jueves, 22 de febrero de 2018

Tema 6. Disputas simbólicas por la ciudad.
Sesión 12. Imaginarios y estigmas territoriales

La conceptualización de Wacquant de "estigmas territoriales" ha sido ampliamente acogida tanto en Estados Unidos, Europa y América Latina, como herramienta conceptual para problematizar los efectos de la marginalidad avanzada. A partir de la matriz bourdiana del espacio físico, social y simbólico, Wacquant añade el bagaje de Goffman sobre la experiencia de la estigmatización y con esto logra profundizar en la complejidad del desprestigio en el juego de interacciones sociales e institucionales. En el caso de América Latina, el concepto ha sido matizado en tanto la lógica histórica de auto-producción del espacio constituye un repertorio social y político que permite disputar al imagen de los lugares estigmatizados.


15 comentarios:

  1. En la ciudad existen varios territorios que a lo largo de la historia han sido catalogados como sitios desvirtuados socialmente, esta condición repercute directamente en la forma en que se relaciona la población de dichos sectores y la gestión de las instituciones que diseñan y aplican la política de territorialidad, dejando así un entramado de comportamientos que se ven influenciados por las actitudes estigmatizadas que presenta las instituciones encargadas de velar su cumplimiento, las experiencias que guarda el texto “estigmatización social en acción”, permiten recopilar información sobre el imaginario social que circula en el ente social, que a su vez se encarna en los discursos de las instituciones y de los actores sociales que estigmatizan a ciertos puntos de la población, se visualiza claramente en la búsqueda de márgenes o limites de lo que es el norte y lo que es el sur, aunque estos sean dados en una base imaginaria, pero que deja entre sus consecuencias una dinámica distinta ante la segmentación imaginaria del espacio, y que por ende repercute en el diario vivir de las personas, que son presa de la desatención intencionada de las instituciones estatales que se encargan sobre estos procesos, intensificada con el fenómeno de distribución del trabajo, y con lo propuesto por Goffman.

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  2. El espacio físico es susceptible de valoración y de lucha precisamente porque está troquelado o configurado por el espacio social. Si expresa valoraciones positivas y negativas es porque las distancias-cercanías sociales y los volúmenes-estructuras de los capitales en juego así lo configuran. A esto se refiere Bourdieu cuando plantea la relación espacio físico-espacio social-espacio simbólico. Con esto está planteando analíticamente la importancia de pensar el espacio como materialización del espacio social (espacio social reificado), en tanto las dinámicas de lo social son espacios, directamente propuesto en la relación sitio-lugar: la 'fisicalidad' del espacio también hace parte de un conjunto de disposiciones o esquemas mentales que Bourdieu agrupa en el habitus.
    Esto es muy importante: el espacio existe en tanto expresa -y es expresión- relaciones sociales, es decir, relaciones en el espacio social. Solamente así esa fisicalidad puede ser parte de la vida humana.
    Ahora bien, en el análisis Bourdiano el paso siguiente, luego de articular espacio físico y social, consiste en problematizarle en lógica de conflicto. Aquí radica el punto central de su propuesta en clave de análisis político del espacio: la violencia simbólica tiene una relación profunda con la constitución del espacio (en tanto espacio social reificado); de ahí su naturalización (efecto de naturalización). La fisicalidad del espacio al ser una estructura-estructurada-estructurante de y por las relaciones sociales, también contribuye a eternizar privilegios y relaciones de poder. La apropiación del espacio pasa a ser fundamental: los usos y formas de lo urbano entonces expresan y son expresión de formas de poder-dominación. El espacio es también una disputa simbólica, es decir, aquella centrada en la imposición de una visión del mundo, con sus principios de visión-división y de inclusión-exclusión: por eso Bourdieu plantea que se puede ocupar un espacio sin habitarlo. La fisicalidad del espacio es una forma ingenua que expresa dominación: naturaliza y eterniza lo arbitrario de las relaciones de poder, del privilegio.
    Para finalizar, Bourdieu propone la relación Estado-lucha-construcción del espacio, precisamente por el control que esta forma (estado) tiene sobre los usos del suelo, sus valores y en definitiva cierto control sobre su planificación. Al finalizar Bourdieu plantea la posibilidad de una 'construcción política del espacio', lo cual implica la espacialización de grupos (hay que recordar: espacio como reificación de lo espacio y por lo tanto forma de dominación que naturaliza lo arbitrario) y con eso la sedimentación de privilegios y otras formas de acceso-distribución de capitales.
    Lastimosamente, Borudieu no avanza con firmeza en el análisis de la Villeneuve desde toda esta discusión. Podría en este caso evidenciarse la manera en que el espacio físico es efectivamente espacio social reificado, y más concretamente la forma en que ocupar un espacio (caso de árabes inmigrantes) no implica en absoluto habitarlo, y cómo los conflictos y las modalidades o vías de su resolución (tanto en lo micro como en en lo meso de la administración) muestran el lugar de los volumenes-capitales que configuran las relaciones sociales (espacio social) que se materializa ahí, en Villeneuve: ¿Quiénes deberían ocuparlo? ¿Qué conjuntos de prácticas son las legitimos y aceptadas (relación habitus-espacio)? De fondo el caso micro de Villeneuve constituye una lucha simbólica

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  3. Los estigmas territoriales se ven en la cotidianidad a través de la lectura de las áreas inseguras, donde las personas que los habitan las dotan de significados, generan sentimientos de pertenencia y amor al igual que afectación en su autoestima y como defensa ante los otros que no hacen parte de esos espacios comienzan a crear estrategias de sumisión, resistencia, escape o disimulación. Como consecuencia de estos procesos y de otros, algunos de los habitantes buscan encajar en nuevos escenarios que implican la adhesión a espacios físicos y sociales que implica asumir mentalidades, realidades y hasta luchas por su inserción que siempre se les condiciona por la cantidad de su patrimonio.
    Los estigmas territoriales parten de posiciones sociales donde un grupo busca diferenciarse de un grupo de “otros” en un espacio social y territorial como lo es la ciudad. Desde la antropología es retomar viejas polémicas de la “otredad” desde enfoques como los criterios que llevan a un grupo a defender un espacio y reclamarlo como suyo donde se deben pensar variables políticas y simbólicas que atraviesan estos procesos.

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  4. El estudio (en colectivo) de Bourdieu “La miseria del mundo” permite hacer un desmontaje de las interacciones estructurales que se generan en un contexto cotidiano (Villeneuve, Francia años 90´) poniendo en juego la triada espacio físico-social-simbólico. Lo que inicialmente se nos presenta como un ejercicio de campo mediado por entrevistas a sujetos situados, se vuelve prontamente una teorización que da fe de una serie de sucesos paradójicos, que van más allá del paisaje en conflicto que se capta en una mirada de superficie. Bourdieu nos hace pensar en cómo el espacio físico se configura en la propia existencia de un tejido social -a su vez condicionado por el capital- y cómo en esta sincronía se alinean aspectos simbólicos sobre ciertos lugares y los sujetos que se desenvuelven en ellos. De ahí la proliferación de glorificaciones o estigmatizaciones de ciertos territorios (lugares), sus moradores y sus prácticas.
    Pensando en ello y en la representación estigmatizada (modus operandi) de los grupos de emigrantes en Villeneuve, me pregunto si: El hecho de expresar sus malestares ante un contexto vivencial adverso (que genera ciertos imaginarios distorsionados) sin que haya una verdadera posición demandante, reivindicativa; habla de la total descreencia en el Estado y su misión mediadora, o es una consecuencia propia del rejuego estatal en el que estos grupos estigmatizados caen en una especie de apatía política que los subsume cada vez más en una dinámica de marginalidad hasta cierto punto conveniente para algunos sectores de poder económico y político.

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  5. Los textos de la sesión muestran una interesante perspectiva acerca de cómo circulan el prestigio y el reconocimiento tanto de la periferia como de sus habitantes. Siguiendo a Wacquant, una de las propiedades distintivas del nuevo régimen de marginalidad reside en la fijación de estigmas territoriales, los cuales tienen que ver con la percepción de estos barrios –desde afuera y desde adentro– como lugares de perdición. A la construcción de estigmas poco le interesa que las periferias y los marginados sean o no peligrosos o pobres, ya que basta con la mera creencia de que sí lo son. Entiendo que el estigma tiende a asentarse en poblaciones y barrios homogéneos, en los que muchas veces no ocurren contactos ni intercambios con otro tipo de gente; lugares que representan muy bien aquello que dice Bourdieu acerca de la distancia espacial y la distancia social. Sin embargo, me resulta curioso entender cómo operaría el estigma en contextos en donde existe una coexistencia espacial de grupos socialmente diferentes. Si bien no considero que la distancia social se elimine a partir de dicha coexistencia, me cuestiono lo siguiente: ¿la disminución de la distancia espacial permitiría una reducción y/o control en la reproducción de estigmas?

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  6. El estigma territorial se fragua en la interacción simbólica, social y espacial de los sujetos y, además, se expresa mediante conductas y calificativos de exclusión o rechazo hacia grupos culturalmente estigmatizados que terminan por traducirse en formas de desventaja para su acceso a derechos y oportunidades en la ciudad. De esta manera, los territorios estigmatizados –junto a sus habitantes– no sólo cargan el peso del desprestigio social, de la deshonra espacial, sino también se ven fuertemente afectados en la deformación de sus relaciones sociales y su ingreso al empleo, por ejemplo. ¿Qué medidas políticas, de las que cita Wacquant al final del texto, son posibles de implementar para que ataquen tanto el campo de la dominación simbólica como el de acceso a oportunidades de estas poblaciones? ¿Existen experiencias al respecto?

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  7. El análisis de Wacuant puede trapolarse de la guetización de una etnia, a guetización de una institucionalidad. La formación de la comunidades a través de los proyectos urbanísticos hacen concretas dinámicas sociales más sutiles, pero por ello no menos excluyentes. El caso de la comunidad GLBTI es uno de ellos. La comunidad GLBTI adulta del Ecuador está plenamente organziada desde colectivos con marcos institucionales. No es un gueto en sel sentido de que viven en un mismo espacio aislado, sino que su organziación las diferencia marcando una línea de separación. Este no es un juicio de valor, dicha conformación institucional les permite la gestión, sobrevivencia en algunos casos pero sobre todo la visibilidad, sin embargo apuntan a replicar esas dinámicas en poblaciones adolescentes y jóvenes a través de la política pública. Recientemente un proyecto entregado a la Asamblea Nacional plantea el formar ese mismo tipo de organización dentro de las instituciones educativas, lo que en n principuo podría leerse como el deseo de alcanzar legitimidad en sel sentido de Wacuquant podría implicar otra forma de exclusión. Los guestos no solo son infraestrucrales sino sobre todo institucionales, lo que resta la posibilidad de una nueva generación de poder consytruir nuevas institucionalidades o formas de asociación

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  8. Me interesó bastante la conclusión de Wacquant donde apunta a la “necesidad urgente de medidas políticas diseñadas para reducir, no solo el peso de las carencias materiales, sino también la disminución de la presión de la dominación simbólica en la metrópolis”.
    En el texto de Santillán se visualiza a un Quito fragmentado, que desconoce a sus barrios del extremo. Donde la centralidad del Centro Norte configura expresiones y acciones de discriminación entre los habitantes de toda la ciudad. Los habitantes del Sur mostraron una conexión sentimental con el espacio, movilizaron discursos de defensa a lo que ellos sienten propio. Se explicita en dicho texto, que “la relación humana con el espacio es capaz de invertir en él emociones profundas a través de los fenómenos de arraigo y apego como expresiones máximas de la vinculación emocional con el lugar”. La estigmatización territorial tiene mucho que ver con el abandono institucional del Estado y la confluencia de actividades mal vistas por la mayoría de la sociedad. ¿Soluciones? Intervenir con la construcción de infraestructura no basta.
    Paralelo, al caso de Quito, pensaba el trabajo el caso en barrios del suroeste de Guayaquil. En la ciudad costera han sido el gobierno local y el Estado nacional quienes a partir de la construcción de infraestructura han impulsado la transformación. En el sector de Bahía de la Droga se ejecutó acción policial violenta y la construcción de áreas de ocio y esparcimiento en el “Estero Salado”. Este es un sector asociado a la venta de droga de baja calidad, donde según los medios de comunicación “la gente se droga y los jóvenes fuman pistolita a plena luz del día”. Al igual que en la descripción de Patrick Champagne, los habitantes se inculpaban unos a otros y tomaron estereotipos del conflicto, y expresaron estigmatizaciones territoriales (Goffman: “diferenciación basada en el desprestigio”) para disputar y acusarse en motivos de existencia de violencia y tráfico de droga.
    Ahora bien ¿cómo “recuperar espacios” y “desestigmatizar el territorio”? Tomando el caso de Villaneuve, estos conflictos parecen ad infinitum, pero no hay que perder de vista que la estigmatización territorial se enmarca dentro de procesos sociales cambiantes. Una salida sería como propone Wacquant, impulsar las investigaciones (pensaría más en un diálogo de carácter público) que visibilice la relación triangular entre “espacio simbólico (divisiones mentales estipulando categorías), espacio social (distribución eficiente de recursos entre estas categorías) y espacio físico en la parte inferior del espectro urbano”.
    Finalmente, un detalle en la relación entre estigmatización territorial y conflicto social: ningún ciudadano es ajeno ¿Todos producimos y reproducimos estigmatizaciones territoriales? Pensemos en los lugares a los que no se va porque creemos que nos es hostil y/o violento. Como dice Wacquant: “el estigma territorial se ha se ha nacionalizado y democratizado de alguna manera: en cada país, un pequeño grupo de barrios se ha vuelto universalmente reconocido y atacado a nivel social y espacial por constituirse en refugios donde la indigencia y la decadencia son características que se generan y perpetúan por sí solas”.
    Consulta: ¿En qué consiste este nuevo turismo de “favelas”? Trabajar la economía a partir de lo exótico, excéntrico y la estigmatización.

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  9. Es importante la identificación bourdiana de que toda sociedad jerarquizada constituye un espacio jerarquizado. También la distinción que a partir de Yi-Fuan Tuan se hace desde el sentido de habitar entre espacio y lugar. El lugar como la retraducción del espacio en el orden de lo simbólico, del imaginario urbano, imaginario que también resultaría jerarquizado en función de las topofilias que la experiencia del habitante construye, mismas que al manifestarse en las interacciones sociales dejan ver las estrategias de control y estigmatización territorial que se reproducen en el lenguaje con que se nombran a los espacios y lugares. ¿Hasta dónde las políticas de planificación urbana en Quito, se concentran en la integración de los habitantes de lugares estigmatizados al espacio jerarquizado de la ciudad? ¿La oficialidad pública de la ciudad hasta dónde es capaz de reconocer las topofilias de los sectores periurbanos para integrar el imaginario urbano de sus habitantes a la centralidad símbolica de la "gran ciudad"?

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  10. Según Bordieu las personas existimos en un cuerpo, que habita un lugar y recorre espacios. Los agentes sociales se constituyen en relación con determinados campos de un espacio social. Las cosas de estos espacios van siendo apropiadas por estos agentes, “el espacio social se define por la exclusión mutua (o la distinción) de las posiciones que lo constituyen” (P.120). La estructura del espacio se manifiesta en las oposiciones espaciales, donde el espacio social está simbolizado desde el espacio habitado (apropiado). En una sociedad jerárquica el espacio también lo está, aunque no necesariamente resulte evidente, pues en el tiempo de las generaciones, las relaciones de poder pueden haber quedado naturalizadas (y con ellas la consecuente jerarquización de los espacios habitados).
    En la sociedad de clases, los espacios reflejan jerarquía. Las zonificaciones, los tipos de barrios, las dimensiones de las casas, la cantidad de propiedades, son medidores del status económico y social; y constituyen espacio social. En tanto que los agentes sociales buscan ampliar su espacio social para ascender en las jerarquías sociales, hay una tendencia creciente a la acumulación de epacios físicos en manos de cada vez menos agentes sociales. Para romper la inercia jerárquica existente en el espacio físico, habría que romper la correspondencia entre el espacio físico y el social. Eso supondría transformaciones estructurales en los sistemas económicos de propiedad, o de migración (expropiaciones, deportaciones, etc.); que hoy por hoy, los Estados no están dispuestos a asumir.
    Las jerarquías se manifiestan en el juego simbólico de la distinción, en el que unos se distinguen de otros por oposición de valores que reafirman su “ser mejores”. Así, se naturaliza que unos barrios sean “mejores” que otros, no por sus condiciones materiales o características físicas del espacio, sino porque en unos vive “gente bien” y en otros “gente lumpen”.
    Es un espiral vicioso en el que quienes tienen más capital poseen la posibilidad de tener cada vez más espacio y más control sobre los espacios (apropiándoselos a través de este). Con esto adquieren la posibilidad de controlar la distribución de otros agentes sociales, mantener a distancia poblaciones enteras, desplazarlas, desterrarlas, para sus propios fines.

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  11. En cada ciudad existen una o varias zonas en donde se concentra la marginalidad. Según la percepción social, en estos espacios la violencia, el vicio o el abandono conforman la normalidad. Algunas adquieren incluso el estatus de encarnación de todos los males y peligros como en el caso de Monte Sinaí en la ciudad de Guayaquil o la Pisulí en Quito. Parece inevitable que el proceso de estigmatización territorial esté ligado a la aparición de zonas reservadas para los llamados “parias urbanos”. Al final importa poco la estructura real de estos lugares, solamente el prejuicio guía la construcción imaginaria de estos espacios.
    La aguda sensación de “vergüenza social” que envuelve estos espacios solo puede ser atenuada transfiriendo este estigma a un “otro”. Este individuo nunca tiene un rostro específico y puede ser tan diverso como: una madre pobre que recibe una pensión asistencial, vecinos de otra región del país, una familia extranjera, los jóvenes de la casa contigua, los moradores de un barrio aledaño, etc. Por lo tanto, el territorio estigmatizado le resta valor a las personas que lo habitan, lo que supone una descalificación sostenida, así como un distanciamiento mutuo.
    ¿A pesar de la estigmatización que supone la concentración de marginalidad existen valores de resistencia y cohesión al interior de estos territorios? Creo que en el caso de las ciudades latinoamericanas una respuesta la podemos encontrar en nuevas formas de integración y participación comunitaria.

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  12. Para tener un cuadro amplio y triangular de las nuevas marginalidades y las realidades de lo nuevo guetos, me parece necesario tener claras los estudios de Bourdieu, Goffmann y Wacquant, que analizan el “vínculo triangular entre espacio simbólico (divisiones mentales estipulando categorías), espacio social (distribución eficiente de recursos entre estas categorías) y espacio físico en la parte inferior del espectro urbano.” (Wacquant 2009, 223) desde tres perspectivas diferentes. Mientras Bourdieu enfoca sus investigaciones a partir de las estructuras materiales y simbólicas, y la influencia en las distribuciones espaciales (entonces sociales) de los mecanismos y espacios de poder (que generan violencia simbólica y política), en el proceso de producción de desigualdad y marginalidad, haciendo una critica a los conceptos de “naturalización”, donde las realidades sociales se piensan determinadas por lógicas históricas naturales; y defendiendo la tesis de que en la relación entre la distribución de los agentes y la distribución de los bienes en el espacio se define el valor de las diferentes regiones del espacio social reificado (o objetivado); Goffmann aborda el tema “desde abajo”, desde las practicas sociales y el ser, definido a través de identidades deterioradas (teniendo una perspectiva quizás mas DeCertauiana). Finalmente Wacquant complementa este cuadro de análisis, entrando en el detalle de los puntos cruciales de formación y perpetuación de las nuevas marginalidades, por ejemplo analizando los cinco aspectos que caracterizan los barrios “desfavorecidos” post-fordistas, llegando a brindar propuestas y estrategias, y añadiendo el concepto de mediación social que el lugar puede suscitar, siendo un contenedor material estructurado y estructurante.
    Me parece, entonces, interesante (aunque no sea exhaustiva) para las realidades marginales de los suburbanos de América Latina, el plan de estrategias que plantea Wacquant, que no nos brinda simplemente una análisis teórica de las dinámicas socio-espaciales, sino que mas bien, invita a una reflexión sobre estrategias de “solución”. A partir de la afirmación de Wacquant (2009, 236) “La estigmatización territorial no es una condición estática, un proceso neutral o un juego cultural inofensivo, sino una forma significativa y perjudicial de acción, mediante la representación colectiva, atada a un lugar determinado” Me pregunto:
    ¿En las agendas urbanas que están planteando por la ciudades de América latina hasta 2040, se han tenido en consideración estos puntos, como eje de análisis inicial, considerando las realidades existentes como un punto de partida para mejorar las condiciones sociales asentándose sobre una análisis espacial, ya que como afirma Bourdieu (1999, 121) “Las grandes oposiciones sociales son objetivadas en el espacio físico”?

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  13. El sentimiento que expresan en el texto de Bourdieu, con relación con los jóvenes se replica en muchas de las ciudades latinoamericanas, en el caso de Quito existen barrios enteros, ubicados principalmente en las periferias de la ciudad que han sido estigmatizados, lo que repercute directamente en todos los aspectos de la vida cotidiana de las personas que allí residen. En sentido ¿Es posible la aplicación de estrategias enfocados en disminuir o eliminar los efectos de la estigmatización?

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  14. El análisis de Bourdieu sobre la vida de los habitantes de Villeneuve permite identificar a personas, con una historia de vida, con un nombre e identidad, creo que es importante el abordaje de este pensador en cuanto a su formación como sociólogo , en relación al diálogo que realiza por medio de entrevistas a algunas personas que viven en esta población y comuna francesa, en su mayoría son migrantes de África que llegaron y se quedaron a vivir en esta zona, algunos llevan décadas, o varios años, han reconstruido su vida aquí, tienen familia, trabajan e intentan sobrevivir frente a las adversidades de la complejidad sobre las limitaciones económicas, la barrera en el lenguaje , la identidad cultural, y la dificultad de vivir en un lugar donde el nivel de violencia es extremo; frente a estos problemas las personas deben desarrollar ciertos mecanismos psicológicos para lograr adaptarse a un medio que puede resultar hostil e intolerable.
    Bordieu estructura una red de análisis sobre el espacio físico, social y simbólico, de los actores sociales en sus relaciones con las estructuras; los espacios que son tan importantes en la sociedad como la escuela , los parques, las calles se convierten en una amenaza debido a determinadas conductas de los jóvenes y adolescentes marcados por la violencia hacia el otro, la destrucción de la propiedad privada, la caída del sentido de autoridad frente a sus maestros, padres y adultos; que a su vez es un reflejo de los problemas sociales del ambiente en el que viven. Desde la teoría bourdiana se habla del espacio físico y espacio social, y como ambos esquemas se interrelación y se atraviesan de acuerdo a la distribución de los bienes, la construcción social del sujeto está marcado por su relación con el espacio físico y con los elementos que ha construido la cultura; sin embargo tal relación va a tener una percepción diferente según la clase social a la que pertenece cada sujeto.
    Por otro lado Wacquant trabaja sobre el concepto de ``Estigmas territoriales`` que define aquellos espacios físicos que son considerados como marginales, como depósitos de elementos simbólicos y culturales que marca a ciertos barrios de la sociedad como espacios de olvido, de aislamiento, representan construcciones ideológicos que permite discriminar a las personas, incidir en el aumento de la pobreza en estos lugares, asì como una crisis social y económica desde el mismo aparato ideológico del Estado, que dictamina estos lugares como vulnerables, y en muchos casos ni siquiera poseen los servicios básicos, hay una carestía frente a las propuestas de políticas pùblicas que no logra resolver los problemas de la marginalidad, la vivienda, los espacios físicos, sino que crean división y mayor desigualdad social.
    Es importante el análisis que hace Wacquiant en cuanto a los aportes de Goffman sobre la estigmatización a nivel social, al estudiar la vida de los sujetos cotidianos, las instituciones, los alienados; y como se marcan diferencias entre los propios sujetos que permite crear condiciones de vida al borde del derroche del capital, o al contrario llegar al lìmite de la pobreza, la marginalidad y la enfermedad mental.

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  15. Wacquant entiende la estigmatización territorial en relación al vínculo existente entre los espacios: simbólico, físico y social, de esta manera los barrios relegados en las ciudades cumplen con características que los incluyen dentro de estos. Tomando en cuenta los conceptos de Goffman y Bordieau, la estigmatización forma parte de la marginalidad avanzada, en cuanto a su relación con la pobreza y cuestiones raciales y delincuencia. Como consecuencia, estos lugares estigmatizados llegan a ser conocidos a nivel nacional como lugares “malditos” lo cual fomenta el castigo de la marginalidad, así las personas que viven en estos lugares se ven afectados en sus relaciones sociales o en las situaciones en las que se les clasifica a partir de los prejuicios en torno a su domicilio, como al conseguir trabajo, ante esto crean diferentes estrategias para enfrentar la denigración, entre ellas se busca apoyo familiar, se niega el residencia o finalmente se busca la forma de emigrar. ¿De qué manera los medios contribuyen al estigma de determinados barrios? ¿Existe algún medio factible para contrarrestar el estigma?

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