miércoles, 10 de febrero de 2016
Sesión 11. América Latina: desigualdad y violencia urbana
Los proesos de "des-industrialización" en las ciudades latinoamericanas se han caracterizado por el incremento de las desigualdades sociales. La marcada incertidumbre que generan las estructuras socio-económicas se traduce en precariedad social en dónde se entrecruzan distintas formas de violencia. Ante la avanzada de las formas de desprotección social las economías ilegales han copado varios espacios de subsistenica y movilidad social, y las instituciones de control han fortalecido su rol generalmente a expensas de los sectores más vulnerables. Argentina es un caso prototípico de las llamadas "policías de gatillo fácil".
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Es irónico, como los modelos políticos "desarrollados" llevan el mismo cariz que otros países en "vías de desarrollo", es decir problemáticas similares, de la misma manera como la fuerza pública - la "policía" - se muestran en otras parte del mundo, así mismo es ostensible por acá, uno se podría preguntar si las operaciones de barrido de la policía obedecen a nuestros espacio-tiempo o son enemigos que trabajan para algo más omnipotente que se confabula con el estado para inmiscuirse en una realidad ajena y mantenernos en zozobra, con el pretexto de dar "seguridad" y "protección" a los vulnerables en los barrios "marginados", el poder casi siempre viste de uniforme para escudarse del común, y un arma para "defenderse" del común. Con tanta desigualdad las políticas de estado no son efectivas es necesario construir nuevos cuerpos, modelar pensamientos, esculpir conciencias sociales.
ResponderEliminarNo está claro si el comentario plantea preguntas o respuestas concretas a inquietudes. Bien por el aporte pero nos es mucho más útil si explicita la interpretación de las lecturas y se formula como preguntas o como respuestas a inquietudes del curso.
Eliminar¡Hola, buenas tardes!
ResponderEliminarTanto el texto de Cozzi, Font y Mistura, como el de Pilar Riaño, refieren a procesos de intervención de distinta índole en sitios donde ocurren o han ocurrido situaciones conflictivas y violentas. El primero, en el marco de la acción desde el gobierno asociada a las decisiones y medidas en torno a la seguridad y la intervención policiaca (en principio como una política reactiva –policía provincial y gendarmería– y posteriormente en un intento fracasado de una política de intervención preventiva que reprodujo una lógica violenta y reactiva –policía comunitaria–). El segundo, en el marco de una investigación antropológica que devino en un proceso de intervención en el ámbito cultural utilizando herramientas del campo artístico. Ambos demuestran formas distintas de intervenir en espacios sociales atravesados por la violencia. Considerando lo que brindan estos dos ejemplos:
- ¿Qué perspectivas diferencian a la una de la otra?
- ¿Consideran que existe una diferencia en relación a la legitimidad que puedan atribuir los habitantes de los barrios en relación a las medidas e intervenciones implementadas que plantean en ambos textos?
- ¿Cómo evitar que las buenas intenciones de procesos de intervención reproduzcan lógicas de violencia en los espacios en donde se están implementando?
Gracias, nos vemos al ratito.
Hola, creo que una gran diferencia entre las dos intervenciones es la participación de la comunidad en la intervención artística. En la intervención artística uno de los propósitos principales era el de la memoria como modo de confrontar lo ocurrido y como vía hacia construir un mejor futuro. Lo importante era no seguir ocultando sino revelar, como modo de validacion para la comunidad y no para otros agentes.Les permitió a los residentes de este barrio tener participación sobre como se presentaban, en vez de como se les percibía desde afuera. En contraste en la intervención en los barrios de argentina, persistia lo oculto con la presencia de las distintas formas policiales (detrás de una fachada de proveer seguridad y protección, se ocultaba la corrupcion). Todas estas formas de seguridad fueron impuestas sobre la comunidad, sin tomar en cuenta la participación de la misma comunidad. No se les permitió tomar control sobre como eran percibidos, sino que la sobrecriminalizacion persistio.
EliminarLa legitimidad pueda que este entre lo "demostrativo" de la intervención artística y lo "oculto" de las intervenciones en los barrios de Argentina. El museo bus, sirvió para promover que se recordara lo ocurrido, las personas, y el barrio. Las personas que entraban a ver la exposición, empezaban a recordar y a relacionar los objetos con eventos y personas. Se crearon nuevas relaciones, como menciona la autora, lo cual ayudo a empezar a "sanar" al barrio y la las heridas sociales.
En la intervenciones en Argentina, más bien se veia una hipocresía que no era respetada por los residentes de los barrios. Los mismos policías con la autoridad sobre los hechos delictivos en el barrio, eran en si corruptos, y tambien involucrados en las mismas actividades, lo cual les eliminaba la posibilidad de legitimidad.
La intervención artistica logro impacto al nivel individual al igual que colectivo. Aunque se puede decir que al hacer recordad a estas personas lo ocurrido, de algun modo se reproduce la violencia, el recordar sirve como vía hacia una sanción. No existe justicia ni superación en ocultar o en olvidar. No se si respondi más o menos las preguntas. Gracias :)
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarCon respecto a lo que dice Sofía y según el enfoque de los textos, los fracasos de proyectos o planes para solucionar asuntos de violencia suceden generalmente cuando no se tiene en cuenta la voz de los protagonistas, pero también y como señala Riaño por este desinterés de las políticas públicas, la ineficiencia de los sistemas judiciales, la escases o la poca apertura hacia trabajos conjuntos de intervención socio cultural, etc. En este sentido las intervenciones de arte público o los procesos del arte relacional, tal como lo demuestra el articulo de Riaño en el barrio de Antioquia, constituyen opciones metodológicas distintas para abordar problemáticas vinculadas a la violencia, ya sea por narcotráfico, por abuso de poder desde las instituciones policiales, por exclusión y discriminación de clase o de raza, por duelos irresueltos desde las dictaduras, etc. En estos casos parece necesario el poder trasladar estos crímenes desde la esfera privada a la pública, ya que si se mantienen en el ámbito de lo privado terminan como una experiencia disociada de la comunidad y se perpetua el sentimiento del miedo, por el contrario al hacer públicas estas experiencias, se integran a una dimensión política sustentada sobre la base de acción social, lo que permite como señala Riaño, este reconocimiento por parte de la sociedad, de la historia y el impacto de la violencia y el dolor, como base fundamental en los procesos de reconciliación y sanación, pero obviamente desde un trabajo respetuoso y prudente, es decir desde la creación colectiva, y no desde la imposición asimétrica como en el caso del texto de Cozi, donde no se toma en cuenta en lo absoluto a la comunidad, sus intereses o necesidades, pues en definitiva, son los protagonistas de estas historias y por lo tanto los oradores más importantes en una democracia.
ResponderEliminarCon respecto a lo que dice Andrea al final, ( sobre si al trabajar con el recuerdo se revive la violencia), una de las ventajas del trabajo con el arte, ya sean imágenes , cartas, objetos, etc . es que no requiere de la enunciación directa del trauma, es decir evita el tener que hablar de la agresión reviviéndola con la misma crudeza, por el contrario proporciona desde el distanciamiento estético, la seguridad de poder hacerlo y la posibilidad de ejercitar la imaginación en la construcción de nuevos significados. En este sentido crear permite conjurar los miedos, transformarlos e integrarlos desde el inconsciente. Como lo muestra el texto de Riaño, los objetos proporcionados por los habitantes del barrio de Antioquia son considerados como transicionales, pues sirven como puente entre el mundo interior y exterior, ya que constituyen tanto un contenedor psíquico, pero al mismo tiempo permiten la comunicación y la apertura con el mundo social.
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ResponderEliminarBuenas tardes, gente.
ResponderEliminarSé bien que debo dar respuesta a los asuntos mencionados -hoy solo por Sofía-, pero quisiera compartir un aparte de una columna de opinión sobre la militarización de la ciudad de Barranquilla (ubicada al Norte de Colombia), como una forma de sobrecriminalización -si se quiere llamar así- de la que nos habla Cozzi y los otros dos autores, puesto que me fue imposible no relacionar la lectura con la publicación periodística; al tiempo que en contexto colombiano se dan trabajos interesantes como el de la "La piel de la memoria".
"Los militares colombianos viven inmersos en la lógica de la guerra. Los más de 50 años de lucha contra la insurgencia, los campos de batalla, los muertos, los entrenamientos, los han impregnado de un espíritu movido por la idea del “enemigo”. Desde temprano, incorporados a las fuerzas militares, aprenden a odiar al enemigo, a buscar al enemigo, a cuidarse la espalda del enemigo, a pensar que el enemigo está en todas partes. Meter a jóvenes militares en los barrios es una bomba de tiempo. Por obvias razones no han sido preparados ni entrenados para esto. No ahora. No en este momento histórico.
Se trata de poner hombres con armas de largo alcance en medio de civiles, de niños jugando en las calles, de peleas de pandillas, de riñas en tiendas, de problemas de convivencia entre vecinos, de asaltos callejeros, de disputas entre parejas, de travesuras adolescentes en uniforme de colegio, de marihuaneritos de esquina, del loco del barrio, del enfrentamiento territorial de los recicladores, del jíbaro.
Qué se supone que hagan los militares, más allá de ser un símbolo de fuerza, de restricción, de control. Cómo se supone que resuelvan aquello para lo que no están preparados. ¿Acaso no es demasiado pretencioso esperar que sean los soldados los que deban solucionar las falencias estructurales de los gobiernos, su incapacidad para dar medidas integrales, para una mejor inversión social en los barrios marginados?" (Javier Ortiz Cassiani, en el períodico El Espectador: http://www.elespectador.com/opinion/militarizar-barranquilla).
Queda manifiesta la diferencia entre dos formas de intervención: la memoria en clave de develar el pasado y la pretensión de construcción de futuro que implica un proceso de trabajo conjunto, anticipado y consensuado; mientras que la sobrecriminalización expresa el desoír de las voces, la desprotección de las comunidades al mismo tiempo y la imposición de una política desde arriba moldeando sentidos y prácticas culturales.
¡Nos vemos al rato!
En el trabajo de Cardoso y Fonti se observa como el ejercicio del poder lleva a abusos basados en la sobrecriminalizacion, sin embargo en el trabajo de Cozzi y Fonti no esta muy bien determinado los grupos que generan violencia altamente lesiva , pero dentro de los procesos de construcción de identidad ¿existe un reforzamiento negativo xq al quitarse la opción de individuo "bueno", se le otorga la carga de sospechoso, lo cual incurre en actitudes transgresoras que dan fama frente al grupo?. El trabajo de Cardoso muestra como la policía pasa a ser parte de los grupos delictivos de igual manera que en argentina ¿De que manera debe ser instruida la policia para actuar en la situaciones de riesgo sin recurrir ? ¿Acaso son las políticas las que se han desarrollado sobre el uso legitimo de la fuerza y no se ha desarrollado otras formas de control?
ResponderEliminarHola...
ResponderEliminarHaré referencia a una cuestión concreta planteada por la compañera Sofía:
- ¿Cómo evitar que las buenas intenciones de procesos de intervención reproduzcan lógicas de violencia en los espacios en donde se están implementando?
Me situaré en el texto de Pilar Riaño Alcalá.
Este narra la experiencia del proyecto "La Piel de la Memoria" desarrollado en la ciudad de Medellín, concretamente en el barrio Antioquia (ciudad y barrio que conozco bien).
Quisiera aportar algunos hechos y consideraciones sobre este asunto.
Considero pertinente el cuestionamiento de la compañera, pues en muchos de los casos estos proyectos de intervención, si bien pueden estar pensados para el afianzamiento de las comunidades, de otra parte suelen obedecer a lógicas institucionales que buscan cumplir con sus indicadores de resultados, sin que de fondo se produzcan "procesos reales de transformación" de los contextos.
En muchos casos (en la ciudad de Medellín) estos proyectos de intervención, han resultado en ganancias para las instituciones y han dejado a las comunidades solo con procesos inacabados. No estoy diciendo que este proyecto haya sido bárbaro para la comunidad, pero es necesario ver lo que se esconde, bajo las mantas de la intervención social por medio de proyectos que debido a sus estándares de realización, suelen ubicarse en fragmentos cortos de tiempo para comprender realmente las dinámicas de la población.
El arte como herramienta para construir una posible salida y entendimiento del conflicto es en si poderosa, pero resulta inocua cuando solo se trata de intervenciones esporádicas, que solo resumen el dolor y las búsquedas de las personas en objetos concretos a pesar de que estos hayan participado en su construcción.
Considero que más que proyectos de intervención puntuales, se debería pensar en procesos que tengan continuidad en el tiempo, que sean legitimados por los mismos participantes y que se construyan de manera horizontal entre las partes.
Mantener la autonomía en este sentido es siempre complicado (en el contexto colombiano lo es mucho)... pero es a través del trabajo mancomunado entre la comunidad y quienes investiguen que puede empezar a darse un avance en este sentido.
Habría que revisar con lupa las intensiones estatales y de las instituciones que se empeñen en estas tareas, pues las lógicas de intervención en los contextos, no pueden obedecer al cumplimiento de indicadores que aseguren el bienestar de las mismas instituciones, sino que atiendan a las necesidades reales de los moradores en donde se interviene.
Podría citar algunos casos (concretos en la ciudad de Medellín), en los que "las buenas intenciones" se han convertido en actos de barbarie... pero supongo que no sería este el espacio.
Feliz tarde