miércoles, 25 de enero de 2017

Curso: Historia y Antropología Urbana Tema : Sociabilidad urbana. Comunidad y anonimato en la vida metropolitana
Sesión 5:El regreso de la comunidad y el retroceso de la vida Pública: "No hables con extraños"




Un fenómeno que resulta sintomático de los cambios contemporáneos en la viva urbana es la "agorafobia", entendida como el miedo al contacto y a la vida pública, y el consecuente confinamiento en la vida privada-doméstica. Bajo el principio de "seguridad" la desconfianza y recelo frente a "los extraños" se ha vuelto una forma de convivencia problemática en tanto recupera un nuevo sentido de "comunidad" capaz de negar derechos como forma de mantener una asociación basada en el rechazo al "otro". El proyecto residencial "Isla Mocolí" en Guayaquil es un caso emblemático de las tendencias segregativas del urbanismo contemporáneo.

13 comentarios:

  1. Me llamó mucho la atención del texto de Manuel Delgado "El derecho a la indiferencia", el cual empata con el texto de Goffman que revisamos la anterior sesión.
    La inquietud que me dejó la lectura de Delgado es el cómo el antropólogo -de forma involuntaria- se ha convertido en un agente que legitimiza que El Otro disidente -migrante, miembro de una minoría étnica- carezca de derecho al anonimato, convirtiéndolo en una especie de "discapacitado cultural", al cual se le obliga a vivir en constante exhibición en pro de reivindicar una supuesta "verdad cultural", la cual es impuesta desde la academia y no desde la vida real del individuo.
    Delgado denuncia esta tara involuntaria de la antropología -y por extensión de todas las ciencias sociales- pero creo que el texto se queda corto y no propone mecanismos alternos para trazar etnografías disidentes que sean capaces de abordar lo multicultural -en el sentido que le da Delgado a dicha palabra. disolución de toda presunta minoría en un espacio dramático compartido y accesible a todos- sin perjuicio al derecho al anonimato y a la indiferencia del Otro.
    Considero que sería interesante debatir posibles alternativas en la clase de hoy.

    Por otro lado, sumándome al ejemplo propuesto por Alfredo de la "Isla Mocoli", el propio Malecón 2000 (construido con dinero público en su mayoría) es el paradigma de un tipo de espacio no democrático, donde los guardianes no permiten el ingreso de vendedores ambulantes, personas visiblemente identificadas como GLBTI, etc. Restringir la accesibilidad a un espacio público pone en duda el talante democrático de una sociedad.

    Saludos

    FERNANDO ESCOBAR PÁEZ

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  3. Estoy de acuerdo con Manuel Delgado en que la carencia de derecho de anonimato que se remite generalmente a las minorías étnicas también involucra a quienes la sociedad trata de evitar, como es el caso de las personas indigentes, los vendedores ambulantes o crudamente, los pobres. He notado que cuando algunas de estas personas entran en un lugar cualquiera destinado a clases más acomodadas, las restricciones de acceso son más severas y ya no son ejercidas por guardias exclusivamente, sino por alguna persona que se sume en el papel de "protector" y sin miramientos los expulsa sin importar edad, o etnia. Si bien es cierto que no se oculta un fenotipo y que las reacciones de rechazo serán notorias, creo que pesa mucho más el hecho de contraponerse a las condiciones que impone la comunidad, como es el caso de las subculturas urbanas que han "traicionado" la confianza que la comunidad ha puesto en ellos, al transgredir sus normas para vivir según sus propios criterios o ideales.

    C. Vanessa Bone

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  4. Entre las varias ideas y planteamientos que presentan los textos, me llamó particularmente la atención el tema del derecho al anonimato, y sobre todo la idea de cómo el romper este acuerdo implícito, digámoslo así, implica una forma de discriminar al otro, de diferenciarlo y así, en consecuencia, anular su derecho al anonimato del que gozan los urbanitas que no son "otrerizados" por razones de nacionalidad, pertenencia étnica o, podríamos considerar, clase social. Pienso que esta marcada forma de diferenciación, que en el texto de Delgado aparece como una restricción de derechos y, por tanto, una forma de discriminación, es una tendencia recurrente en Quito, sobre todo porque la ciudad, como hemos visto en clases, tiene un origen señorial y arrastra todavía rasgos de la mentalidad propia de la época colonial en la que vivió; en este sentido no es de sorprendernos el que existan varios casos de esa forma de discriminación, en la que personas identificadas en un grupo étnico diferenciado, u oriundas de un centro urbano o rural diferente al de la capital, son vistos como extraños e ineludiblemente "otrerizados", con lo que queda anulado su derecho al anonimato. Sin embargo, y por aquí viene mi cuestionamiento, en los últimos años se ha vuelto relativamente frecuente la presencia de turistas o migrantes de origen europeo y norteamericano en Quito; ahora si bien la nacionalidad o los rasgos étnicos de estos nuevos "otros" es marcadamente diferente del típico urbanita quiteño que tenemos en mente, queda la duda de si son "otrerizados" de la misma forma que los otros grupos tradicionalmente diferenciados y discriminados; en otras palabras, cuando vemos un turista o migrante de origen europeo o norteamericano en Quito, ¿lo "otrerizamos" en el sentido de excluirlo de su derecho al anonimato?, si es así ¿esa "otrerización" se da en el mismo sentido en el que opera para grupos étnicamente diferenciados dentro de nuestro mismo país, por ejemplo, indígenas o migrantes de ciudades provincianas?, y de no ser así ¿en qué forma o bajo qué características es que se "otreriza" en Quito al extraño que procede de Europa o de Norteamérica?

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    1. Hablando desde mi experiencia en la ciudad, como Quito o Lima por ejemplo, e incluso en ciudades de provincia como Loja, he observado como se “otreriza“ o exotiza al extraño con fenotipo europeo o caucásico, sin embargo creo que esta mirada del “otro“ se produce desde un imaginario y un contexto distinto; sin ganas de resultar esencialista, pero para sintetizarlo de la manera más concreta y directa, creo que en Latinoamérica se mira al “otro europeo“ desde arriba, y al “otro marginal“ (entendiendo por esto minorías de etnia o contexto social) desde abajo. Entendiendo que este legado de jerarquización racial que se arrastra desde la colonización europea sigue marcando de mirar y categorizar al otro.

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  5. Al igual que a Fernando, la reflexión sobre la incidencia de los antropólogos en la construcción de categorías que etnifican “casi siempre artificialmente” a ciertos sujetos, es un asunto que me ha resultado interesante. En Colombia, por ejemplo, la Constitución de 1991 repensó la idea de nación homogénea y mestiza hacia una multicultural, con la inclusión y reconocimiento de los actores étnicos en el país, en concreto indígenas y afros. Sin duda, la injerencia de los saberes expertos, especialmente de antropólogos, incidió de manera directa en la inclusión de las categorías étnicas y la forma en que ésta se llenó de contenido. Recuerdo como hace algún tiempo un líder indígena sugería que “eso de la etnicidad era un invento”, del que a pesar de las reivindicaciones que se ha en hecho en su nombre, fijaba un camino en el que se privilegian a algunos por encima de otros, desencandenando, además, tensiones y pugnas entre los diversos “grupos étnicos” que, en la mayoría de casos, terminaban fragmentado sus luchas.

    Ahora bien, es innegable que el reconocimiento de dicho país como multicultural busca responder a ciertas necesidades de grupos que históricamente se han enfrentado a la estigmatización, vulneración e invisibilización. Tampoco debo desconocer que a partir de las reformas constitucionales se han agenciado una serie importante de reivindicaciones para estas poblaciones, pero que para su desarrollo requieren de una etnización y, en muchos casos, de la re-etnización de las poblaciones desde una identidad indígena o afro (con todo lo que implica hablar de identidad). Volviendo a las premisas de Delgado al respecto, en específico, “no es la diferencia la que suscita la diferenciación, sino la diferenciación la que crea y reifica la diferencia” (p. 200), me surge la pregunta sobre cómo pensar las reivindicaciones de esta poblaciones sin la diferenciación, ¿es posible?

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  6. Se puede llegar a considerar a todos los espacios públicos como "la calle" de Manuel Delgado? ... definida sobre todo como "el lugar de epifanía de una sociedad que quisiera ser de verdad igualitaria...de un ética basada en el consenso y un contrato de ayuda mutua entre desconocidos"

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    1. Como lo dice el propio Manuel Delgado esta imágen de la calle es una "químera", un ideal democrático. En realidad, este espacio publico se disuelve por los controles, donde los encargados de la seguridad pueden acosar a personas que suponen peligrosas. Además, el sistema mundo hace de los espacios públicos, mas bien espacios para el consumo. Para los "inmigrantes y las "minorías", el espacio publico se vuelve un problema, en donde se les puede controlar los papeles, o sospechar de delincuentes. (p197)

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  7. El interaccionismo lingüístico se refiere a tres aspectos que son: la conmutación de código, los índices de contextualización y la inferencia conversacional; en este marco quisiera lanzar una inquietud, leyendo lo que un compañero dice sobre la migración interna en Quito, y al constituirme en la práctica un migrante temporal. ¿Para qué tipo de inmigrante resultaría más fácil adaptarse o adoptar los patrones del urbanita quiteño del que se hablaba párrafos arriba?, porque según lo que hemos visto hasta hoy en la teoría urbana de la Escuela de Chicago, el urbanita se adapta en la práctica en cualquier metrópoli mundial.

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  8. A muchos nos marcó el punto de vista de Manuel Delgado sobre lo que produce el estudio de la antropología en poblaciones minoritarias. Estoy de acuerdo en que sería muy interesante debatir alternativas de estudio en la antropología que no perjudiquen a las poblaciones estudiadas. El modelo de una ciudad en donde los individuos tienen derecho al anonimato, es un ideal, ya que no se da en la realidad para todas las personas. Sin embargo también me da la sensación de que en este tipo de sociedad donde todos pudiesen beneficiar del de derecho al anonimato, todos serian en verdad parecidos y talvez esto resultaría de la adopción de una cierta cultura en común, en otras palabras de una aculturación. El reconocimiento de todos los grupos diferentes sean de las élites, o minoritarios, me parece necesario... Pero lo discutiremos sin duda en clases.

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  9. Aunque un poco tarde; mi pregunta:
    Sennet habla de la concepción, dentro del urbanismo contemporáneo, de la comunidad como contraria a la ciudad y afirma que los temas centrales del urbanismo actual giran en torno al nivel comunitario: se oponen a los intereses económicos y políticos de quienes tienen el poder y los recursos para construir la ciudad. ¿Se puede hablar de lo mismo dentro de la antropología urbana? ¿Cuál es la tendencia dominante en cuanto a esta dualidad? ¿Existe esta dualidad de oposición?

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    1. Diría que la tendencia dominante en la oposición ciudad-comunidad, en el paisaje latino americano actual, es la construcción de comunidades cerradas, unidas por el miedo y el afán de protección de un mundo que les parece hostil y con el que no se sienten identificadas ya sea por cuestiones étnicas o de clase.

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  10. Delgado (2007) dice que la libertad guarda relación con el derecho al anonimato, haciendo referencia al nuevo sujeto de análisis que colocaron en la palestra de la ciudad. Aquellos, desconocidos pero libres, eran distintos a los urbanitas. Aquel nuevo sujeto era el inmigrante. Pensando en el contexto latinoamericano, la migración intensa del campo a la ciudad hizo del provinciano el objeto de estudio predilecto de los antropólogos entre las décadas del 50´ y 70´. El inmigrante o el migrante, en la ciudad, eran ajenos y exóticos, lo que los convertían en sujetos dignos de estudiar. Los urbanitas se mantenían indiferentes entre ellos, ya que se asumen como iguales. Entonces, cabe preguntarse cómo se entiende el propio “extraño” en la ciudad. ¿Asume los valores y las prácticas de los urbanitas? De igual forma, Delgado señala el rol del antropólogo en el proceso de estigmatización del inmigrante o del migrante. En ese sentido, cabe preguntarse ¿cuáles son los enfoques o herramientas metodológicas que la antropología debe usar para evitar la estigmatización de “lo extraño”?

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