miércoles, 15 de febrero de 2017

Curso: Historia y Antropología Urbana: Habitar, el espacio desde los sujetos
 
Sesión 12: La vivienda.
La vivienda constituye uno de los objetos centrales del "rincón en el mundo" (Bachelard) a partir del cual se construye la esapcialidad de los sujetos. En ella se entrecruzan procesos objetivos de la economía urbana como el valor del suelo, dotación de infraestructuras, acceso a crédito hipotecario, etc, con procesos altamente subjetivos como la proyección de la familia en el tiempo a través de la herencia, el sentido de resguardo e intimidad, la memoria "espacializada", entre otros. Por eso su estudio  es de vital importancia en la comprensión de la vida socio-espacial. Vale preguntarse cómo se construye el sentido de habitar en el modelo "fordista" de vivienda  que impera en América Latina. 

11 comentarios:

  1. A partir del texto de Beatriz Preciado, podríamos pensar el modelo fordista como una representación basada en los valores y la estructura social norteamericana de posguerra, que según la autora, tiene como centro nuclear a la familia y a la vida doméstica tradicional. En ese sentido, Preciado hace un profundo análisis sobre la irrupción de Playboy como una forma de ruptura frente a las ideas tradicionales de la vida doméstica, una ruptura que se da tanto a nivel político como espacial. La irrupción de PlayBoy, nos dice, es un trabajo sobre lo espacial, sobre la reivindicación de actores en el espacio, la recuperación del espacio doméstico por parte del soltero heterosexual urbanita, de lo cual surgen una serie de consecuencias mucho más amplias, como la noción de liberación sexual masculina. Esto nos da cuenta de lo profundo que incide el espacio en las construcciones socioculturales, en el valor simbólico de las construcciones sociales, en lo que David MacDougall llama la estética social. Sin embargo, al regresar la mirada al caso concreto de Quito, la experiencia más cercana en mi caso, pensaría que no hay una irrupción simbólico-espacial similar a la de PlayBoy; a mi juicio más bien la visión fordista tiene como contrapeso, y eso en cierta medida, a un discurso de reivindicación de lo ancestral o lo patrimonial en el espacio como contraposicón, desde lo político, hacia el esquema fordista y sus valores tradicionales. En todo caso, lo que cabría preguntar, pienso yo, es ¿Qué valores, cargas simbólicas o estéticas sociales se ven en juego en el manejo de la espacialidad al interior de la ciudad (o de las ciudades de América Latina)?, y consecuentemente, ¿cómo se da la coexistencia de estas valoraciones simbólicas asociadas al espacio en dicha ciudad (ciudades)?

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  2. La publicación de Playboy, en las décadas de los 50 y 60, significó rupturas ligadas no solo a concepciones del cuerpo sino también sobre lo que implicaba ocupar espacios como la vivienda. Este vínculo entre la revista y la difusión de un nuevo imaginario arquitectónico y del diseño, presentes en la cultura estadounidense fuertemente heterosexual de la posguerra, implicó no solo nuevas posturas desde la visualidad sino sobre todo un empoderamiento y toma de conciencia política de los hombres, que intentaron recuperar un espacio doméstico, aparentemente arrebatado por las mujeres. Es decir, surgieron nuevas definiciones que las personas atribuyeron a sus formas de habitar sus espacios. Con ello surgen además disputas por las concepciones de lo público y lo privado y por los roles asignados a hombres y mujeres. Vemos entonces, a través del texto de Preciado, cómo el cambio de códigos trasciende socialmente y sobre todo porque remite a aspectos fundamentales de la vida humana como el género y la sexualidad.

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  3. Intentando responder a la pregunta que plantea Alfredo, y desde la lectura del estudio antropológico que lo realiza Giglia, existen problemas de adaptación por parte de las personas que ocupan estas edificaciones de carácter social y elaboradas en serie con criterios puramente técnicos y prácticos universales que no responden a las exigencias de quienes los habitan (Giglia, 2000, 10), debido a la ausencia de una construcción de sentido por parte de las personas, que no permite que un espacio físico se transforme en “lugar” con un significado colectivo.

    Si bien es cierto que el libro parte de un traslado forzoso a partir de un temblor que obligó a crear un asentamiento en las afueras de la urbe en Pozzuolli – Italia, las generalidades de la falta de adaptación bien pueden ser representadas en Latinoamérica de una manera similar.

    Para construir el sentido de habitar, es necesario tomar en cuenta que es un proceso que se da en el tiempo para lograr la producción y reproducción de apropiación cultural del espacio físico (Giglia, 2000, 11). Y se tienen que vencer muchos obstáculos que presentaría el modelo fordista de construcción universalista del que se habla; entre los obstáculos a vences serían: la adecuación a los espacios, reajustes de la vida cotidiana, relaciones familiares, reubicación, residencia, lugar de trabajo; en los condominios y demás construcciones genéricas surgen además de los problemas internos de adaptación, problemas con el entorno inmediato: vecinos, auto-administración, que se pone en juego con la confianza, liderazgo, en fin con la construcción de una voluntad colectiva.

    Saludos!

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  4. En el trabajo etnográfico de Giglia, las nuevas viviendas de las familias reasentadas en Monteruscello se constituyen en condominios. Aquellos perdieron parte del sentido de “comunidad” que sentían en Pozzuoli, debido a la forma y distribución de los nuevos espacios. Por ello, el sentido de hostilidad y extrañeza estuvo presente en algunos habitantes durante sus primeros años en el condominio, ya que se sentían ajenos. Para ellos, su nuevo espacio no guardaba ningún significado colectivo. La distribución espacial evitaba las interacciones directas y las interrelaciones entre pobladores, lo que fomentaba una relación impersonal, violencia e indiferencia ante la comunidad. Otros, por el contrario, gozaban de gran satisfacción y veían al lugar como una nueva forma de empezar sus vidas, ya que consideraban que ahora tenían casa y servicios asegurados, por ello tenían una actitud más dispuesta y positiva en las relaciones con los vecinos y con ánimos de hacer que los espacios funcionen.
    Sin embargo, creo que más allá de los ánimos por hacer que las cosas funcionen, la vivienda, la construcción y la distribución de los espacios determinan las formas de sociabilidad de los grupos humanos, para bien o para mal. Y aquello guarda relación con la idea fordista de vivienda. No estoy tan seguro cuál es el sentido preciso de habitar en el modelo fordista, pero pienso que la lógica que los guía va en consonancia con las demandas del mercado y la optimización de los espacios, pensando siempre en mayores réditos. Aquel modelo ha sido pensado para las clases medias, afianzando de alguna manera su posición socioeconómica frente a la ciudad y procurando un lugar cómodo y seguro para vivir, distinguiéndose de las zonas periféricas empobrecidas y de quienes la habitan.

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  5. Si bien es cierto que los espacios son una significación y valoración de lo simbólico, ya sea por vínculos emocionales con la memoria y con los momentos creados con una base filial con el lugar, en el caso de la vivienda contemporánea, la incorporación de nuevos diseños que dotan además de una identidad a quien la habita, hecho que en el texto de Preciado se aprecia por la crítica que hace Giedion a la arquitectura moderna por su rompimiento drástico con la arquitectura tradicional a la que llama Arquitectura Playboy (revolución óptica) que –según él-- posiciona la jerarquía no solo social sino de género, rompiendo además con las relaciones tradicionales. Pongo como ejemplo a Antonio Gaudí, con su arquitectura surrealista como en La sagrada Familia, Basílica en Barcelona, en el que la estructura se manifiesta “indiferente” dentro de una “utopía” como base de su sentido de extrañez, podría decirse que esta renovación arquitectónica ¿más que una expresión de individualidad, estilo, placer de vida y sueños de reconstrucción de lo estético, llevaría de trasfondo un fetiche por la arquitectura?

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    1. Beatriz Preciado afirma que la mansión Play Boy fue un referente arquitectónico que se impuso en un contexto de espacios definidos: los de producción para hombres y los domésticos para mujeres, la propuesta de una liberación masculina que reclama su derecho al espacio doméstico, es encarnado por Hugh Ferner, quien para la autora es el primer personaje público masculino del siglo XIX que representa al hombre doméstico. Este sueño de tener un espacio para el hombre, con claros fines de placer, es lo que constituye un departamento de solteros, en ese sentido considero que la idea de fetiche no se aleja de la realidad de esta propuesta arquitectónica, esto en la medida que esta idea de departamento es reforzada por la imagen de Ferner, en pijama y rodeado de mujeres hermosas, con las que sería impensable estar si vivieran en los suburbios con sus familias.

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  6. Siento que esa idea de "rincón del mundo" de Bachelard, lo mismo que el uso de la casa como esa suerte de primera -y más cercana- conciencia del mundo tiene muchos elementos de la psicología. En ese sentido creo que la propuesta va encaminada a entender cómo los sujetos viven sus cotidianidades en un rincón específico del mundo. Esta postura, en cierta medida, me remite a uno de los cortos y a una de las clases en donde la memoria y la conciencia del individuo se ubican, en ocasiones, en espacios distintos puesto que uno de ellos es el que se habita y el otro el que se sueña. De otro lado siento que la idea de la casa puede ser extrapolada a realidades más amplias como el barrio, ya que en él también ocurren ciertas acciones que en última instancia son cotidianas.

    Respecto del trabajo de Giglia creo que es importante destacar esa pérdida, si se quiere, de vida comunitaria que ocurre con la construcción de condominios. A partir de esto, creo, que la vida hacia adentro hace que el sentido del uso de los espacios (públicos) se pierdan, además de que se convierte en una consecuencia directa para la pérdida de la vida en colectividad, alejada ésta de las posibles relaciones que pudieran darse.

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    1. Estoy totalmente de acuerdo contigo en la cuestión sobre como la casa o el hogar supone algo má allá del mismo habitáculo. Sin embargo, hay una cuestión que me parece fundamental, que en cierta medida es lo que Preciado pone sobre la mesa: la vivienda como una suerte de factor identitario o de representación que se establece como prioritario en la modernidad. Si bien no es propio exclusivamente de esta era, ya los romanos dividen patrimonio y matrimonio como dos cuestiones para llegar a la ciudadanía plena, las formas de habitar actuales recrean en cierta modo una extensión del yo, un yo íntimo que nos posiciona frente a los otros (el caso del hombre de al lado es paradigmático) y que cargamos de recuerdos, de experiencias, de vivencias. Del mismo modo, se genera una representación social de la vivienda. Para mí era muy paradigmático ver como a diferencia de lo que estaba acostumbrado, las casas en la sierra peruana estaban exentas de decoración o era muy escasa. Es ahí donde me di cuenta como la vivienda se transforma en una surte de escaparate del consumo que somos capaces de generar. El prototipo de hombre palyboy se representa a sí mismo, enseñando, mostrando su casa, como su parcela de poder consumada en una sociedad donde la propiedad privada sustenta muchas de las dinámicas de la vida urbana.

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  7. En la investigación que nos presenta Alicia Lindon, se ve como los habitantes de la periferia oriental de la Ciudad de México están emotivamente vinculados con sus lugares de habitación Más que un resultado de mecanismos de mercado de suelo irregulares que se dieron en este sector, los habitantes resultan ser actores de la construcción de estos espacios urbanos motivados en gran parte por utopías y químeras como los "mitos de la casa propia" y el "ser patrón de sí mismo". Estos mitos resultan ser bastante recientes en relación con la noción de propiedad privada y su legitimidad en las sociedades urbanas contemporáneas. Supongo que el modelo fordista responde a estos nuevos valores urbanos de una vivienda propia que otorga a sus habitantes un cierto valor social a diferencia de los pueblos nómadas, dónde los individuos no se arraigan en un lugar en concreto y sociedades tradicionales, por ejemplo, donde distintos miembros de una misma familia ampliada comparten una misma casa.
    Estas investigaciones revelan la importancia de la subjetividad y de los imaginarios en la constitución de los espacios. Mis preguntas serían ¿Por qué medios se transmiten estos imaginarios? ¿El cambio de imaginarios puede incidir en las formas de habitar un espacio?

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    1. Detrás de la compra o construcción de una vivienda existen planes de vida que responden a la estructuras de pensamiento, de ahí que cuando se hace esta inversión se piensa en el patrimonio para las nuevas generaciones, un techo propio que da un mejor nivel de vida o el refugio para pasar la vejez. Estas ideas de bienestar son constantemente reforzadas por la industria inmobiliaria y las entidades de intermediación financiera, quienes son las que más se benefician del endeudamiento de las personas. Considero que los cambios de estos imaginarios surgen con las transformaciones en los modos de vida, actualmente es menos probable encontrar a adultos jóvenes interesados en endeudarse por 25 años, los intereses cambian, en el caso de las mujeres hay más resistencia a la construcción social de “mujer de hogar” por tanto considero que estos cambios generacionales son los que modifican imaginarios y las formas de habitar los espacios.

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  8. El texto de Preciado empieza haciendo un análisis de una fotografía; evidencia un sistema de representación que responde a una ideología específica relacionada con un estilo de vida en ciertos espacios concretos; demostrando a su vez que la arquitectura es la representación material de una ideología y como tal, forma parte de todo un sistema de representación que, en ese caso, juntó fotografía, comunicación y arquitectura. En ese sentido quizá, el modelo “fordista” de vivienda responda también a un sistema de representación que es inculcado a los habitantes para consumir un estatus como forma de habitar, a la vez que, para quienes lo producen representa ganancia económica.

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