lunes, 13 de febrero de 2017

Curso: Historia y Antropología Urbanas. Habitar, el espacio desde los sujetos
 
Sesión 11: "Giro Espacial" en Ciencias Sociales 




Desde hace un par de décadas varios especialistas hablan de un cierto "Giro Espacial" en las Ciencias Sociales. Con esta expresión se refieren a cómo la preocupación por el espacio se ha vuelto transversal en una gran cantidad de disciplinas como filosofía, sociología, psicología, antropología, entre otras. Pese a las dificultades de intrecambio de insumos teóricos y metodológicos existe un acuerdo importante en ubicar la espacialidad en relación al Sujeto, y no a la inversa como se ha hecho tradicionalmente en el pensamiento geográfico y urbanístico.

19 comentarios:

  1. A raíz del texto de Marc Auge sobre los no lugares me surgen algunas inquietudes. En pocas palabras, el texto me deja la impresión de que el lugar antropológico es un mecanismo de diferenciación hasta cierto punto reduccionista entre el "yo" y el "otro", una forma de adscribir a los sujetos estudiados a un "lugar antropológico" al que "los otros" quedan constreñidos de forma ineludible y sin escapatoria, y que permite al antropólogo, incluso al que llega con las mejores intenciones, examinarlos con una mirada inherentemente vertical, desde arriba (el antropólogo) hacia abajo (los sujetos estudiados). Creo que la pregunta sería ¿cómo se manifiestan estas relaciones de "lugar antropológico" en el espacio físico?, y ¿cómo el análisis de este último nos puede ayudar a descifrar y superar, de ser ese el objetivo, esas diferenciaciones reduccionistas y jerárquicas que se dan a nivel espacial en el estudio antropológico?

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    1. La autora del texto etnográfico ofrece algunas pistas de cómo abordar el objeto de estudio para no caer en tal relación vertical que mencionas, Javier. De tal forma, se refiere a la “etnología de la interacción”, que consiste en objetivizar al sujeto investigador en la medida en que trae conceptos y categorías propias que no necesariamente corresponden con el tipo de prácticas y relaciones de la población estudiada. También se posiciona en el “etnocentrismo crítico”, que acepta las propias categorías de referencias que tiene el investigador, categorías etnocéntricas que provienen de su cultura, y se dispone a reformularlas a partir de la disonancia entre esas categorías y las categorías de la propia población que estudia. Finalmente insiste en realizar un “ejercicio reflexivo”, que haga constantemente explícita los propios sesgos en la interpretación de la información recogida en el trabajo antropológico.

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    2. Coincido con el reparo que hace Javier sobre el lugar antropológico, no obstante, considero que Auge, al dar cuenta de esta noción, expone una crítica frente al quehacer antropológico y sus acercamientos a las realidades de manera reduccionista como por ejemplo el imponer “puntos de referencia que no son sin duda los de la armonía salvaje o del paraíso perdido, pero cuya ausencia, cuando desaparecen, no se colma fácilmente, además de llegar a “engendrar también fantasías e ilusiones: fantasía del nativo, de una sociedad anclada desde tiempos inmemoriales en la perennidad de un terruño intocado más allá del cual nada es ya verdaderamente pensable; ilusión del etnólogo, de una sociedad tan transparente en sí misma que se expresa entera en la menor de sus costumbres, en cualquiera de sus instituciones así como en la personalidad global de cada uno de los que la componen”. En este sentido, el autor parte de reflexiones como las citadas para abrir la posibilidad de adentrarse en un análisis del lugar antropológico desde “los recorridos que en él se efectúan, los discursos que allí se sostienen y el lenguaje que lo caracteriza”.

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    3. Sinceramente no creo que Auge esté poniendo en duda en sí el "lugar antropológico" como una herramienta de diferenciación, sino más bien al contrario. Parto de la situación de que no he comprendido del todo el texto y lo he tenido que releer. Lo que creo interpretar del texto de Augé, es precisamente que frente a la totalización que se hace desde la antropología, en el uso de nuestra categorías, es necesario reconocerse en las formas de articular simbólica y materialmente tal como hace las personas con las que investigamos: llega a decir, reconocerse en él (pag. 51), para de esa forma evitar, en la medida de lo posible, nuestra manera de interpretar el espacio. Me parece interesante la apuesta que hace de la antropología más como un ejercicio de reconocimiento, que de conocimiento.

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    4. Javier: creo que voy a tener que discrepar con algunos de tus planteamientos. En primer lugar, debo admitir que no me queda clara la razón por la que el texto te deja la impresión de que el lugar antropológico, como lo define Augé, es un instrumento de diferenciación entre el "yo" y el "otro". A simples rasgos, diría yo, un lugar antropológico es un espacio cargado de historia, actividad e interactividad. Es decir, un lugar antropológico es donde una o más personas habitan. Me parece, además, que el texto no tiene, en absoluto, la intención de tratar el tema de la mirada del antropólogo. Por otro lado, Augé simplemente está haciendo una crítica hacia aquellas instalaciones que la sociedad industrial y la sobremodernidad han producido. Augé llama a estos territorios "no-lugares" y los describe como un símbolo de nuestra época, en la que la apresurada necesidad de trasladar personas y mercancías ha provocado la construcción de territorios que son transitados, pero no habitados. En los no-lugares las relaciones sociales son tan ambiguas que imposibilitan la realización de un análisis sustancial (o antropológico). En contraste con el lugar antropológico, los no-lugares son inhabitables: las relaciones que allí suceden son efímeras y contractuales, obedecen a una autoridad invisible y exacerban la individualidad y el anonimato. Finalmente, mediante el análisis del no-lugar, Augé no apunta a superar ninguna diferenciación, sea esta reduccionista o jerárquica. Tampoco apunta a categorizar el espacio físico, pues el no-lugar es un concepto relativo, es decir, no es una noción absoluta. Para poner un ejemplo, si una persona viaja en bus toda la noche, digamos un Quito-Guayaquil, esa persona probablemente tomaría asiento, intentaría dormir y en algún punto llegaría a Guayaquil. No sería así, sin embargo, para los trabajadores de la compañía de bus, porque ellos están a cargo de asegurarse de que el bus y sus pasajeros lleguen a tiempo a su destino — para ellos el bus vendría a ser su lugar de trabajo, un lugar que ellos habitan y donde interactúan, por lo tanto, un lugar (antropológico). A lo que apunta el texto, creo yo, es a advertir cómo los valores simbólicos de la sobremodernidad se traducen en el territorio a través de la construcción de espacios que se convierten en una plataforma ideal para el ejercicio de poder hacia grandes grupos de gente. En conclusión, Augé define a los no-lugares y los denuncia como territorios de universalización e individualidad, que anulan la subjetividad de cada persona y de cada cultura.

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    5. En el texto de Angela Giglia sobre el caso de Pozuolli, se presenta la idea de empezar a dar "sentido" a un lugar, de crear una construcción colectiva a partir de un espacio habitacional. Por ello la forma más adecuada es vincular la visión espacial de los proyectistas con la visión práctica del mismo espacio interpretada por su usuario, cosa que pocas veces se logra. Creo que la visión material del espacio llevada a cabo por los diseñadores debe comulgar con la experiencia de sus habitantes y que sirva para generar a larga un espacio provisto de sentido colectivo y construya una identidad compartida. La dimensión del tiempo es la que determinará a larga el sentido del espacio habitacional, sentido que constituye un proceso inconcluso y permanentemente modificable por sus actores.

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    6. Yo tampoco creo que Augé lo proponga como una forma de diferenciación entre el yo y el otro. Más bien concuerdo con lo que mencionas al final, sobre cómo denuncia a los no lugares como espacios de universalización en donde se anula la subjetividad. Pienso que más bien Augé hace una crítica de como la antropología, tradicionalmente digamos, convierte el lugar antropológico de estudio en un no lugar, en un espacio en donde se universaliza la cultura estudiada y se pasa por alto la subjetividad de quienes lo habitan durante el proceso investigativo.

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    7. Bernhard Waldenfels en el capítulo “el retorno de espacio” explica que a partir de la teoría cuántica y de la teoría de la relatividad, se agregó al concepto de espacio la ubicación del observador, que en términos antropológicos esta corresponde a la posición de la mirada. Waldenfels ilustra este reconocimiento comparándolo con un mapa, instrumento que únicamente es útil cuando quien lo usa se identifica en el lugar donde se encuentra. Bajo esta perspectiva, respondiendo a la pregunta planteada por Javier, considero que parte del trabajo de la antropóloga/o es ser consciente de su posición en el campo, descolonizarse de preceptos jerarquizantes y afinar su mirada para comprender a su semejante.

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  2. Desde la etnografía elaborada por Giglia se puede entender el problema del espacio pensando a partir de las reconfiguraciones de las relaciones sociales que sufre la comunidad de Pozzuoli en su nuevo lugar para habitar: Monteruscello.
    El traslado de la gente produjo una disgregación social, ya que la construcción de espacios en Monteruscello no fomentaban una sociabilidad ni momentos en comunidad. Es decir, se eliminaban las interacciones directas y las interrelaciones entre pobladores, y se reemplazaban con una relación impersonal que fomentaba la violencia y la indiferencia ante la comunidad.
    Aquello me hace reflexionar sobre cómo estamos pensando a las ciudades [o cómo lo están haciendo los gobiernos], si como espacios comunitarios, de encuentros e intensa sociabilidad, o como espacios privados a partir de las lógicas que el sistema hegemónico nos impone y que el acelerado mercado inmobiliario le provee.

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    1. Bernhard Waldenfels, explica que “las ciudades pueden adquirir una forma geométrica o laberíntica; la centralización en torno al agóra, foro, plaza, iglesia, central o ayuntamiento”, en Quito esto es palpable de manera especial el centro histórico o barrios antiguos como por ejemplo Chillogallo, el que una parroquia se contruyó alrededor de su plaza e iglesia. El crecimiento demográfico al norte y sur de Quito generó nuevas periferias, barrios, parroquias, urbanizaciones, a las que la política pública debe atender. La ciudad está administrada por Zonas, con las que se procura atender, de manera descentralizada, las necesidades de la población, esto en teoría. Porque estas administraciones son espacios apreciados espacios desde donde se administran recursos de acuerdo con los intereses de quienes están a la cabeza de la Administración Zonal, sin el afán de caer en un discurso contra la forma de hacer política de la administración en turno, es conocido que los concejales (de esta y anteriores administraciones municipales) han ganado sus votos mediante alianzas con traficantes de tierras, y detrás ello hay muchísimos intereses, principalmente del mercado inmobiliario.

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  3. En el capítulo VII Andares de la Ciudad, De Certeau nos abre un abanico de posibilidades de lecturas sobre ciudad, a partir de la percepción que de ella puede tener el individuo que la transita, habita, que la habita, o que la experimenta. El nos habla de una "ciudad transhumante o metafórica, se insinúa así en el texto vivo de la ciudad planificada y legible" (105), y es dentro de este contexto, que más adelante habla de la "enunciación peatonal" que organiza un conjunto de posibilidades.¿Qué clase de redes va tejiendo el caminante a través del efecto del desplazamiento, en relación a lo espacial?

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    1. Concordando con Johnatan Vega Slee, el trabajo del antropólogo debe --con respecto del objeto de estudio-- ser convertido no solo en un observador reflexivo, sino además en un actor vivencial y testimonial para poder así explicar una realidad con su voz, pero desde la visión de los protagonistas. Las dinámicas sociales de la ciudad hace cada grupo social funcione como lo que dice Wacquant --citando a Emile Durkheim-- en un "sistema solidario de creencias y prácticas que lo hacen posible y que lo constituyen como tal" (Entre las cuerdas, pág 98); es decir, ya no únicamente buscan un refugio, sino que conforman un colectivo de resistencia ante la opresión adoptando intrínsecamente una ideología de contra orden, creando en sus espacios, con el uso de diversos estratagemas, un espacio original, creativo y más que nada anti estereotípico, rompiendo así los esquemas sociales y con ello poder llegar a ser reconocidos y aceptados.

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    2. Más adelante en su texto, De Certeau halla contradicciones entre el modo colectivo de administración de las ciudades y el uso de los espacios que esperan las autoridades respecto de las múltiples maneras en las que las personas hacen una apropiación individual de los espacios. Esto remite a que existen direccionamientos centrados en el control del espacio, y precisamente considero que es este control el que obliga a los habitantes de la ciudad a buscar rutinas y desplazamientos otros que escapen a las imposiciones de la autoridad. Así, creo que los caminantes vamos dibujando nuestros propios mapas de ciudad, reinterpretamos las características que le asignamos al espacio, nos apropiamos o no de los sitios que forman parte de nuestros recorridos. Ahí radica la retórica del andar que rescata el autor, a la que además le otorga la característica de lugar de enunciación pues implica que la caminata reconstruya la ciudad, la fragmente o la acorte o extienda.

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    3. De Certau menciona que “los procesos del caminante pueden registrarse en mapas urbanos para transcribir sus huellas (aquí pesadas, allá ligeras) y sus trayectorias (pasan por aquí pero no por allá). Pero estas sinuosidades en los trazos gruesos y en los más finos de su caligrafía remiten solamente, como palabras, la ausencia de lo que ha pasado” (109) De manera que en nuestro paso por los espacios del mundo de manera constante entablamos relaciones con personas, animales, lugares y cosas; dicho de otra manera, es su propia existencia es la red que teje el caminante con su andar.

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  4. Quizá una de las dificultades en el estudio de la espacialidad con respecto al Sujeto considere al espacio físico, -antes estable y mensurable- como un espacio en constante producción significativa, y más, cuando el Sujeto productor de sentido, se desdobla entre la realidad del espacio físico donde se ubica su cuerpo y la virtualidad del universo tecnológico por la que vagan su espíritu y su alma cuando navegan por el ciberespacio.

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    1. Bernhard Waldenfels menciona que el “aquí físico” entendido como el lugar desde el que se da los movimientos espaciales, destaca que la globalización transforma este lugar espacial (residencial) , lo compara con la duplicidad del cuerpo de Platón, en la que la persona vive en el cuerpo y su espíritu vaga por el universo. Esto en términos concretos lo experimentamos con el internet, que nos permite “desplazarnos” a la en una espacialidad que manera virtual, acorta las distancias.

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  5. De los textos leídos me queda sonando la idea de un sujeto que produce y reproduce sentido, en última instancia que le da sentido al espacio. En ese caminar ocurre, por decirlo de algún modo, la generación de rutinas y de una ciudad en fragmentada. Esto último entiendo como una ciudad no estatica, en constante transformación. De Certau dirá que "Los lugares son historias fragmentarias y replegadas, pasados robados a la legibilidad por el prójimo, tiempos amontonados que pueden desplegarse pero que están allí"

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  6. Michel De Certau en su texto presenta formas interesantes de narrar una ciudad, de mirarla, no desde lo alto o fuera de ella, sino desde abajo, donde ocurren y se desenvuelven diferentes tipos de cotidianidades y convivencias. Determina, para mi parecer, espacios cambiantes en el entorno urbano y como estos se involucran e influyen los sentidos del hábitat de la gente.
    Señala que la ciudad se compone de símbolos y signos que permiten habitarla y reconocerla. Los contenidos que tienen ciudad están ligados a historias que conforman un conjunto simbólicos que son creados por los habitantes de una ciudad, pone como referencia a la memoria de donde se desprenden recuerdos, leyendas, presencias y ausencias de espacios de la ciudad, que no siempre perduraron. "Solo se habitan lugares encantados" dice el autor.
    Certau indica que a través de la "captación de un espacio" el sujeto puede reconocerse como parte de lugar, cuando se identifique con el otro.

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  7. Las reflexiones de Waldenfels cuestionan un a visión clásica del espacio, donde el espacio resulta un "esquema vacío" o "un receptáculo vacío que se ha de llenar". El auor demuestra la importancia del cuerpo y el sentido subjetivo que le dan las personas al espacio. ¿Estas visiones son necesariamente antagonistas o se podrían complementar la una a la otra?

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