martes, 15 de enero de 2019

Tema 1. Sociabilidad urbana. Una lectura antropológica
Sesión 3. La metrópoli en la Escuela de Chicago

La ciudad de Chicago constituyó el principal laboratorio para la investigación urbana en las primeras décadas del siglo XX. Como resultado de la industrialización y los flujos migratorios el perfil de Chicago se volvió paradigmático de la urbanización hacia el lado este del Atlántico. En paralelo el desarrollo de las ciencias sociales también responde a los flujos geopolíticos de las ideas científicas, lo que da origen a una comunidad académica dispuesta a crear su propio saber en respuesta a su propio entorno urbanístico y sobre todo a las instituciones de control social interesadas en comprender las nacientes problemáticas urbanas. El resultado un conjunto de monografías etnográficas que revelan la complejidad de la vida urbana en las metrópolis de la época. Estos trabajos trazarán el horizonte temático y metodológico de lo que posteriormente se llamarían Antropología Urbana y Sociología Urbana. Una imagen del Chicago de la época puede ayudar a imaginar el nuevo objeto de indagación de las nacientes ciencias sociales.


27 comentarios:

  1. Para Louis Wirth, la definición de Ciudad, como objeto de estudio, pasa por varias dimensiones que va mucho más allá del número de habitantes y la densidad poblacional que puede presentar una área geográfica de otra. Para él, a más de estos elementos (el número de habitante y la densidad poblacional), que pueden ser considerados de una forma arbitraria para distinguir las áreas rurales de las urbanas; se presentan otros componentes del urbanismo que nos muestran una morfología distinta de la vida humana, y estos a su vez impregnarían a las ciudades de particularidad que se desarrollan en el relacionamiento social de sus habitantes. Estos elementos son: la concentración de servicios, comunicación y transporte; pero estos elementos son a su vez una respuesta a satisfacer demandas de conglomerados humanos. Lo que el autor nos resalta es que todos estos componentes pueden o no ser relevantes para distinguir a la ciudad como objeto de estudio, en la medida en que influyen o no en “la conformación del carácter de la vida social en su forma específica urbana” (Wirth 1988, 33). A partir de esto nos podemos plantear: ¿Cómo los diferentes espacios urbanos modifican nuestro relacionamiento y desenvolvimiento social?

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    1. En relación a esta pregunta, es interesante que Park nos recuerde que los organismos sociales están compuestos por individuos que corren cada quien tras sus intereses independientes, pero que, impelidos por este espíritu, terminan llevando a cabo un fin común, modificando su accionar en la esfera pública por aquello que nace de sus impulsos privados (Park, 1999:86).

      También plantea que el hombre se construye a sí mismo según su propio deseo gracias a un espacio que puede ser controlado por él mismo en la medida que pertenece a su propia creación: la ciudad, el entorno urbano. Al ser este “nuevo orden social” una creación artificial, muchos paradigmas toman una nueva dimensión: ya no es lo sagrado sino lo pragmático el tópico imperante y en este marco, la política, la religión, la educación y la ciencia adquirirán matices más acordes con el desarrollo de los individuos que pertenecerán a estas nuevas sociedades urbanas (Park, 1999:116).

      Es por esto que vemos un cambio sustancial en la concepción del individuo citadino en relación a aquel originario de otros ámbitos: el concepto que tiene de sí mismo se ve moldeado por la ciudad que él mismo ayudó a moldear. Claro está, este concepto variará según la ciudad, pues debemos recordar que no todas las ciudades tienen los mismos orígenes y de estos dependerán los colores y el carácter que desarrollen como urbe que no es más que el reflejo del genio de los individuos que la conforman.

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    3. Intentando dar respuesta a la pregunta: ¿Cómo los diferentes espacios urbanos modifican nuestro relacionamiento y desenvolvimiento social?, y partiendo de que los diferentes espacios urbanos están constituidos por esos “rasgos distintivos” que el autor ve relevantes en la medida que afectan, moldean y atraviesan las formas de vida urbana, tales como número de habitantes, densidad y heterogeneidad de la población, vemos por ejemplo que en estos espacios urbanos entre mayor número de habitantes menores son las posibilidades de lograr relaciones humanas verdaderas, “en relación con el número de personas que ven y con las que se rozan en el curso de la vida diaria conocen a una proporción menor y tienen incluso un conocimiento menos profundo de esas personas que conocen” (Wirth 1988, 40).

      Por otra parte el aumento de la densidad poblacional produce “diferenciación y especialización, porque sólo así puede el área sostener ese aumento de número” (Wirth 1988, 42), esta especialización propicia la fragmentación y el distanciamiento en la vida cotidiana, estamos íntimamente unidos por vínculos económicos en pro de suplir necesidades pero realmente estamos distanciados como humanidad. De esta manera nos encontramos con una ciudad constituida de espacios urbanos que condicionan nuestras formas de vivir, ciudades repletas de habitantes que cada vez tienen menos contacto y “más distancia social”, ciudadanos sucumbidos en el estrés, la soledad, la tensión y la frustración que producen las dinámicas de la vida urbana, casi que condenados por nuestro propio invento moderno a relaciones fútiles, sin intimidad. Los espacios urbanos propician un flujo continuo, un tránsito imparable, una imposibilidad de echar raíces ante esta dinámica de movimiento; de esta manera el actual espacio urbano aísla e imposibilita la construcción de relaciones sociales profundas.

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    4. ¿Cómo los diferentes espacios urbanos modifican nuestro relacionamiento y desenvolvimiento social?

      R// Teniendo en cuenta la definición sociológica de ciudad que plantea Wirth “como un asentamiento individualmente grande, denso y permanente, de individuos socialmente
      heterogéneos” nos indica que no solamente los diversos espacios urbanos modifican la forma de relacionarnos sino que también las personas que habitan estos lugares son socialmente heterogéneos, lo cual, produce una tensión entre los espacios urbanos definidos y aquellos que los frecuentan, es decir, que se produce un intercambio en ambos sentidos (Wirth, 1988, 35)

      Esto en consonancia con lo que argumenta Simmel (2002), en cuanto a que la metrópoli si bien crea unas condiciones psicológicas, esto supone, una organización de las individuos en seres diferenciales que aumenta el espacio urbano a partir de su experiencialidad.

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  2. Wirth, Louis (1988) sostiene que el predominio de la ciudad surge como consecuencia del progreso tecnológico del transporte, de las telecomunicaciones, de la concentración de servicios comerciales, financieros, administrativos, equipamientos culturales, recreativos, etc. De acuerdo a ello, ¿es posible considerar a la urbanización únicamente como el proceso por el que ciertas personas se sienten atraídas por un lugar llamado ciudad y se incorporar a su forma de vida? O ¿qué otras características se debe considerar para el desarrollo de una correcta definición de urbanismo?

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    1. Wirth ya hace mención de la compleja definición de urbanización; esta, no puede ser segmentada o considerada en base a la densidad poblacional como un factor determinante o por el flujo comerciar que converge.
      Las características son diferenciales, plantea que en el proceso de lo urbano, son los diversos caracteres de vida asociadas a crecimiento con las diferentes practicas culturales, lo urbano como comunidad, el desarrollo, el paso heterogéneo de la población que configura la ciudad; se encuentran bajo influencias de poderes institucionales o de personas que también está relacionado con la división de trabajo.

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  4. En “Las metrópolis y la vida espiritual”, Simmel (2002) se ocupa de examinar las vinculaciones entre los contenidos individuales de la vida moderna y las fuerzas externas a estos contenidos. Las metrópolis crean un incesante flujo de estímulos, el cual produce una intensificación de la vida psíquica en las individualidades metropolitanas. Asimismo, la vida psíquica metropolitana va adquiriendo un carácter intelectual, el cual le permite sobrevivir al desarraigo de las ciudades.
    El intelectualismo, junto con la economía de mercado, posibilitan un trato indiferente hacia las individualidades. En las metrópolis, la producción va destinada al mercado, es decir, hacia anónimos. Las metrópolis son el centro de intercambios monetarios que no dependen de relaciones personales estrechas. Asimismo, el espíritu moderno de las metrópolis calcula más. Por un lado, transforma todo a cantidades monetarias. Por otro, trata de desenvolverse con exactitud y puntualidad en un sistema altamente articulado e independiente de las subjetividades. En las metrópolis, los sujetos deben adoptar una actitud indiferente y desapegada hacia los demás. Esta apatía, de manera paradójica, es la que hace posible la socialización en las metrópolis.
    De las observaciones de Simmel se desprende que en las metrópolis va apareciendo una vida psíquica distinta a la de agrupamientos más restringidos. Dichos agrupamientos no solo se muestran hostiles a la exterioridad, sino que restringen la libertad del individuo en su interior. En contraste, “el habitante de la gran ciudad es libre con respecto a las pequeñeces y a los prejuicios que limitan el horizonte provincial” (Simmel 2002, 63).
    La metrópoli no es solamente su materialidad, sino también los efectos que trascienden a su existencia inmediata. En las ciudades se produce también de manera más intensa la división del trabajo. Las personas adquieren altos niveles de especialización para evitar ser substituidos. Asimismo, las personas tratan de mostrar una imagen clara y original de sí mismos frente a los demás. La ciudad promueve la independencia individual frente a los demás y, a la vez, el desarrollo de un sentido de particularidad personal.
    Las observaciones de Simmel suscitan algunas preguntas: ¿por qué las características de la vida moderna en las metrópolis no eran posibles en otras formas de agrupamiento?, ¿cuál es el rol de la economía de mercado en la forja de la vida espiritual en las metrópolis?

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    1. Simmel manifiesta que la metrópoli moderna se nutre casi exclusivamente de la producción para el mercado, o sea, para compradores desconocidos y, por ende, no habrá una relación directa entre el vendedor y el comprador.

      Así la economía de mercado va poco a poco terminando con la relación que antes existía entre productor y comerciante. Además de que, conjuntamente con adecuaciones como la puntualidad y la exactitud, terminaron mermando el espíritu del individuo y así apareció lo que el autor describe como blasé, que es el individuo fastidiado y renuente a la vitalidad y el asombro del cotidiano. Así la economía quebranta el espíritu del individuo para moldear un nuevo espíritu alienante, el blasé.

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    2. Respecto a la primera pregunta; Simmel manifiesta que el principal cambio que se da en la metrópoli en comparación a otras formas de agrupamiento; es su enfoque ya que ahora, dentro de esta ciudad, el hombre ya no se enfrenta a la naturaleza por alimentos; pues ahora lucha contra hombre y lo que pretende conseguir, ahora ya no es dado por la naturaleza sino por el hombre mismo.

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    3. Voy a intentar una respuesta para la primera pregunta, poniendo como premisa este carácter paradójico de la metrópolis, donde creo que radica su riqueza como fuente de posibilidades. La acumulación de personas en espacios reducidos genera una relación donde la vida y el espacio privado y público se delimitan claramente y, más que todo, están en una relación muy estrecha de colindancia. Me pongo a pensar en el acto de salir de la casa, cruzar el umbral de a puerta y hallarse en un espacio donde el encuentro con el otro, por superficial, instantáneo o conflictivo que pueda ser, es inevitable. No solo el espacio genera esto, sino el tiempo, los horarios compartidos de los habitantes urbanos. La metrópolis es un espacio social que estructura a sus habitantes, que genera habitus, una cultura en particular. La cultura de la congestión de la que habla Rem Koolhass en el Delirio de Nueva York.

      Esta congestión, dada por la colindancia, acumulación y ritmo temporal es impensable en el espacio abierto del campo o en el ritmo lento de las ciudad pequeñas. Cruzar el umbral de la casa en el campo, es quizás salir a un espacio dentro de los límites de la misma tierra agrícola o ganadera que me pertenece, no al espacio público. La actividad y el espacio público y privado no colindan, necesariamente. Y en esa misma medida, para individualizarme no necesito aislarme o diferenciarme, ya sea a través del consumo de mercancías uso del espacio o del tiempo, porque al final estas dimensiones de la vida no las comparto con la multitud y con los extraños.

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    4. ¿cuál es el rol de la economía de mercado en la forja de la vida espiritual en las metrópolis?
      R// Según Simmel (2002) la economía monetaria, domina las grandes ciudades generando la prevalencia de la mercancía como bien de cambio y consumo, escenario propicio para la división económica del trabajo. La expansión de la ciudad, genera las condiciones para la división del trabajo que debe ser especializado y profesionalizado, con el fin de responder a la demanda del mercado. Lo que incide directamente en la vida cotidiana de la metrópoli.

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  5. Georg Simmel en Las metrópolis y la vida espiritual; retrata al individuo que sufre un fenòmeno psicològico de adaptaciòn a la metrópoli como: blasé, que es el resultado del exceso de estimulación que el individuos recibe y que es incapaz digerir tantas exigencias del día a día, o de recargar nuevas energías para enfrentarlas, y ese exceso termina insensibilizándolo. Este desencanto por los relatos del cotidiano y ese aparente desgane por la vida se manifiesta, a su vez, como un mecanismo de defensa ante el otro que es reconocido como cercano.

    Al percatarse de la intelectualidad que caracteriza a las metrópolis, nos revela la indiferencia que se hace característico de los individuos de las grandes ciudades en que las cuales el comercio, la puntualidad y agendamientos se levantan como elementos principales sin los cuales las grandes metrópolis no podrían funcionar.

    Se concluye que el individuo como tal es inexistente en estos tipos de ciudad y que mediante las pràcticas que organizan las actividades del día a día los individuos pueden convivir. ¿De qué modo estos individuos pueden sentir libertad dentro de un espacio tan codificado y mecanizado como es la metrópoli que el autor describe y, que al mismo tiempo, ritualiza al individuo a través de horarios regidos innegablemente por el valor de intercambio?

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    1. Ante esto, la libertad que el mismo autor traza como "libertad individual" no es más que una libertad condicional comparativa a la libertad que tendrían un grupo reducido de personas vivientes a las fueras de la metrópolis.

      Ya que, como señala que la libertad no es siempre sinónimo del bienestar del hombre. La libertad de la metrópolis es causada más por el número de prácticas en simpatía con las prácticas del otro. Mientras que la pequeña ciudad imponía mayor límites y barreras, la metrópolis no. Pero genera mayor soledad al encontrarse en un grupo de individuos ajenos y conviviendo entre si.

      Por ende, la libertad que estereotipa no es más que la libertad que el mismos señala y compara.

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    2. Según Simmel (2002) la actitud desencantada o blasé* de los individuos de la urbe se presenta como respuesta de la conciencia frente al bombardeo de estímulos que se asemejan ya que son traducidos por su valor monetario anulando así sus diferencias cualitativas. Frente a esta actitud, Louis Wirth (1988) encuentra que, la principal función recreativa de la ciudad es escapar del aburrimiento, en otras palabras, escapar del carácter de blasé señalado por Simmel quien lo considera posible pues la ciudad constituye un espacio efervescente de creación de nuevas necesidades que satisfacer con el procesamiento de recursos aún no agotados y la carrera por una forma elevada de división del trabajo. En ese sentido, tal libertad como se plantea en la pregunta, dentro del contexto urbano, constituiría una ilusión de libertad que, por otro lado, sí se materializaría con la presencia del ‘hobo’ tratado por Park (1999) quien, aunque la cuestiona y evidencia su rechazo por la falta de instrumentalidad en el uso de su experiencia para la comprensión de la vida, el vagabundo u ‘hobo’ consigue la libertad de movimiento como fin por sí mismo a pesar de vivir sin dirección (factor necesario en la lógica urbana de los relojes, puntualidad, y uso del tiempo en función de distancias) Así, para el autor “El hobo ha sacrificado la necesidad humana de asociación y organización a su pasión romántica de libertad individual” (Park 1999, 87).

      *hastiado

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    3. Simmel nos introduce en la metrópolis y la vida espiritual, mostrándonos dos mundos: el mundo del campo y la metrópolis. Define que la estructura social de las mismas es diferente por el sistema de relaciones que las formas, y por el modo de interacciones que existen entre las personas. En el campo, la espiritualidad está dada por el entorno social que lo forma, mientras en la metrópolis por la individualidad que cada ser adquiere al formar parte de un conglomerado tan diverso de personas en un territorio muy amplio. Lo que: “conduce a una individualización espiritual (en el sentido más estricto) de las cualidades psíquicas, a las cuales la ciudad da origen en relación directa con su tamaño.” (Simmel 2002, 65)
      La libertad de los individual también está dada por “la brevedad y la rareza” de los encuentros, ya que la permanencia de los sujetos en el espacio, está condicionada a su actividad diaria, pero adquiere una fluidez más amplia en el territorio urbano que en campo, cuando esta fluidez está condicionada por el contacto permanente de los mismos actores.
      Para Simmel la libertad individual:
      “…que es el complemento lógico e histórico de esta amplitud de horizontes, no debe ser entendida solo en el sentido negativo, como simple libertad de movimiento, caída de prejuicios y cerraduras filisteas, sino que lo esencial, en esta libertad, es que el elemento peculiar e incomparable que cada naturaleza posee en definitiva en algún aspecto, se manifiesta también en la configuración efectiva de la vida” (Simmel 2002, 64)
      Y es esta libertad, la que produce a su vez, una búsqueda por la singularidad y lo diferente lo que provoca “la independencia individual y el desarrollo de la originalidad o peculiaridad personal”, teniendo como resultado una búsqueda por la especialización, ya que esto permite marcar diferencias. Y es con esta “especialización” que la urbe se va nutriendo.
      Pero para el autor, la razón más fuerte por la cual la metrópolis crea una máxima individualidad es : “el desarrollo de la civilización moderna está caracterizado por el predominio de aquello que puede llamarse el espíritu objetivo sobre el espíritu subjetivo, vale decir, en la lengua como en el derecho, en la técnica productiva como en el arte, en la ciencia como en los objetos del ambiente doméstico, se encuentran incorporados una parte de los espíritus, al que el cotidiano aumento de desarrollo intelectual de los sujetos suele tener detrás, solo muy imperfectamente y a distancias siempre mayores.” (Simmel 2002, 66)

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    4. En la argumentación de Simmel, la libertad del individuo se alimenta en la ciudad por el anonimato y la posibilidad de independencia, que se conjugan con el carácter cosmopolita de las metropolis. Esto posibilita el despliegue y la expansión del ser de cada individuo. Propicia que cada individuo 'siga las leyes' de su 'propia naturaleza', que es lo que Simmel entiende por libertad.

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    5. Quizás la respuesta está en Park, concluye su texto diciendo la ciudad es un territorio basto que permite excentricidades, donde todos podemos encontrar un lugar, la ciudad deja esa libertad.

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    6. Respondiendo a esta pregunta
      ¿De qué modo estos individuos pueden sentir libertad dentro de un espacio tan codificado y mecanizado como es la metrópoli que el autor describe y, que al mismo tiempo, ritualiza al individuo a través de horarios regidos innegablemente por el valor de intercambio?
      Simmel marca varias diferencias con el modo de vida rural o las ciudades de provincia. Según el, mientras la vida subjetiva rural está marcada por el arraigo a sentimientos y costumbres, la vida en la ciudad, permite el desarrollo del intelectualismo, el medio subjetivo de la metropoli, con el cual puede afrontar las adversidades de la vida en la ciudad.
      Adversidades marcadas por la distancia o angustia social (pero cercanía física), la profesionalización (la cual acarrea una individualización espiritual), entre otros conflictos.
      Respecto de esta diferencia con la vida rural es interesante lo que marca Wirth sobre cómo el crecimiento de la ciudad se debe a la migración del campo a la ciudad y por tanto ofrece más continuidades que rupturas entre ambos espacios. Aún así se esfuerza por delimitar un campo de estudio del Urbanismo o la Sociología Urbana.
      Park, a pesar de entender la ciudad como un organismo, con sus sectores naturales y funciones adquiridas, comprende también que la ciudad "estimula la excentricidad".
      Ahora bien en todos estos autores el conflicto y la diversidad son un problema a controlar. Y no ofrecen explicaciones basadas en una revisión crítica sobre la historia, sino que los identifican como problemas de personalidad.

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    8. No estoy seguro de que haya tal noción de libertad en Park. Por el contrario, cuando habla de los estudios que se acercan al individuo lo hace señalando que las personas encarnan los problemas sociales y que en este mismo sentido, disciplinas como el trabajo social y prácticas relacionadas con la psiquiatría, dan cuenta de un esfuerzo por regular el la personalidad y el comportamiento, tratando de una manera similar temas como la pobreza y la delincuencia, pero también la locura.

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  6. En respuesta, desde una mirada relacional entre individuo, comunidad y territorio nos ofrece un marco conceptual amplio para tomar en consideración como la diversidad de relaciones sociales son estandarizadas; como la ciudad, una creación del propio ser humano produce un orden social, que no significa un homogéneo. Toda comunidad es hasta cierto punto una unidad cultural independiente que posee sus propios modelos, su propia concepción, existen un sentido de aprendizaje y adaptación a las condiciones y códigos del territorio instalado. Los comportamientos individuales están en cierta medida determinados por el papel u rol en la sociedad, por el tipo de relaciones sociales que se crean. Ejemplo el Estado establece mecanismos que le posibilitan el control de territorios, poblaciones, recursos, ideas etc. los espacios físicos y sociales son organizados, nivelados y alineados por ese poder estatal. Pero como evidencia Robert Park, la ciudad constituye el espacio donde el individuo cualquiera que sea su excentricidad encuentra el espacio para abrirse y encontrar su singularidad, un clima moral donde florecer. Con lo anterior se entiende el porque las ciencias sociales formulan sus propias categorías y conceptos para explicar esos fenómenos sociales que las ciencias duras no pudieron lograrlo.

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    Diana Miranda16 de enero de 2019, 12:37

    Estoy de acuerdo contigo, Oswaldo. Esto se evidencia en el seguimiento que hace del "hobo". Pero también muestra cómo un cambio en la espacialidad del individuo puede generar cambios en su actitud e incluso, en su desempeño intelectual.

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  9. Saludos! Con respecto a la primera primera pregunta, pienso que en los espacios más acotados, las no metrópolis, se genera una conciencia más fuerte de los otros, incluso cuando son apenas conocidos. Y el individuo, es conciente sobre la conciencia de los otros sobre este. Esta noción obliga al individuo a acogerse como dice el autor a las costumbres que todo lo resuelven. El individuo confía y descansa en las costumbres que por experiencia o quizás evidencia, han llevado con relativo éxito a la sociedad a la que pertenece. Asimismo, el individuo que tiene noción sobre la conciencia de los otros sobre la existencia de este, no siente necesitar destacar, pues los otros ya parecen tener su existencia en consideración. El individuo conoce con quien construye y se reconoce en sus similes en otras formas de agrupación. No es un número, tiene nombre reconocible al igual que sus acciones. A este individuo, las asociaciones generalmente lo acompañan toda la vida, es reconocido incluso por las generaciones posteriores a la propia, el mismo desapego en la metrópoli no se da con tanta libertad. También, estos individuos de la no metrópoli, no gozan de la misma cantidad de personas especializadas, se ven obligados a ser de alguna forma colaborativos en la resuloción de problemas.

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  10. Robert Park reflexiona sobre la relación entre mentalidad y movilidad. Desde una mirada evolucionista argumenta que es la locomoción la que posibilitó el desarrollo de la conciencia en el ser humano como especie, así mismo sostiene que fue también la locomoción la que posibilitó la organización social. En este contexto de ideas, se pregunta: "cuál puede ser el
    problema de la mentalidad del vagabundo (hobo)'¿Por qué, con tanto tiempo ocioso, disponen de tan escasa filosofía? ¿Por qué, con todo ese amplio conocimiento de regiones, de hombres y de ciudades, con esa vida errante y en los tugurios, sólo ha sido capaz de contribuir en muy escasa medida a nuestro
    conocimiento real sobre la vida?" Su respuesta es sencilla: "la falta de ocupación", "ni siquiera necesitamos una pausa para responder" afirma. Si comparamos esta reflexión académica de Park, con teorías más o menos contemporáneas como la teoría de los vidrios rotos que justifican políticas de 'tolerancia cero' y 'mano dura contra el crimen', qué continuidades y discontinuidades podemos encontrar.

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