miércoles, 30 de enero de 2019


Tema 1. Sociabilidad urbana. Una lectura antropológica
Sesión 7. Vínculos e iteracciones con los lugares

  El "mapa de nada" de Lewis Carrol aaprece en uno de sus libros de poemas ilustado, como guía para encontrar un animal fantástico. El ingenioso artificio de este mapa no solo que pone en discusión la idea de 'mapa' como guía objetiva de un territorio, sino que al estar vacío deja abierta la posibilidad de ser llenado desde múltiples miradas y necesidades.



Desde los sujetos no existe La Ciudad como unidad sido una infinidad de ciudades construidads a través de las experiencias individuales. No obstante  estas experiencias individuales están estructuradas, aunque se vivan como "propias", así sujetos desiguales y diferentes se buscan o repelen utlizando los espacios como medio o fin de estas interacciones. Entonces el objeto Ciudad resulta de un tejido que siempre está haciéndose permanentemente pero que al mismo tiempo está ritualizado y rutinizado, por ende es más estable de lo que frecuentemente se piensa bajo la premisa del "caos urbano"

19 comentarios:

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  2. El mapa es un artefacto ambivalente para, De Certau primero lo describe como un “asentamiento totalizador de observaciones”, que remite a los mapas medievales que se elaboran a partir del recorrido, en tanto narraciones, y luego refiriéndose a los mapas modernos los define como “escena totalizante donde elementos de origen dispar se conjuntan para formar el cuadro de un ‘estado’ del saber geográfico”.

    El texto de Giglia, en cambio nos pone en frente la problemática de una metodología de la antropología urbana. Hace una aproximación crítica a la entrevista como una herramienta etnográfica desde la teoría bourdiana y propone la interpretación de esta considerando las posiciones que ocupan el investigador y el investigado en el espacio social. La entrevista construye muchas veces relatos, narraciones de cómo las personas viven la ciudad.

    Por su parte Augé propone entender como se da sentido a los lugares desde las acciones que se realizan en ellos. El espacio ordenado en relación a la cultura y las prácticas. El ejemplo de lugar propio como el lugar del nacimiento es claro y se puede usar para las maneras en que los urbanitas les damos sentidos, a veces incluso afectivos, a nuestros lugares de la ciudad (barrio, casa, lugar de trabajo, escondites, lugar de recreación, etc).

    Parecería que los lugares existen en la medida que se los habita, más allá del sentido común y utilitario con el que fueron construidos.


    A partir de esto propongo la siguiente pregunta, ¿cómo vincular la narración de la ciudad ritualizada y rutinizada por los sujetos y el saber geográfico del mapa? ¿Cómo hacemos los antropólogos urbanos para no perdernos en la excesiva subjetivación de la narración y objetivación del mapa? ¿Cómo mapeamos los hechos sociales en relación a su soporte geográfico?

    Como elementos que puedan incentivar respuestas dejo dos ejemplos de mapas no convencionales.

    Ver paginas 3-30:
    https://monoskop.org/images/archive/c/cd/20170506121429%21Venturi_Brown_Izenour_Learning_from_Las_Vegas_rev_ed_missing_pp_164-192.pdf


    http://www.baptiste-schmitt.com/blog/2014/12/5/the-naked-city-guy-debord

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    1. Así como Michel De Certeau recae sobre las acciones narrativas que se encuentran en los recorridos, Augé sobre el lugar común que se constituye a partir de la historia, las relaciones y la carga identificatoria que se logra con el tiempo, me parece que los dos autores nos hablan de lugares que están en constante movimiento, no son estáticos ni por sus habitantes, ni sus visitantes, ni sus recorridos. De ahí que, para responder a la primera pregunta quiero sugerir que los sujetos con sus cotidianidades, corporalidades, formas y medios de transitar proponen un relato individual de su itinerario, sin embargo, es un relato que tiene cruces, intersecciones, puntos de encuentro entre el señor que vende chiclets Adams (por sólo 100 pesos) en la calle y la señora ejecutiva que sale del restaurante al medio día. Esta puede ser una de las múltiples maneras en que se pueden vincular las acciones narrativas de una ciudad sobre todo rutinizada y el mapa, pero el cómo tal vez no sea la única pregunta, pues en estas intersecciones se develan hechos sociales, ritmos citadinos, quien, porqué y cuando un sujeto se hace en la esquina a vender CD de películas. Se construyen múltiples relatos de ciudad que se encuentran en los quehaceres cotidianos.

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    2. Par responder a la primera pregunta de Sebastián, recordemos que De Certeau (1996) nos plantea a las estructuras narrativas con un valor de sintaxis espaciales, las cuales son implementadas para crear puntos de referencia en los cuales se entrecruzan diferentes lugares “de aquí, se va para allá, este lugar, incluye otra” (De Certeau 1996,127); creando imágenes mentales sobre descripciones y actores. Con esto lo que nos plantea es pensar a los lugares como entes relacionados “ligados entre si de una manera más o menos estrecha o fácil gracias a modalizaciones que precisan el tipo de paso que conduce de uno a otro: el transito puede presentar una “modalización” epistémica, concerniente al conocimiento; o aletica, concerniente a la existencia; o deontológica concerniente a la obligación… entre muchas otras (…)” (De Certeau 1996, 127). A partir de esto se puede vincular la ritualizaciòn y rutinalizaciòn de los espacios por los cuales los sujetos atraviesan y transitan, como momentos en los cuales se despliegan intereses de índole diferente y cambiantes que se inscriben en unas prácticas, vinculando de esta forma el hacer cotidiano con el desenvolvimiento de los sujetos en una dimensionalidad geográfica determinada

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    3. Gracias por el aporte de los mapas, es maravilloso!

      ¿Cómo mapeamos los hechos sociales en relación a su soporte geográfico?

      Primero toca marcar unas premisas previas a la mapificación; la primera es acentuar que: como dijo Lewis "la urbanización no es un proceso estandarizado”, que se compone de comunidades que coexisten pero que no son homogeneas. Observar la “particularidad" de las comunidades permitiría llevar al soporte gráfico del mapa por ejemplo los límites de las comunidades, pero también las cicatrices de las ciudades, ese encuentro de límites dónde no hay acuerdo.

      Es importante tener claridad que como dijo Augé que en realidad un mapa es “ Una transcripción de la apariencia de una segunda naturaleza”, donde el etnógrafo juega también un papel a través de su percepción.

      Por tanto los mapas tampoco pueden ser estandarizados, salvo en el levantamiento de lo poco/ nada o lentamente mutable como la trama urbana, y los hitos urbanos que menciona Augé, que ordenan porque tiene una carga de sentido, especialmente cuando la creación de memoria de este hito, aleja o acerca a las personas en esos hechos sociales.

      Se me viene a la memoria la Plaza de Mayo en Buenos Aires, como lugar con varios espacios operando, lugar que genera resistencia en un grupo y un tipo de solidaridad en otro. La mapificación de las manifestaciones en la plaza, puede tener múltiples resultados, dependerá también de la definición clara y precisa de los actores que generan transformaciones momentáneas o perdurables, ya que esos actores tendrán un relato propio diferente al de otros actores, relato que conforma su identidad.

      Y así, del mismo modo, la mapificación exigirá un tiempo definido, un tiempo en el que los espacios se han definido por tanto los actores han construido sus relatos.

      Me parece importante sumarle al pre análisis de mapificación la geografía, cómo el asentamiento ha sido condicionado por las variables del entorno, por qué, por ejemplo, para la “Batalla de Pichincha,” la altura, la geografía que condicionó la forma de llegar fue un factor clave para el éxito de unos y la derrota de otros.

      Con respecto a tu pregunta sobre el vínculo de la mapificación de la ciudad ritualizada y rutinizada y el saber geográfico, pienso que ese es justo el maravilloso aporte del antropólogo urbano, el poder reconocer en la sutileza de lo cotidiano, las acciones que repetidamente efectuadas transforman espacios y direccionan el futuro de sus habitantes. Creo que la práctica de la mapificación permitiría equilibrar lo objetivo de lo subjetivo, pero siempre el contraste será una buena herramienta.

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    4. ¿Cómo hacemos los antropólogos urbanos para no perdernos en la excesiva subjetivación de la narración y objetivación del mapa?

      El lugar antropológico que señala Marc Augé, es el lugar donde esta tanto el etnólogo como el objeto de estudio, este lugar de escala variable que cobra sentido en dos modos, por un lado quien la habita y por otro quien lo observa donde “cada cuerpo ocupa su lugar”, donde conviven distintos universos en un mismo espacio y en relación con otros.
      El espacio confluye en una práctica cotidiana, “es un cruzamiento de movilidades” por donde los relatos se relacionan. Al mencionar los recorridos y mapas, esta combinación que atraviesan los relatos de la cotidianidad, existe también espacios narrativos distanciados de historias como menciona De Certeau, por lo que, al trabajar en un amplio campo, la investigación de ser posible, se debe realizar también de manera amplia, con redes “interdisciplinares” —esto evita la percepción individual que presenta elmapa y la descomunal narración obtenida— en construcción a soluciones. “Estudiar etnográficamente nos puede hacer entender ciertas manifestaciones de la complejidad social que con otros métodos no logramos penetrar” (Giglia, 2012, 69), este estudio a profundidad busca entrar en la lógica local de las fragmentaciones socio-espacial haciendo posible el entendimiento entre divergencias de saberes y de sujetos.

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    5. En respuesta a ¿Cómo hacemos los antropólogos urbanos para no perdernos en la excesiva subjetivación de la narración y objetivación del mapa? Giglia (2012) propone en su texto una metodología que comprende la entrevista en profundidad como una herramienta que requiere del trabajo de campo. En efecto, la entrevista nos permite conocer las narrativas, pero no las prácticas. Por su parte, Augé dialoga con la propuesta de la autora ya que nos habla del etnólogo en el trabajo de campo y allí, al hablar de los relatos fundacionales como el “mito aproximativamente inscrito en el suelo,…” (2001, 53) señala que el etnólogo estaría tentado a pensar que ““los trastornos actuales [responden a] la medida ilusoria de su estabilidad pasada.” (2001, 54) Lo cual se fortalece a través de los relatos (con poder de enunciación) que, además, son parte de la reflexión del autor francés de Certeau (1996) quien señala que los relatos hablan del lugar donde vivimos. En otras palabras, son narrativas del espacio que, fuera del discurso científico, responden a las estrategias del hacer entendidas como recorridos o itinerarios, según Augé. Ahora, el pensamiento científico sobrepone las estrategias de mirar: mapa por sobre las estrategias del hacer: asignar sentido al espacio. De allí que para de Certeau (1996) el lugar es la configuración instantánea de posiciones mientras que el espacio es el lugar practicado. Esto traducido a la excesiva subjetivación de la narración y la objetivación del mapa nos conduce a pensar en que se omite que el mapa es incluso una producción de la subjetivación y las narrativas pueden ser analizadas con la base bourdiana del habitus pero también desde “el sentido social de la investigación y (…) la posición social y cultural del investigador y las implicaciones que ésta tiene en la producción del conocimiento” (2012, 64) Es decir, preguntarnos quién lo hace y por qué.

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    6. A partir de los tres autores considero pertinente señalar que se alude al conflicto general entre subjetividad y objetividad, pero asumiendo tal conflicto en un contexto dinámico que se deslinda de posturas cientificistas y resaltando que dicho conflicto obedece más a una dinámica relacional en la que se juega el posicionamiento de determinados enfoques, interpretaciones o lecturas, como elementos enunciativos pero también determinantes de la realidad. Entendiendo la realidad no como un aspecto dado, único y definitivo de social, sino como un campo de luchas.

      De esta manera De Certau señala el poder performativo que tienen los relatos para la delimitación de fronteras y propone la valoración del relato como dinamizador de los espacios al ser fundador y delimitador, fijando fronteras pero también combinándolas y creando puentes.

      La salida que propone Àngel Giglia, con base en Bourdieu, alude al reconocimiento del sujeto como sujeto socialmente situado, por lo cual es necesario tener una mirada que reconstruya el habitus, a partir del conocimiento de las condiciones que sitúan al sujeto y así lograr una mayor percepción y análisis de lo que el investigador escucha y las preguntas que debe hacer. De esta manera se contribuiría a la creación de "horizontes de entendimiento y comprensión recíproca"

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  4. Los mapas no pueden ser si no creaciones subjetivas. Giglia dice que el uso de la entrevista abierta por parte de los antropólogos, ya que se usan cada vez menos la observación y el análisis, hace que el relato sea el todo de ese universo y entonces se cuestiona sobre la representatividad de estas (entrevistas).
    Lo leo como que el universo relatado por una persona es el universo total de esta y de quienes conforman su entorno. A partir de éste, se explica la forma de ver el mundo de un actor y su colectividad. A su vez MDC dice que es el discurso el que le da caracter de espacio al lugar. Lo leo como énfasis en lo anterior. Justamente llenar ese vacío, volverlo habitable.
    Entonces, el mapa es indefectiblemente creación de ese tejido que está en constante actualización.

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  5. Los autores consideran a las acciones como la forma de construcción de saberes útiles para la interpretación de fenómenos sociales propios de lo urbano. La conciencia reflexiva que menciona Giglia permite concebir el espacio geográfico como algo mas que una mera porción física, es más bien un escenario (ciudad) dentro del cual los sujetos (as) llevan a cabo un sin numero de construcciones en función de sus intereses, unas formas de apropiación ligadas a su organización social y a su cultura. El mapa es solo una guía, lo fundamental es la significancia al territorio que puede entenderse como un constructo social cuya configuración se da a partir de las acciones concertadas de diversos actores sociales que se desarrollan en un tiempo y espacio. Entendido como constructo social, el territorio aparece como una realidad significada, vivida; en él se objetivan los intereses que tienen los seres humanos en relación con lo otro y con los otros. De allí que la distancia con el sentido común producido sobre el objeto (ciudad-territorio) es fundamental.

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  6. Les autores de esta sesión dan cuenta de los vínculos e interacciones con los lugares haciendo referencia a las prácticas y las narrativas (Giglia), prácticas espaciales y acciones narrativas (De Certeau) y la textualidad de la cultura (Auge)

    Angela Giglia, al presentar los retos que enfrenta la antropología para estudiar las metrópolis, aduce que las prácticas remiten a las narrativas y las narrativas a las prácticas, por ello propone entender la investigación de campo como dispositivo. En dónde se estudian a la par tanto las prácticas espaciales como las narrativas. Ahora bien, Angela aclara que estas narrativas y estas prácticas son producidos por sujetos socializados, sujetos situados en el espacio social, siguiendo a Bourdieu.

    Por su parte, De Certeau plantea una relación más compleja al preguntar por
    cómo las acciones narrativas intervienen y organizan las prácticas espaciales. Estas acciones narrativas son conformadas por “formas elementales de las prácticas organizadoras del espacio: la bipolaridad ‘mapa’ y ‘recorrido’, los procesos de delimitación o de ‘deslinde’ y las ‘focalizaciones enunciativas’ (es decir el signo del cuerpo en el discurso)” (129)

    ¿Cuáles son las rupturas y continuidades entre estas concepciones de prácticas y narrativas?

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    1. ¿Cuáles son las rupturas y continuidades entre estas concepciones de prácticas y narrativas?

      Si bien Giglia señala la complejidad del campo urbano atravesado por la existencia de múltiples localizaciones y una saturación de significados (lo que podrían identificarse como caos, haciendo referencia al post del día), entiende que la actividad antropológica reflexiva y las técnicas de entrevista en profundidad y trabajo de campo pueden aportar un abordaje localizado, donde el encuentro social con los sujetos permite comprenderlos en su autodeterminación y desencadena un proceso de objetivación/subjetivación. Subjetivación en tanto los sujetos que participan de las entrevistas y del trabajo de campo observacional (investigadorx e interlocutores) encaran un proceso de reflexión conjunta.

      Ahora bien, estos relatos o narrativas a los cuales se accede mediante las entrevistas no nos permite acceder a las prácticas, que según Giglia sí nos permitiría el trabajo de campo observacional.

      En este sentido, de Certeau no rompe necesariamente con la propuesta metodológica de Giglia, sin embargo encara su argumento desde la premisa de que las “estructuras narrativas tienen valor de sintaxis espaciales” (127) en tanto que todo relato es un relato de viaje, nos ubica en un espacio: es una “práctica del espacio”, “organizan el andar” (128). Siguiendo el argumento de pensar la espacialidad desde la narrativa hace una analogía y plantea el lugar como la palabra y el espacio como la palabra en la oración, articulada y modificada su significado en esa articulación, por tanto, pertenece al presente, a la práctica. De esta manera los relatos convierten los lugares en espacios o los espacios en lugares (130). Por tanto, entiendo que según de Certeau sí podríamos acceder a las prácticas espaciales mediante el relato sobre el lugar.

      Los ejercicios de mapeo colectivo en trabajos territoriales son un buen ejemplo de relatos que construyen espacialidades, a través del recorrido como acción narrativa. Relatos que transgreden los mapas establecidos. Mapas construidos tanto por las cartografías oficiales como por las señales del espacio público (nombres de calles, nombres de plazas, sentido del tránsito, formación de fronteras y puentes) y relatos que nos indican lo que se puede y lo que no se puede hacer, el orden social establecido y cómo es transgredido, resistido. En relación a esto último quisiera recomendar el texto de Taussig, “El fetichismo de Estado”.

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    2. Tratando de responder a la pregunta, desde el Texto de Marc Augé, podemos ver como el autor ejemplifica el uso del espacio y su relación directa con la memoria y la historia. La función social-espacial que adquieren y como el uso va modificando y configurando la “personalidad” y la concepción de un espacio en relación a los actores que lo frecuentan, las limitaciones espacias, o los vínculos de reforzamiento que se generan entre monumentos, calles, edificios y plazas para reforzar un discurso, una función estatal o a un personaje histórico en las ciudades parisinas y especialmente en PARIS.
      Ya que para el autor: “Que los términos de este discurso sean voluntariamente espaciales no podría sorprender, a partir del momento en que el dispositivo espacial es a la vez lo que expresa la identidad del grupo… y es lo que el grupo debe defender contra amenazas externas e internas para que el lenguaje de la identidad conserve su sentido.”

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    3. ¿Cuáles son las rupturas y continuidades entre estas concepciones de prácticas y narrativas?

      Los dos autores y la autora planteados para la sesión de hoy podríamos decir que se articulan en sus interpretaciones conceptuales, si bien, no utilizan exactamente los mismos conceptos se produce una interpretación que conserva rasgos similares. Según Augé, si un lugar puede definirse como un lugar de identidad relacional, si no alcanza esta concreción en el sentido relacional e histórico se definirá como “no lugar”, es decir, estos lugares toman significado por las acciones que se ejecutan en ellos.

      Giglia, en el capítulo aborda los retos metodológicos que enfrentamos lxs antropologxs al estudiar la ciudad. Su reflexión se desarrolla en el contexto de Ciudad de México, sin embargo considera que “las propuestas relativas a cómo plantearse el trabajo antropológico en un contexto metropolitano pueden adaptarse a cualquier metrópoli”. Es importante destacar que la autora llama la atención sobre la investigación en lo tiempos de globalización, incluye la interdisciplinariedad para superar el sentido común, y en el acápite narrativas y prácticas, donde pretende superar la dicotomía entre el sujeto y objeto, tomado como referencia la entrevista.

      Por último De Certau se centra en que las “estructuras narrativas tienen valor de sintaxis espaciales” (127) en tanto que todo relato es un relato de viaje, nos ubica en un espacio: es una “práctica del espacio”, “organizan el andar” (128).de Certeau marca la diferencia entre “lugar” y “espacio”. Entiende por lugar como aquella coordenada en la cual coexisten elementos. “Una configuración instantánea de posiciones.” (129). En cuanto al espacio lo define como un lugar practicado.

      Esto lleva a reflexionar que según los planteamientos de los autores, el objetivo de la sesión y en el entendido que la noción de caos urbano es más estable de lo que se piensa en las lógicas de las estructuras de poder, en la ciudad los espacios entendidos como medios o interacciones de los individuos se podrían concebir como tácticas de resistencia elaboradas desde la cotidianidad en contraposición al “caos-orden” definido por el poder hegemónico. Así cuáles serían los retos metodológicos que enfrentamos como antropólogos para dar cuenta de las relaciones de poder?

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    4. Las acciones narrativas a las que hace referencia De Certeau que se suceden en las prácticas espacializantes nos muestran una semántica del espacio, una semiótica que examina la cultura como un metalenguaje espacial. Al hacer una diferencia entre lugar y espacio, entendemos mejor la existencia de una ruptura en la práctica de ambos conceptos pues nos dibuja el espacio como un lugar practicado mientras que el lugar es concebido como el orden establecido para la existencia de los objetos. Es aquí donde la narrativa se vuelve importante, y en palabras de De Certeau: “Los relatos efectúan un trabajo que transforma los lugares en espacios o los espacios en lugares” (De Certeau:129). Los relatos entonces, se convierten en puentes, símbolos de intercambios y encuentros o una frontera que crea lo mismo una unión que una separación.
      Sin embargo, Giglia nos recuerda las palabras de Bourdieu en cuanto a que el plano de la narrativa, el antropólogo debe mantener distancia de su objeto de observación –en este caso, la ciudad y sus actores- para no contribuir a reproducirlo. Augé rememora la idea de De Certeau en cuanto a que en los mismos lugares pueden coexistir elementos distintos entre sí que sin embargo, pueden desarrollar una identidad compartida conferida por la ocupación común de un lugar (Augé:59).

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  7. Las rupturas de tiempo en los territorios es un hecho que se vive día tras día. Al hablar de un habitante viva más en la historia de su territorio que en este señala de manera consisa esa problemática existente hasta la actualidad. La materialidad del territorio con los habitantes y sus vecinos, que si se ausenta va a crear un paraíso de este en la memoria.

    Más que el hecho de vivir en un territorio, el urbanita crea el afecto dependiendo de las acciones dentro de este, le brinda significados a esto.

    Mi pregunta va al hecho de: ¿cómo un antropólogo evita sumergirse ante todos estos significados y prácticas al escuchar sobre una ciudad o barrio? ¿cómo podrá dar una crítica ante tanto paraíso descritos sobre un territorio?

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  8. Daniel dice:

    Los autores nos dibujan la posibilidad de entender y encontrar un recorrido dentro de un espacio planteado.

    Si bien la arquitectura de las ciudades se dibujan imponentes dentro de los individuos que los circundan. No podemos, sino entender estos recorridos por las metrópolis como el camino del héroe, que inexoráblemente, encuentra en cada paso y por cada ruta, un mapa íntimo que lo conecta directamente con la ciudad.
    Si bien con intenciones conmemorativas o por estructuraciones, la sociedad pretende disponer del espacio para conmemorar diferentes situaciones y, en el caso de muchas ciudades, las plazas y espacios son destinos por donde diferentes historias se entrecruzan, haciendo de espacios públicos un entretejido de relatos míticos, de extrañas criaturas con las que día a día nos enfrentamos y redescubrimos. No es extraño que una figura emblemática tomo el espacio como propio, como es el caso de las esculturas en las plazas, y esto me recuerda a la estátua situada antiguamente en el parque de Chillogallo a la cual, cariñosamente, se le llamaba "el caballito" dejando de lado a quien en su montura se pretendía homenajear. Incluso las rutas de los buses mencionaban el caballito como lugar de destino y referente.

    Los espacios se nos entregan, pero nosotros los mimamos, y los volvemos personales, en un principio tienen una función, pero después somos nosotros quienes les llenamos de un significado. Ese apropiarnos, como individuos o como comunidad, envuelven a los espacios y objetos de significados personales. Ahora ya lo íntimo no se lo siente en el interior, sino en la intimidad que el individuo mantiene con lo urbano. El recorrido es un escribir y cada leyenda es interpretada en en sí en sus recorridos. Quizás son procesiones paganas que se celebran indistintamente. Si bien la vida pública nos exige, en cierta medida, regularnos por horarios, son nuestros diálogos comunitarios, nuestros semejantes que también son actores, dentro de la ciudad que es nuestro gran escenario.
    El espacio público se viste de varios significados y lo interior, se exterioriza y lo público es a su vez personal. Lo urbano propio, y el extraño un familiar.
    Encontramos de eso modo una poética en los caminos que recorremos, un mapa con un tesoro incierto al final de las rutas que serán nuestros eternos retornos, los restaurants, los cines, y los espacios de conviviencias tendrán un carácter propio con los cuales incluso podríamos entablar diálogos, la historia que contienen los lugares se desdibujan y nuevos héroes se consagran. Si de algún modo los espacios son arquetípicos, y nuestros recorridos, caminos heróicos, entonces podemos descubrir que el lugar y el espacio adquieren significantes en el momento del recorrido y se reafirman a sí mismo no por lo que pretenden representar, sino por el recorrido que que es como una caricia íntima entre el urbanita y la piel de la ciudad.

    Esa intimidad se traduce en historias y a su vez la ciudad y sus espacios son cómplices,desbordantes de significados, volveremos una y otra vez intentando revivir dicha experiencia.

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