Curso: Historia y Antropología Urbana
Tema : Sociabilidad urbana. Comunidad y anonimato en la vida metropolitana
Sesión 5: Relaciones entre extraños
Dos transeúntes al
encontrarse de frente ejecutan un curioso ritual de interacción: a la
distancia cada uno identifica la presencia del otro a través de la mirada, esto
se mantiene mientras se van acercando pero cuando están próximos desvían la mirada
aparentando no haberse visto. ¿Cómo explicar esta conducta? ¿Qué
instituciones normativas rigen las interacciones en la vida pública? La
sesión busca identificar los aportes de la microsociología y la antropología
urbana a la comprensión de "lo urbano" entendido como componente
inmaterial que puede operar de manera independiente a los espacios físicos:
metrópolis, ciudades, pueblos...
El texto de Goffman nos hablan de las modalidades de infracción del territorio. Cuales son las modalidades consideradas y más frecuentadas de infracción de territorio en la cultura latinoamericana, en caso de no haberlas explicar porqué?
ResponderEliminarDentro de la coexistencia la gente tiende a reivindicar sus territorios personales. La infracción consiste en una especie de invasión del espacio personal. En algunos casos se puede ver como la preocupación por diferentes formas de incursión aumenta con la posición de clase social, pero esta relación no es tan sencilla (p.61, 62). Estas modalidades de infracción del territorio se encuentran todas en el caso de Latino América, me parece por ser la cultura dominante derivada de la cultura “occidental”, sin embargo en América Latina se ha mantenido una diversidad cultural enorme, en la que estas infracciones del territorio no son las mismas en los diferentes pueblos.
EliminarLas modalidades de infracción que Goffman recoge son seis:
1. la colocación ecológica del cuerpo en relación con el territorio reivindicado (p.61) En el caso de Quito, diría que esto se da en las relaciones marcadas por la clase social y la pertenencia étnica, como por ejemplo la distancia que puede tomar una persona de un mendigo, que además puede resultar se indígena o la distancia que puede tomar una persona de un afro descendiente considerado peligroso.
2. El cuerpo considerado como algo que puede tocar, manchar el envoltorio o las posesiones de otro. (p62) El autor da el ejemplo de la agresión sexual, esta se da en la mayoría de culturas, pero creo que no en todas, ya que esta aproximación sexual talvez pueda ser considerada de otra forma en otras culturas…
3 El ojeo, la mirada. Aunque esta infracción no tiende a ser tan grave como los otros tipos de incursiones. (p62) Un ejemplo que se me viene a la mente, en Latino América, es la de un “indígena” bajando la vista y esperando a que se le dé una orden.
En general, en nuestras sociedades también tenemos un especial cuidado en relación a mirar la desnudez. Esto debe estar en relación con la cultura judeo cristiana, sin embargo vemos como en los pueblos de la Amazonia la desnudez está dentro de lo cotidiano y los individuos deben de considerar a la desnudez de una manera muy diferente.
4 Interferencia de sonido (exigir demasiado espacio sonoro para uno solo). Esto se lo ve en Ecuador por ejemplo, en las diferencias que existen entre los grupos de la sierra y los de la costa. Estos últimos tienden a hablar más alto y más rápido en tanto que los de la sierra más bajo y más lento. Cuando individuos de estas dos culturas se juntan, las personas sienten una cierta incomodidad.
5 La forma de dirigir la palabra. Es evidente que en nuestras sociedades jerarquizadas, no se puede tomar la palabra cuando uno quiere o dirigir la palabra a cualquiera.
6 Los desechos corporales que distingue como 4 agentes diferentes de ensuciamiento. Es evidente y creo, en la mayoría de culturas que nos disgustan los excrementos corporales, los olores (en esto recuerdo que en Bélgica, los “blancos” no soportaban el olor de los “negros” y viceversa), el calor corporal de alguien que se sienta en un asiento que viene de liberarse, por ejemplo, y finalmente las señales dejadas por el cuerpo de las que uno se imagina que quedan desechos corporales, por ejemplo en los restos que quedan en los platos. (p.64)
Cuando leí por primera vez El Animal Público de Manuel Delgado, me surgieron una serie de interrogantes que nuca fuí capaz de dilucidar y que al reerlo han vuelto de manera parecida. De algún modo son estas:
ResponderEliminar1. En referencia a la novedad de las relaciones inopinadas y poco establecidas que según el autor generan la urbanidad como forma, como fenómeno: ¿no es esa la misma relación que se ha dado en cualquier puerto del mediterráneo (hablo desde ahí, por ser lo que conozco) desde tiempos inmemoriales? Los antiguos mercados ¿no han tenido siempre se carácter de relaciones endebles en las grandes urbes árabes o judías? (en la Biblia mismo hay narraciones de esos encuentros esporádicos de viandantes, vagabundos, comerciantes, prostitutas...). ¿No es ese el tipo de relaciones que se daban en los centros de peregrinación por toda Europa o Asia? Miles de personas que se acercan a los templos o zonas sagradas pero que se van al poco tiempo. ¿Dónde situamos por ende la aparición de este tipo de relaciones? No dudo que efectivamente hay diferencias con épocas anteriores, pero ¿no se daban ya esas relaciones?
2. Otra cuestión es la separación que hace de los espacios públicos. ¿No interfieren en esos espacios aquellos que, por ejemplo, la gente ve por la televisión o lee por la prensa? Si alguien actúa de forma agresiva sobre una mujer con velo, ¿no hay una acción en un espacio público que podemos entender como ese tipo de relaciones que señala Delgado, que está mediada por una ideología que se incorpora de forma estructurada y en aras de intereses concretos?
3. Los espacios que Manuel Delgado señala (aeropuertos, centros comerciales, estaciones...) ¿están validadas para el uso de todas las personas o hay detrás una idea clara de clase media en todos esos espacios? ¿Son iguales las relaciones que se dan en la Plaza de la Foch a las que se dan en una plaza del centro o del sur de Quito? ¿Hay restricciones en los usos?
4. A pesar de que no niego esa posibilidad de aletoriedad que dan las relaciones urbanas ¿no hay personas que casi cada día hacen los mismo recorridos para ir a sus trabajos o estudios? ¿No hay a la par que esas relaciones inopinadas, una rutina que marca de forma contundente unas maneras concretas de apropiarse de los espacios?
Me parecen interesantes tus reflexiones Paulino, y me interesó sobre todo el punto 4 sobre el que considero que los recorridos habituales que hacemos las personas están marcados por situaciones adicionales como los imaginarios. Así por ejemplo la seguridad que te da transitar espacios conocidos, rutas por las que esperas al menos no encontrar inconvenientes. Y de ahí que nuestra experiencia de las ciudades hace que creemos mapas mentales de ellas, en las que solo existen ciertos sectores, los más cercanos, los más seguros.
EliminarConsidero que los comportamientos frente al "otro" en general, tanto en el espacio público como en el privado, se remite a códigos culturales, que los han ido determinando. Por ejemplo el funcionamiento territorial del cuerpo en las ciudades andinas es muy diferente al de ciudades europeas, norteamericanas o asiáticas. El tocar, abrazar, el beso de saludo son actos muy particulares, porque de una u otra manera esta gestualidad puede constituirse en una forma invasiva de aproximarse a un otro -sobre todo al extranjero-, quien no está acostumbrado a que alguien tenga hacia su cuerpo ese tipo de manifestaciones. Por otro lado, no cabe duda que algunos comportamientos han sido modelados a partir de códigos relacionados con la idea de "clase" y de "buenas costumbres", factores intrínsecos al "status", es decir un conocimiento adecuado de los códigos de comportamiento puede convertirse en un capital simbólico para un individuo.
ResponderEliminarLos textos fueron una invitación a perdernos en la ciudad con nuestra principal herramienta: una mirada curiosa, que no se limita a contemplar, que participa, se infiltra, se abstrae e ingresa al mundo de las personas que observa, sin prejuicios, alerta, con astucia de periodista encubierto, de detective. Manuel Delgado nos proporcionó un recorrido teórico por autores como G.H. Mead, quien plantea la noción del otro generalizado; Gabriel Tarde que plantea la necesidad de ocuparse del exterior, etc. Por su parte, Goffman Erving nos dio claros conceptos para afinar nuestra mirada. De acuerdo con los autores ¿Cuáles consideran que son los principales aspectos que el antropólogo/a debe considerar cuando está en el campo?
ResponderEliminarEs verdad Betty que puede existir diferencia, pero hoy mismo me he embarcado en el transporte interprovincial y he hecho exactamente lo mismo que dice el texto sin haberme dado cuenta. Tenía en el boleto señalado el asiento 11, pero como había alguien ahí y estaban libres asientos en la parte de atrás, tomé uno que estaba libre y casi inconscientemente marqué mi territorio colocando en el asiento contiguo, mi maleta; me puse los audífonos y no establecía contacto visual con la gente hasta que me hicieron quitar la maleta para sentarse al lado.
ResponderEliminarLo que quiero decir es que muchos patrones se repiten en nuestra sociedad también más o menos invariablemente; uno tiende a adueñarse temporalmente de espacios y dice cosas como: esa es mi silla o mi mesa (en el restaurante por ejemplo) o en el aula, mi puesto está adelante a la derecha (porque me duele el cuello estar en otro lugar) y lo interesante de esto es cómo las demás personas interactúan con eso. Al final del módulo se puede preguntar por una persona y van a decir: ah, el que se sentaba junto a la ventana.
Es extraño como esa reserva del espacio personal se pierde o atenúa drásticamente en un medio como el trole en donde el contacto personal es más permitido y simplemente se cambia de chip.
Me gustó mucho este tema porque hoy lo pude vivir en carne propia, nunca mejor dicho. Saludos!
Contextualizando: estamos hablando de dos sujetos que se reconocen a la distancia, que posiblemente crecieron y compartieron juntos infinidades de experiencia, o que simplemente sus vidas en un momento determinado de su existencia se cruzaron, tuvieron algo que ver, en cualquier circunstancia e interrelación, positiva o negativa; en el texto de Erving Goffman-1979, existe un aspecto muy interesante, el mismo que posiblemente tenga algo que ver con la interrogante planteada; es acerca de la mirada y digámoslo su poder, el señala (mi lectura) que cuando no se sostiene la mirada, es sinónimo de debilidad, mientras que el otro denotaría autoridad y marcar el territorio; en este especifico caso, puesto que es un ejemplo muy singular, me arriesgo y arrojo al ruedo, señalando que posiblemente y al parecer podría estar existiendo, si no es un sentido de culpabilidad (por la ausencia e ingratitud ante la amistad de años)o podría entonces, uno de los dos, estarse sintiendo apenado y avergonzado por algo que se efectúo en forma impropia hacia el otro….mil disculpas solo son conjeturas…
ResponderEliminarDe acuerdo a la lectura de Goffman, el hecho se puede explicar como una intrusión al espacio personal descrito como una INFRACCION. Se produce cuando hay dos individuos solos en un contexto, entonces la disputa por el espacio personal adopta la preocupación por la distancia en linea recta, por la necesidad de no sentirse contaminado con la presencia ajena y contaminador al mismo tiempo. Es usual utilizarse a uno mismo de forma calculada para constituir el objeto que el otro tratará de eludir, y desplarse en la forma que él sugiere hacerlo. Estas situaciones son descritas en el "Los Territorios del Yo".
ResponderEliminarLos espacios y entornos constituyen mucho de lo que serán las relaciones interpersonales que ocurren dentro, no obstante, las personas con sus códigos y comportamientos construyen su propia experiencia de los espacios. Esto es lo que nos lleva a reflexionar el texto de Goffman: el rol de los espacios en las interacciones humanas y la importancia de comportamientos que sobrepasan las expresiones verbales. Desde este punto, me pregunto cómo, desde el punto de vista de observador, se pueden estudiar con fidelidad las interrelaciones en microespacios. ¿cuánto interés debo prestar al contexto en el que ocurren las situaciones? O ¿basta con interesarme por cómo actúan los involucrados? ¿cómo percatarme de mi propia experiencia para vivir los espacios?
ResponderEliminarEntendiendo al ciberespacio como forma particular de espacio público; ¿cómo se manifiesta el “sentimiento de vulnerabilidad” que los sujetos experimentan en la calle, cuando al usuario de las redes sociales como “al transeúnte se le conoce sólo por lo que enseña… ofreciendo señales parciales o falsas acerca de su identidad”?
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarMe parece que en el ciberespacio entran en cuenta muchos elementos que encubren a la persona, el hecho de estar detrás de una computadora, con un id talvez falso, con un personaje construido o con ciertas fotos seleccionadas. Las relaciones en el ciberespacio son mucho menos espontaneas que en la calle y las señales se modifican mucho mas. Hasta se podría encubrir un cierto "sentimiento de vulnerabilidad"...
EliminarA propósito de Goffman, acabo de encontrar este epitafio que le escribió Pierre Bourdieu (Le monde, 4 diciembre de 1982), el cual les comparto a continuación:
ResponderEliminarLa muerte del sociólogo Erving Goffman. El descubridor de lo infinitamente pequeño, por PIERRE BOURDIEU
La obra de Erving Goffman representa el producto más ideal de una de las maneras más originales y más raras de practicar la sociología: la que consiste en observar de cerca, y duraderamente, la realidad social, de colocarse la bata blanca del médico para penetrar en el asilo psiquiátrico y colocarse también en el lugar mismo de esa infinidad de interacciones infinitesimales cuya integración hace la vida social.
Goffman fue el que hizo descubrir a la sociología lo infinitamente pequeño: esto mismo que los teóricos sin objeto y los observadores sin conceptos no sabían dar cuenta y quedaba ignorada, por demasiado evidente, como todo lo que es evidente. Un sólo ejemplo, la descripción que propone del ciclo del cigarrillo tal se practica en ciertos cuartos de los asilos: “Un ‘protegido’ viene a colocarse frente a su patrón cuando éste prende un cigarrillo (…) y espera hasta que el cigarillo sea casi consumado para que pueda recibirlo. Él mismo juega a veces al patrón respecto de otro enfermo, pasándole la colilla que viene de recibir después de haberla fumado tan lejos como es posible. El tercer beneficiario debe entonces utilizar un alfiler o cualquier cosa para tomar la colilla sin quemarse. Echado a tierra, esta colilla puede servir todavía (…) demasiada pequeña para ser fumada, es todavía bastante grande para proveer tabaco.”
Estas curiosidades de entomólogo estaban bien hechas para desconcertar, hasta para afectar, un establishment habituado a observar el mundo social de muy lejos y de muy alto. El que los guardianes del dogmatismo positivista clasificaban en lalunatic fringe [grupo de extremistas o fanáticos] de la sociología, es decir entre las excentricidades que pretendían sustituir a los rigores de la ciencia por las facilidades de la meditación filosófica o de la descripción literaria, se volvió una de las referencias fundamentales para los sociólogos, pero también para los psicólogos, los psicosociólogos y los sociolingüistas (pienso en particular en su último libro, aparecido en 1981 en Filadelfia, Forms of talk).
Si este observador apasionado de lo real sabía observar bien, es también porque sabía lo que buscaba. Alumno de Everett C. Hughes, uno de los grandes maestros de la sociología estadounidense, estaba alimentado de todas las adquisiciones de la Escuela de Chicago —y especialmente de los aportes de Georges Herbert Mead, y de C. H. Cooley a los que no deja de referirse— y de todo lo que este alto lugar del profesionalismo científico había acumulado, y asimilado, se trate de la obra de los durkheimianos o de la sociología formal de G. Simmel. Armado de todo este bagaje, en el que es necesario, sin duda, agregar la teoría de los juegos, aborda objetos hasta allí excluidos del campo de visión científica. A partir de los signos más sutiles y más fugaces de las interacciones sociales, capta la lógica del trabajo de representación; es decir, el conjunto de las estrategias por las que los sujetos sociales se esfuerzan por construir su identidad, de construir su imagen social, en una palabra, de producirse: los sujetos sociales son también actores que se dan en espectáculo y que, por un esfuerzo más o menos sostenido de puesta en escena, aspiran a ponerse en valor, a producir ‘la mejor impresión’, en resumen, a hacerse ver y a hacerse valer.
Esta visión del mundo social, que pudo parecer pesimista, hasta cínica, era la de un hombre caluroso y amigable, modesto y atento, sin duda tanto más sensible a lo que la vida social tiene de teatral cuanto que era él mismo profundamente impaciente de todas las formas ordinarias del ceremonial académico y de la pompa intelectual.
Saludos.
FERNANDO ESCOBAR PÁEZ