciones de marginalidad y violencia respectivamente?
ResponderEliminarUn Estado de derecho esperaría que todos los agentes de violencia provengan desde estructuras al margen de la ley, lo que llama la atención es que son las mismas entidades encargadas de mantener el orden y la paz las que se ven inmiscuidas directamente en el conflicto al fin de sostener ilícitos intereses, y esto sólo ha llevado a agudizar la crisis de violencia en sectores ya de por sí marginalizados por el enfrentamiento abierto y directo de fuerzas que se disputan el control de los sectores marginales en Medellín y Rio de Janeiro.
ResponderEliminarExisten componentes que vuelven más complejo el conflicto en las zonas marginadas de las ciudades latinoamericanas. Más allá de la disputa territorial de las organizaciones criminales se ve afectada por intentos de reprimirlas mediante el uso fuerza indiscriminada, lo que arrastra también a los moradores de estas zonas deprimidas, que de alguna manera inevitable son arrastrados a formar parte del conflicto, son obligados a tomar partido por una de las partes beligerantes o porque su condición laboral precaria los va cercando sin dejar opciones para su supervivencia, siendo este un agravante de la desigualdad social.
Las instituciones estatales como los policías federales —en México—, su trabajo está vinculado a la lucha contra la delincuencia organizada, seguridad pública, prevención de delitos y mejorar funcionalmente los servicios de seguridad pública; así mismo —en Colombia—, este cuerpo armado de naturaleza civil con el fin primordial de mantener las condiciones necesarias para ejercer derechos y libertades públicas, asegura la convivencia en paz de los ciudadanos; en el caso del Estado de Brasil, cuenta con dos unidades policiales distintas: la Policía Civil y la Policía Militar, esta última es responsable de mantener el orden público y de responder a los crímenes; mientras que la primera lleva a cabo trabajos investigativos y forenses. Como reza la máxima, “la violencia genera más violencia”; ¿quién es el llamado a poner orden en estas situaciones?, ¿cómo erradicar estos procesos de violencia?